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La interpretación de los sueños

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LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS<br />

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Por último, también pue<strong>de</strong> interpretarse la «cesta» como alusión a una sirviente. A esta<br />

representación se aña<strong>de</strong>n recuerdos infantiles referentes a una cocinera que, al ser<br />

<strong>de</strong>spedida por ladrona, calló <strong>de</strong> rodillas, suplicante.<br />

En la época <strong>de</strong> este suceso tenía la sujeto doce años. Recuerda también a una<br />

doncella que fue <strong>de</strong>spedida por mantener relaciones sexuales con el cochero <strong>de</strong> la casa, el<br />

cual la tomó <strong>de</strong>spués en matrimonio, rehabilitándola. Este recuerdo nos da la fuente <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

cocheros <strong>de</strong>l sueño (en el que se niegan, al contrario <strong>de</strong> como sucedió en la historia real<br />

recordada, a «levantar a la mujer caída»). Queda aún por explicar el <strong>de</strong>talle <strong>de</strong> arrojar la<br />

cesta <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l coche, y precisamente a través <strong>de</strong> la ventanilla. Este hecho le recuerda la<br />

facturación <strong>de</strong> <strong>los</strong> equipajes en las estaciones, el galanteo por la ventana en su resi<strong>de</strong>ncia<br />

campestre y triviales impresiones <strong>de</strong> su estancia en dicha resi<strong>de</strong>ncia, tales como la <strong>de</strong> haber<br />

visto a un caballero que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el jardín iba arrojando ciruelas al interior <strong>de</strong> la casa,<br />

haciéndolas penetrar por una ventana a la que se hallaba asomada una señora, y la <strong>de</strong>l<br />

miedo <strong>de</strong> su hermanita al ver asomarse a la ventana <strong>de</strong> su cuarto a un al<strong>de</strong>ano bobo. Por<br />

último, emerge <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> estos recuerdos la oscura reminiscencia <strong>de</strong> una doncella que tenían<br />

en la finca y que solía «per<strong>de</strong>rse» por el campo con un criado. <strong>La</strong> sujeto tenía por entonces<br />

diez años, y es muy posible que advirtiese alguna vez <strong>los</strong> manejos <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> enamorados,<br />

<strong>los</strong> cuales fueron <strong>de</strong>spedidos («facturados», «echados fuera», circunstancia que el sueño<br />

representa antinómicamente por la cesta «echada <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l coche»). A esta historia nos<br />

aproximan asimismo, en el análisis, otros caminos. Para <strong>de</strong>signar el equipaje <strong>de</strong> un criado<br />

se usa en Viena la expresión <strong>de</strong>spectiva «las siete ciruelas» (Sieben Zwetschker). «¡Coja<br />

usted sus siete ciruelas y márchese!»<br />

En mi colección <strong>de</strong> <strong>sueños</strong> existe un gran número <strong>de</strong> éstos, cuyo análisis nos<br />

conduce a impresiones infantiles oscuramente recordables u olvidadas por completo,<br />

pertenecientes, con gran frecuencia, a <strong>los</strong> tres primeros años <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong>l sujeto. Sin<br />

embargo, sería aventurado <strong>de</strong>ducir <strong>de</strong> el<strong>los</strong> conclusiones sobre la vida onírica en general,<br />

pues se trata <strong>de</strong> <strong>sueños</strong> <strong>de</strong> sujetos neuróticos -histéricos especialmente-, y el papel que en<br />

el<strong>los</strong> <strong>de</strong>sempeñan las escenas infantiles pudiera muy bien <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la naturaleza <strong>de</strong> la<br />

neurosis y no <strong>de</strong> la escena <strong>de</strong>l fenómeno onírico. De todos modos, resulta que también en el<br />

análisis <strong>de</strong> mis propios <strong>sueños</strong>, in<strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong> todo motivo terapéutico, tropiezo con<br />

igual frecuencia, en el contenido latente, con una escena <strong>de</strong> mi niñez, o <strong>de</strong>scubro que toda<br />

una serie <strong>de</strong> <strong>sueños</strong> <strong>de</strong>semboca en <strong>los</strong> caminos que parten <strong>de</strong> un suceso infantil. Ya he<br />

<strong>de</strong>tallado varios ejemp<strong>los</strong> <strong>de</strong> este género y aún habrán <strong>de</strong> presentárseme diversas ocasiones<br />

<strong>de</strong> comunicar algunos más. Por lo pronto, creo que la mejor manera <strong>de</strong> terminar el examen<br />

<strong>de</strong> la cuestión que venimos estudiando será exponer algunos <strong>sueños</strong> propios en <strong>los</strong> que<br />

aparecen conjuntamente, como fuentes oníricas, motivos recientes y sucesos infantiles<br />

olvidados hace ya mucho tiempo.<br />

En una ocasión en que al regresar <strong>de</strong> un viaje hube <strong>de</strong> acostarme, fatigado y<br />

hambriento, actuaron durante mi reposo las gran<strong>de</strong>s necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la vida, y tuve el<br />

siguiente sueño: «Entro en una cocina en <strong>de</strong>manda <strong>de</strong> un plato <strong>de</strong> Mehlspeise, plato hecho<br />

con harina, leche y huevos; literalmente, 'manjar <strong>de</strong> harina'. En la cocina encuentro tres<br />

mujeres. Una <strong>de</strong> ellas, que es la dueña <strong>de</strong> la casa, da vueltas a algo entre sus manos, como<br />

si estuviese haciendo albóndigas, y me respon<strong>de</strong> que tengo que esperar hasta que acabe. Me<br />

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