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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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De vez en cuando dan ganas de detenerse. Expresar la realidad es arduo. Pero<br />

cuando a uno se le mete en la cabeza el querer expresar la existencia, se arriesga a<br />

encontrar únicamente lo inexistente. Lo que es seguro es que, en el momento en el<br />

que intento aprehender mi ser, Sartre, que sigue siendo el Otro, al nombrarme me<br />

arrebata toda ilusión. Entonces le digo:<br />

Mi negritud no es ni una torre ni una catedral<br />

se hunde en la carne ardiente del suelo,<br />

se hunde en la carne ardiente del cielo<br />

agujerea la hartura opaca de su recta paciencia...<br />

mientras que yo, en el paroxismo de lo vivido y de la furia proclamo esto: él me recuerda<br />

que mi negritud no es sino un momento débil. En verdad, en verdad os digo,<br />

mis espaldas se han deslizado de la estructura del mundo, mis pies ya no sienten la<br />

caricia del suelo. Sin pasado negro, sin futuro negro, me era imposible vivir mi ne-<br />

grez. Aún no blanco, para nada negro, era un condenado. Jean-Paul Sartre ha olvidado<br />

que el negro sufre en su cuerpo de forma distinta que el blanco23. Entre el<br />

blanco y yo hay, irremediablemente, una relación de trascendencia24.<br />

Pero olvidamos la constancia de mi amor. Yo me defino como tensión absoluta<br />

de apertura. Y yo tomo esta negritud y, con lágrimas en los ojos, reconstruyo el mecanismo.<br />

Lo que se había despedazado, con mis manos, lianas intuitivas, es reconstruido,<br />

edificado.<br />

Más violentamente resuena mi clamor: soy un negro, soy un negro, soy un negro...<br />

Y es mi pobre hermano, viviendo hasta el extremo su neurosis, y que se descubre<br />

paralizado:<br />

EL NEGRO: Yo no puedo, señora.<br />

LIZZIE: ¿Qué?<br />

EL NEGRO: No puedo disparar sobre los blancos.<br />

LIZZIE: ¡Desde luego! ¡Se van a molestar!<br />

EL NEGRO: Son blancos, señora.<br />

LIZZIE: ¿Y qué? ¿Como son blancos tienen derecho a sangrarte como a un cerdo?<br />

EL NEGRO: Son blancos.<br />

23 Aunque los estudios de Sartre sobre la existencia del Otro siguen siendo exactos (en la medida,<br />

recordamos, en la que El ser y la nada describe una conciencia alienada) su aplicación a una conciencia<br />

<strong>negra</strong> resulta falsa. El blanco no es solamente el Otro, sino también el amo, real o imaginario.<br />

24 En el sentido en el que lo entiende Jean Wahl, Existence húm am e et trascendence, Neufchátel,<br />

Colección «Etre et penser», La Baconniére, 1944.<br />

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