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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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po y la carne; ambos se refieren, asimismo, a la conciencia. La conciencia es siempre<br />

conciencia encarnada en las cosas, incluyendo la conciencia intersubjetiva o del<br />

mundo social. El hecho de que el lenguaje le confiera significado a aquellos en los<br />

que se encarna significa, por lo tanto, que la transformación del lenguaje supondrá<br />

la transformación de los usuarios del mismo. El negro, por lo tanto, se encarga de<br />

transformar el mundo a través de un lenguaje diferente de autopresentación. El o<br />

ella tratan de vivir palabras que trasciendan, si no que erradiquen, la negritud. Este<br />

empeño nos resulta familiar: «No soy negro, soy marrón», «no soy negro, soy mulato»,<br />

«no soy negro, soy de Martinica», «no soy negro, soy francés», «no soy negro,<br />

soy sólo un ser humano». El resultado es tragicómico. Fanón recopila numerosos<br />

ejemplos del negro luchando por aparentar y de ese modo expresar la no negritud,<br />

el esfuerzo de transformación ontológica expresado en el viaje desde las colonias<br />

para pasar una temporada en París, la metrópoli francesa, donde aguarda el Principio<br />

de Realidad (en París, son franceses «de verdad», así que volviéndose parisino,<br />

uno se convierte en francés «de verdad»); allí da inicio la lucha contra las dificultades<br />

con la «r» de la lengua, que Fanón describe como un «órgano de una pereza terrible»,<br />

como es el caso de los recién llegados de Martinica que conociendo el estereotipo:<br />

«Je suis M atiniquais, c ’est la p em ie fo is que j e vien s en Vanee» [«Soy de<br />

Matinica, es la pimera vez que viajo a Fancia»], utilizan la «r» hasta el punto de gritar:<br />

«G arrrrrrrgon! Un v e d e bié!» [«Camarrrrrrrero!!! ¡Una jaájada de ceveza!»]6 .<br />

Fanón relata como le regañaban de niño por hablar eréole y lo empujaban a hablar<br />

«francés de verdad», «francés francés», es decir, francés «blanco». El fenómeno es<br />

similar en el Caribe de habla hispana o inglesa. En el Caribe anglófono, uno es reprendido<br />

si habla patois y animado a hablar el «inglés de la Reina». Este francés, español<br />

o inglés (y en otras zonas holandés, alemán, portugués e italiano) ofrecen palabras<br />

<strong>blancas</strong>. Un crítico podría rápidamente contestar que esta observación tiene<br />

una importante dimensión de clase, dado que ciertas maneras de expresarse en la<br />

lengua dominante ofrecen, asimismo, movilidad económica. No obstante, Fanón<br />

aporta una potente respuesta.<br />

El esfuerzo del negro en el ejercicio de la lingüística transformadora es una verdadera<br />

comedia de los errores; en lugar de transformar las palabras, el negro es considerado,<br />

como hemos visto, como un «depredador» de palabras, e incluso cuando<br />

el negro «domina» el lenguaje descubre que puede convertirse en lingüísticamente<br />

peligroso. Contra la crítica de clase, Fanón observa que el negro nunca hablará «en<br />

blanco» a pesar de que incluso los blancos de clase trabajadora hablan «en blanco».<br />

Estos blancos hablan en blanco «de libro», mientras que la gente de color habla el<br />

blanco «blancamente», o «como los blancos». Hablar «en blanco» como los blan-<br />

6 Cita que se encuentra en la p. 51 de la presente edición (Pn 15-16IBS 20-21).<br />

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