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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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— D iscu lp e, señor, ¿podría indicarme el vagón restaurante, por favor?<br />

—Sí, amigo, tú tomar pasillo todo recto, uno, dos, tres y allí.<br />

No. Hablar p etit-n égre es encerrar al negro, es perpetuar una situación conflictiva<br />

en la que el blanco infesta al negro de cuerpos extraños extremadamente<br />

tóxicos. Nada más sensacional que un negro expresándose correctamente<br />

porque, verdaderamente, asume el mundo blanco. Nos ha ocurrido al entrevistarnos<br />

con estudiantes de origen extranjero. Si hablan mal francés, el pequeño<br />

Crusoe, alias Próspero, se encuentra entonces cómodo. Explica, enseña, comenta,<br />

presta apuntes. Con el negro la estupefacción es completa: él se ha puesto al<br />

día. Con él el juego ya no es posible, es una pura réplica del blanco. Hay que inclinarse9.<br />

Se comprende, después de todo lo que se ha dicho, que la primera reacción del<br />

negro sea decir No a quien trata de definirlo. Se comprende que la primera acción<br />

del negro sea una reacción y, puesto que el negro es apreciado con referencia a su<br />

grado de asimilación, se comprende también que el desembarcado sólo se exprese<br />

en francés. Es porque tiende a subrayar la ruptura que se ha producido anteriormente.<br />

Se encarna en un nuevo tipo de hombre que se impone a sus compañeros,<br />

a sus parientes. Y a su vieja madre, que ya no le comprende, a la que habla<br />

de sus camisas almidonadas, del desorden de la chabola, de la barraca... Todo<br />

esto aderezado con el acento que conviene.<br />

En todos los países del mundo hay arribistas: «los que no se sienten más de allí»<br />

y, frente a ellos, «los que conservan la noción de su origen». El antillano que vuelve<br />

de la metrópoli se expresa en dialecto si quiere dar a entender que nada ha cambiado.<br />

Se le nota en el desembarcadero, donde lo esperan amigos y parientes. Lo esperan<br />

no solamente porque llega, sino en el sentido en el que se dice: aquí te espero.<br />

Sólo necesitan un minuto para formular el diagnóstico. Si el desembarcado dice a<br />

sus compañeros: «Estoy muy contento de volver a encontrarme entre vosotros.<br />

¡Dios, qué calor hace en este país, no podría quedarme mucho tiempo!», están avisados:<br />

llega un europeo.<br />

En un orden más particular, cuando los estudiantes antillanos se encuentran en<br />

París, se les ofrecen dos posibilidades:<br />

9 «He conocido negros en la Facultad de Medicina [...] En una palabra, eran engañosos. El tinte<br />

de su piel debería habernos dado la oportunidad de ser caritativos, magnánimos o científicamente amigables.<br />

Faltaron a ese deber, a esa exigencia de nuestra buena voluntad. Toda nuestra ternura lacrimógena,<br />

toda nuestra solicitud marrullera se quedaba en nuestros brazos. No teníamos n egros que engatusar,<br />

no teníamos tampoco por qué odiarlos; pesaban, más o menos, nuestro propio peso en el<br />

equilibro de los trabajillos y las pobres astucias cotidianas», Michel Salomon, «D’un juif á des négres»,<br />

P résence A fricaine 5, p. 776.<br />

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