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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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mero factor que supone su piel, o su cabello, o ese aura de sensualidad que él [el n egro]<br />

ofrece, no implica que espontáneamente surja un cierto pudor, de atracción o repulsión,<br />

es rechazar la evidencia en nombre de una mojigatería ridicula que nunca<br />

resuelve nada [...]». Los comentarios de Salomon son claramente homoeróticos y hacen<br />

del negro un ser fundamentalmente sexual («el mero hecho de su piel»). La respuesta<br />

de Fanón tiene dos caras. En primer lugar, afirma su heterosexualidad y explica<br />

que al menos él no tiene una permanente erección, y que él no es, en otras palabras,<br />

por obra de su piel, una permanente fuente de sexualidad, en especial entre hombres.<br />

La fascinación sexual de Salomon hacia el negro convierte el momento sexual en una<br />

proyección, que lleva a un fracaso al saber de la ausencia de deseo de entablar una relación<br />

homoerótica con él. Los códigos raciales desplazan a los códigos de la orientación<br />

sexual. Que un homosexual encuentre a otro hombre sensual es «normal». Podemos<br />

añadir a esta normalidad la comprensión de que sentirse atraído por los<br />

hombres no significa sentirse atraído por cualquier hombre, al igual que a un hombre<br />

heterosexual, aunque no le disguste la idea de acostarse con mujeres, no tiene que sentir<br />

necesariamente atracción por todas, las mujeres. La libertad con la que Salomon habla<br />

de su atracción sugiere un patrón normativo que considera dicha asociación como<br />

«segura». Salomon puede, en otras palabras, sentir una atracción homoerótica por el<br />

negro sin preocuparse por ser «realmente» homosexual. Así por ejemplo, en películas<br />

como Ju ego de lágrimas (1992) o Pulp fiction (1995) puede haber escenas en las que varones<br />

blancos sodomicen a varones negros sin perjuicio de su éxito comercial ante públicos<br />

predominantemente homófobos debido a las jerarquías aceptadas de hombres<br />

blancos masculinos y agresivos y hombres negros castrados, si no femeninos y pasivos.<br />

Podemos encontrar casos similares cuando se presentan relaciones entre varones blancos<br />

y asiáticos (incluidos los asiático-estadounidenses)34. Como dijimos antes, Fanón<br />

tenía para sí mismo un proyecto de virilidad. Es un proyecto compartido por todos los<br />

hombres cuya hombría se pone en cuestión. Es una característica de la heterosexualidad<br />

el hecho de que un heterosexual no desee a los miembros de su sexo. El hecho de<br />

que Fanón hable de «repugnancia» debe ser tomado como, por ejemplo, cuando un<br />

homosexual encuentra repugnante dormir con una mujer, o una lesbiana encuentra<br />

repugnante la idea de dormir con un varón, confesiones al fin y al cabo no tan infrecuentes35.<br />

Debemos, sin embargo, recordar que la norma es tal que una lógica simétrica<br />

a menudo resulta falaz. Es decir, en una sociedad en la que la heterosexualidad es la<br />

norma, la ansiedad sexual de un heterosexual puede proyectar su propio negro, en una<br />

34 Véase Brian Locke, «The Impact of the Black-White Binary on Asian-American Identity», Radical<br />

P hilosophy R eview I, 2, 1998, pp. 98-125.<br />

35 Véase por ejemplo la obra de Andrea Dworkin, Intercourse, y el premiado libro de Edmund<br />

White, G enet. A Biography, Nueva York, Vintage, 1994.<br />

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