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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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Describiendo el fenómeno de la retracción del yo, Anna Freud escribe:<br />

Consiste en una defensa de ese yo contra las excitaciones exteriores; esta retracción,<br />

en tanto que método para evitar el displacer, no es propia de la psicología de los neuró­<br />

ticos: constituye solamente un estadio moral en la evolución del yo. Para un yo joven y<br />

maleable, todo traspiés sufrido en un ámbito se encuentra a veces compensado por lo­<br />

gros perfectos en otros. Pero cuando el yo se vuelve rígido o no tolera más el displacer y<br />

se atiene compulsivamente a la reacción de fuga, la formación del yo sufre consecuencias<br />

desagradables, el yo, habiendo abandonado demasiadas posiciones, se vuelve unilateral,<br />

pierde demasiados intereses y ve cómo sus actividades pierden su valor9.<br />

Comprendemos ahora por qué el negro no puede complacerse en su insularidad.<br />

Para él sólo hay una puerta de salida y desemboca en el mundo blanco. De ahí esa<br />

permanente preocupación por llamar la atención del blanco, esa inquietud por ser<br />

poderoso como el blanco, esa voluntad determinada de adquirir las propiedades de<br />

revestimiento, es decir, la parte de ser o tener que entra en la constitución de un yo.<br />

Como decíamos hace un momento, el negro tratará de sumarse al santuario blanco<br />

por el interior. La actitud remite a la intención.<br />

La retracción del yo en tanto que proceso de defensa logrado es imposible para<br />

un negro. Necesita la sanción blanca.<br />

En plena euforia mística, salmodiando un cántico precioso, a Mayotte Capécia le<br />

parece ser un ángel y que vuela «toda rosa y blanca». Está de todas formas esa película,<br />

G reen Pastures (1936), en la que los ángeles y Dios son negros, pero aquello escandalizó<br />

terriblemente a nuestra autora: «¿Cómo imaginarse a Dios con los rasgos<br />

de un n egro ? No es así como me imagino el paraíso. Pero, después de todo, no era<br />

más que un película estadounidense»10.<br />

No, en verdad el Dios bueno y misericordioso no puede ser negro, es un blanco<br />

de mejillas bien sonrosadas. Entre el negro y el blanco se traza la línea de mutación.<br />

Se es blanco como se es rico, como se es bello, como se es inteligente.<br />

Mientras tanto André ha partido hacia nuevos cielos a llevar el m ensaje blanco a<br />

otras Mayottes: deliciosos y pequeños genes de ojos azules que pedalean por los pasillos<br />

cromosómicos. Pero como buen blanco ha dejado instrucciones. Fía hablado<br />

de un hijo: «Lo educarás, le hablarás de mí, le dirás: era un hombre superior. Tienes<br />

que trabajar para ser digno de él»11.<br />

9 Anna Freud, Le M oi et les m écanism es de défense, París, PUF, 1949. pp. 91-92. [ed. orig. alem.:<br />

Das Ich und die A bwehrm echanism en, Viena, 1936; ed. cast.: El yo y los m ecanism os de defensa, Barcelona,<br />

Paidós, 2008],<br />

10 M. Capécia, ]e suis martiniquaise, cit., p. 65.<br />

11 Ibid., p. 185.<br />

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