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Piel negra, máscaras blancas - gesamtausgabe

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tad. En este caso, yo no tenía que tomar partido por la música <strong>negra</strong> contra la música<br />

blanca, sino ayudar a mi hermano para que abandonara una actitud que no le<br />

beneficiaba nada.<br />

El problema aquí planteado se sitúa en la temporalidad. Estarán desalienados<br />

aquellos negros y blancos que hayan rechazado dejarse encerrar en la Torre sustan-<br />

cializada del Pasado. Para muchos otros negros, la desalienación nacerá, por otra<br />

parte, del rechazo a tomar la actualidad como definitiva.<br />

Yo soy un hombre y puedo recuperar todo el pasado del mundo. No soy únicamente<br />

responsable de la revuelta de Santo Domingo.<br />

Cada vez que un hombre ha conseguido que triunfe la dignidad del espíritu,<br />

cada vez que un hombre ha dicho no ante un intento de sometimiento de su semejante,<br />

me he sentido solidario de su acción.<br />

De ninguna forma debo deducir del pasado de los pueblos de color mi vocación<br />

original.<br />

De ninguna forma debo dedicarme a hacer revivir una civilización <strong>negra</strong> injustamente<br />

olvidada. No me hago el hombre de ningún pasado. No quiero cantar el pasado<br />

a expensas de mi presente y mi provenir.<br />

El indochino no se ha rebelado porque haya descubierto una cultura propia. Es<br />

porque «simplemente» le era imposible, en más de una acepción, respirar.<br />

Cuando recordamos los relatos de los sargentos de carrera que, en 1938, describían<br />

el país de las piastras y los rickshaw, los boys y las mujeres baratas, se comprende<br />

demasiado bien la rabia con la que combaten los hombres del Viet Minh.<br />

Un compañero, con quien estuve durante la última guerra, ha vuelto de Indochina.<br />

Me ha puesto al corriente de muchas cosas. Por ejemplo, de la serenidad<br />

con la que jóvenes vietnamitas de dieciséis o diecisiete años caen ante el pelotón de<br />

ejecución. Una vez, me dijo, tuvimos que tirar arrodillados: los soldados temblaban<br />

antes estos jóvenes «fanáticos». En conclusión, añadía, «La guerra que hemos<br />

hecho juntos no era más que un juego a lado de lo que ocurre allí».<br />

Vistas desde Europa estas cosas son incomprensibles. Algunos argumentan una<br />

supuesta actitud asiática ante la muerte. Pero estos filósofos de baratillo no convencen<br />

a nadie. Esa serenidad asiática, los «granujas» de Vercors y los «terroristas» de<br />

la Resistencia la han demostrado por su cuenta no hace mucho tiempo.<br />

Los vietnamitas que mueren ante el pelotón de ejecución no esperan que su sacrificio<br />

permita la reaparición de un pasado. Aceptan morir en nombre del presente<br />

y del futuro.<br />

Si en un momento dado se me planteó la cuestión de ser efectivamente solidario<br />

con un pasado determinado, fue en la medida en la que me comprometí, frente a mí<br />

mismo y ante mi prójimo, a combatir con toda mi existencia y toda mi fuerza para<br />

que nunca hubiera, sobre la tierra, pueblos sometidos.<br />

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