13.05.2013 Views

Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

de esta culpabilidad, que haya logrado en cualquier caso no sufrirla. Más directamente,<br />

todo individuo debe rechazar sus instancias inferiores, sus pulsiones, a cuenta<br />

de un genio malo propio de la cultura a la que pertenece (ya hemos visto que es el<br />

negro). Esta culpabilidad colectiva la soporta quien se ha convenido en llamar el chivo<br />

expiatorio. El chivo expiatorio para la sociedad blanca (basada sobre los mitos:<br />

progreso, civilización, liberalismo, educación, luz, delicadeza) será precisamente la<br />

fuerza que se opone a la expansión, a la victoria de estos mitos. Esa fuerza brutal, de<br />

oposición, la proporciona el negro.<br />

En la sociedad antillana, donde los mitos son los mismos que los de la sociedad<br />

de Dijon o de Niza, el joven negro, que se identifica con el civilizador, hará del n egro<br />

el chivo expiatorio de su vida moral.<br />

Yo comprendí a la edad de catorce años el valor de lo que ahora llamo imposición<br />

cultural. Tenía un compañero, muerto después, cuyo padre, italiano, se había casado<br />

con una martinicana. Ese hombre se había instalado en Fort-de-France desde hacía<br />

más de veinte años. Se le consideraba un antillano, pero, por debajo, se recordaba su<br />

origen. Pero, en Francia, el italiano, militarmente, no vale nada; un francés vale diez<br />

italianos; los italianos no son valientes... Mi compañero había nacido en Martinica y<br />

sólo se relacionaba con martinicanos. Un día en que Montgomery hizo temblar al<br />

ejército italiano en Bengazi, quise constatar sobre el mapa el avance aliado. Ante la<br />

considerable ganancia de terreno, grité con entusiasmo: «¡Q ué os creíais!...» Mi<br />

compañero, que no podía ignorar el origen de su padre, se molestó enormemente;<br />

por lo demás, yo también. Ambos habíamos sido víctimas de la imposición cultural.<br />

Yo estoy convencido que quien haya comprendido ese fenómeno y todas sus consecuencias<br />

sabrá exactamente en qué sentido buscar la solución. Escuchad al Rebelde:<br />

Sube [...] sube de las profundidades de la tierra [...] la marea <strong>negra</strong> sube... olas de au­<br />

llidos [...] ciénagas de olores animales [...] la tormenta espumeante de pies desnudos [...]<br />

y hormiguean siempre otros, bajando por los senderos de los cerros, trepando por los acan­<br />

tilados escarpados, torrentes obscenos y salvajes crecidas de ríos caóticos, de mares podri­<br />

dos, de océanos convulsos, en la risa de carbón del machete y del mal alcohol [...].<br />

¿Se ha entendido? Césaire ha descendido. Ha aceptado ver lo que ocurría en el<br />

fondo, y ahora puede subir. Está maduro para el alba. Pero no deja al negro abajo.<br />

Lo toma sobre sus hombros y lo alza hasta las nubes. Ya, en Cahier d ’un retour au<br />

pays natal nos había prevenido. Ha elegido el psiquismo ascensional, por retomar el<br />

término de Bachelard53.<br />

53 Gastón Bachelard, Hair et les songes, París, Librairie José Corti, 1943. [ed. cast.: El aire y los<br />

sueños, FCE, 2003],<br />

165

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!