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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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iencía. Que él sea negro y Marielle sea blanca ofrece una dimensión del amor y del<br />

abandono que convierte a Veneuse/Maran en más cercano a Capécia de lo que él y<br />

Mactar deberían estar. Marielle le escribe una carta declarándole su amor. Ella, literalmente<br />

le ofrece palabras de amor, palabras que, dadas las dimensiones de racismo<br />

antinegro del contexto, deberían haber funcionado también como palabras de<br />

blanquitud. Pero en opinión de Fanón, Jean Veneuse necesita una «autorización».<br />

«Es necesario que un blanco le diga: toma a mi hermana» (p. 82, Pn 55/BS 68).<br />

Consulta con un amigo blanco llamado Coulanges, quien le replica con las tan anheladas<br />

palabras de blanquitud:<br />

De hecho, tú eres como nosotros, tú eres «nosotros». Tus reflexiones son las nuestras.<br />

Tú actúas como nosotros actuamos, como actuaríamos. ¿Te crees (y te creemos) negro?<br />

¡Error! No tienes más que la apariencia. Por lo demás, piensas como europeo. Es natu­<br />

ral que ames como europeo. El europeo sólo puede amar a la europea, por tanto tú no<br />

puedes tampoco casarte sino con una mujer del país en el que siempre has vivido, una<br />

hija del buen país de Francia, tu verdadero, tu único país [...].<br />

Cuando vuelvas a Francia, irrumpe en la casa del padre de aquella que en espíritu ya<br />

te pertenece y grítale golpeándote el corazón con un ruido salvaje: «Yo la amo. Ella me<br />

ama. Nosotros nos amamos. Tiene que convertirse en mi esposa. Si no, me mato a sus<br />

pies» (pp. 82-83, Pn 55-56/BS 68-69/R. Maran, 152-154).<br />

Fie aquí un negro alienado que se ha sumado a <strong>negra</strong>s alienadas en la busca de<br />

palabras de blanquitud procedentes de la misma fuente -el hombre blanco-, palabras<br />

que afirmen a uno y a otras como deseables, como deseo deseado, al igual que<br />

la madrastra de Blancanieves insistía a su espejo para que la afirmase. Tanto en el<br />

psicoanálisis clásico como en el lacaniano, se distingue entre lo que desea la mujer y<br />

lo que desea el hombre. La dimensión «poco saludable» que aporta la raza es que<br />

dicha distinción se desintegra. La mujer <strong>negra</strong> anti<strong>negra</strong> y el hombre negro antinegro<br />

devienen lo mismo. Sus deseos marcan las limitaciones de su fantasía en el mundo<br />

de la intimidad. Al haber blanqueado ese mundo con palabras <strong>blancas</strong>, han dejado<br />

de lado el proyecto amoroso. La conclusión de Fanón sobre Un hom m e pareil<br />

aux autres es la siguiente:<br />

Un homme pareil aux autres es una impostura, un ensayo que trata de teñir el contacto<br />

entre dos razas de una morbidez orgánica. Hay que convenir que, desde el punto de vista<br />

del psicoanálisis así como del de la filosofía, la constitución morfológica del cuerpo sólo es<br />

un mito para el que la supera. Si desde un punto de vista heurístico debemos negar toda<br />

existencia a esa constitución, sigue siendo cierto, y no podemos hacer nada al respecto, que<br />

los individuos se esfuerzan en adaptarse a los marcos preestablecidos (p. 90, Pn 64/BS 80).<br />

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