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SIGMUND FREUD<br />
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contra una valla. Continuando su paseo, encontró una mujer, ya entrada en años y<br />
<strong>de</strong>centemente vestida, que le sonrió amable y quiso hacerle aceptar su tarjeta.<br />
<strong>La</strong> mujer <strong>de</strong> su sueño aparece junto a la valla en actitud idéntica a la suya cuando se<br />
puso a orinar; correspon<strong>de</strong>, pues, a la representación <strong>de</strong> una mujer orinando, y con esta<br />
representación concuerda perfectamente la repugnante visión <strong>de</strong> la carne roja asomando por<br />
el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> párpados inferiores, visión que no pue<strong>de</strong> referirse sino a la <strong>de</strong> <strong>los</strong> genitales<br />
femeninos, abiertos cuando la mujer se pone en cuclillas para orinar. El sujeto <strong>de</strong>bió <strong>de</strong><br />
presenciar alguna vez, en su infancia este espectáculo, y el mismo resurge ahora, en su<br />
recuerdo, bajo la forma <strong>de</strong> «herida» o «carne viva». Su sueño reúne las dos ocasiones en<br />
que siendo niño le fue dado contemplar <strong>los</strong> genitales <strong>de</strong> sus infantiles compañeras: al<br />
<strong>de</strong>rribarlas jugando y al orinar. En el análisis surge también el recuerdo <strong>de</strong> <strong>los</strong> castigos o<br />
amenzas <strong>de</strong> que su padre le hizo objeto al <strong>de</strong>scubrir su temprana curiosidad sexual.<br />
IV. Detrás <strong>de</strong>l siguiente sueño <strong>de</strong> una señora mayor se escon<strong>de</strong> toda una serie <strong>de</strong><br />
recuerdos infantiles reunidos en una fantasía. «Sale apresuradamente a hacer varias<br />
comisiones. Al llegar al "Graben", se <strong>de</strong>sploma en el suelo <strong>de</strong> rodillas, como "reventada".<br />
En <strong>de</strong>rredor suyo se arremolina un grupo <strong>de</strong> gente en el que predominan <strong>los</strong> cocheros <strong>de</strong><br />
punto, pero nadie la auxilia. Varias veces intenta en vano incorporarse. Por fin <strong>de</strong>be <strong>de</strong><br />
haberlo conseguido, pues la meten en un coche que va a llevarla a su casa. A través <strong>de</strong> la<br />
ventanilla la arrojan una pesada cesta muy voluminosa (parecida a una cesta <strong>de</strong> la<br />
compra).»<br />
<strong>La</strong> sujeto <strong>de</strong> este sueño es aquella paciente que en su vida onírica es siempre<br />
apurada, como <strong>de</strong> niña apuraba ella a las <strong>de</strong>más. <strong>La</strong> primera escena <strong>de</strong> su sueño proce<strong>de</strong>,<br />
sin duda alguna, <strong>de</strong>l recuerdo <strong>de</strong> haber visto caer a un caballo en la calle o en las carreras,<br />
acci<strong>de</strong>nte al que alu<strong>de</strong> también la expresión «como reventada». En años anteriores había<br />
sido la sujeto una gran amazona, y es <strong>de</strong> suponer que en sus años infantiles sirviera también<br />
alguna vez <strong>de</strong> caballo a sus compañeros <strong>de</strong> juego. A este tema <strong>de</strong> la «caída» pertenece su<br />
primer recuerdo infantil, referente al hijo <strong>de</strong> su portero, muchacho <strong>de</strong> diecisiete años, que,<br />
habiendo sufrido en la calle un ataque epiléptico, fue traído a su casa en su coche. Ella no<br />
presenció esta escena, sino que solamente la oyó relatar; pero la representación <strong>de</strong>l ataque<br />
epiléptico y <strong>de</strong>l «caído» adquirió un gran po<strong>de</strong>r sobre su fantasía e influyó <strong>de</strong>spués en la<br />
forma <strong>de</strong> sus ataques histéricos. Cuando una mujer sueña que «cae», suele esto tener, casi<br />
siempre, un sentido sexual. Con ello se convierte en una «mujer caída».<br />
En nuestro sueño resulta esta <strong>interpretación</strong> más indudable por el lugar en que la<br />
paciente cae: el «Graben», plaza <strong>de</strong> Viena, conocida como mercado <strong>de</strong> la prostitución; la<br />
«cesta <strong>de</strong> la compra» es susceptible <strong>de</strong> varias interpretaciones. En primer lugar, recuerda las<br />
muchas «cestas» que la sujeto ha dado a sus pretendientes (expresión alemana equivalente a<br />
la española «dar calabazas») y que luego, en una ocasión, cree haber recibido a su vez. Con<br />
este tema se halla también relacionado el que nadie la quiera ayudar a levantarse,<br />
circunstancia que interpreta como un signo <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprecio. <strong>La</strong> cesta <strong>de</strong> la compra recuerda,<br />
a<strong>de</strong>más, <strong>de</strong>terminadas fantasías, <strong>de</strong>scubiertas en el análisis, en las que se imagina casada<br />
con persona <strong>de</strong> condición muy inferior a la suya y tiene que ir personalmente a la compra.<br />
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