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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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Evidentemente -dice- Hermano Conejo es un animal porque el negro debe ser un<br />

animal; el Conejo es un extranjero porque el negro debe ser marcado como extranjero<br />

hasta en sus cromosomas. Desde el principio de la esclavitud, su culpabilidad democrática<br />

y cristiana en tanto propietario de esclavos, condujo al sudista a definir al negro<br />

como una bestia, un africano inalterable cuyo carácter estaba fijado en el protoplasma<br />

por genes «africanos». Si al negro se le adjudicaban los limbos humanos no era culpa de<br />

Estados Unidos, sino de la inferioridad constitutiva de sus ancestros de la jungla.<br />

Así el sudista se negaba a ver en estas historias la agresividad que le introducía el<br />

negro. Pero, dice Wolfe, Harris, el compilador, era un psicópata:<br />

Era particulamente apto para este trabajo, porque estaba lleno hasta reventar de las<br />

obsesiones raciales patológicas además de aquellas que roían al Sur y, en menor grado, a<br />

todo el Estados Unidos blanco [...]. En verdad, para Harris tanto como para muchos<br />

otros americanos blancos, el negro parecía en todos los aspectos un negativo de su propio<br />

yo ansioso: despreocupado, social, elocuente, muscularmente relajado, nunca abocado<br />

al tedio, o pasivo, exhibicionista sin vergüenza, libre de autocompasión en su situación<br />

de sufrimiento concentrado, exuberante [...].<br />

Pero Harris tuvo siempre la impresión de estar tullido. Así Wolfe ve en él un<br />

frustrado, pero no según el esquema clásico: es en su esencia donde reside la imposibilidad<br />

de existir en el modo «natural» del negro. No se le prohíbe, sino que le es<br />

imposible. No prohibido, sino irrealizable. Y como el blanco se siente frustrado por<br />

el negro, lo va a frustrar a su vez, rodeándolo de prohibiciones de todo tipo. Y, ahí<br />

todavía, el blanco es presa de su inconsciente. Escuchemos todavía a Wolfe:<br />

Las historias de Remus son un monumento a la ambivalencia del Sur. Harris, el arquetipo<br />

del sudista, buscaba el amor del negro y pretendía que lo había obtenido (la grin de<br />

Remus3^). Pero buscaba a la vez el odio del negro (Hermano Conejo) y eso le deleitaba, en<br />

una orgía inconsciente de masoquismo, castigándose quizá por no ser el negro, el estereotipo<br />

del negro, el «donante» pródigo. ¿No podría ser que el Sur blanco, y quizá la mayor<br />

parte del Estados Unidos blanco, actúe a menudo así en sus relaciones con el negro?<br />

Hay una búsqueda del negro, se reclama al negro, no se puede vivir sin el negro,<br />

se le exige, pero se le quiere condimentado de determinada manera. Desgraciadamente,<br />

el n egro desmonta el sistema y viola los tratados. El blanco, ¿se va a rebelar?<br />

35 El personaje del Tío Remus es una creación de Harris. La introducción de ese viejo esclavo dulzón<br />

y melancólico, con su eterna grin, es una de las imágenes más típicas del negro estadounidense.<br />

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