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SIGMUND FREUD<br />
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Más instructivo aún es el análisis <strong>de</strong> otro sueño que comunicaré aquí a causa <strong>de</strong> la<br />
clara oración que constituye su centro, pero cuyo esclarecimiento <strong>de</strong>jaremos para cuando<br />
tratemos <strong>de</strong> <strong>los</strong> afectos en el sueño. «Es <strong>de</strong> noche. Estoy en el laboratorio <strong>de</strong> Brücke y oigo<br />
llamar suavemente a la puerta. Abro y doy paso al profesor Fleischl (difunto) que entra con<br />
varios amigos y se sienta a su mesa <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cambiar conmigo algunas palabras.» Luego<br />
sigue un segundo sueño: «Mi amigo Fliess ha venido inesperadamente a Viena en el mes <strong>de</strong><br />
julio. Le encuentro en la calle con mi amigo P. (difunto) y voy con el<strong>los</strong> a un lugar<br />
in<strong>de</strong>terminado, don<strong>de</strong> se sientan frente a frente en una mesita, acomodándome yo en una <strong>de</strong><br />
las cabeceras. Fl. habla <strong>de</strong> su hermana y dice: 'En tres cuartos <strong>de</strong> hora quedó muerta', y<br />
luego algo como: 'Este es el umbral.' Viendo que P. no le compren<strong>de</strong>, se dirige Fl. a mí y<br />
me pregunta qué es lo que sobre él he contado a P. Embargado entonces por singulares<br />
afectos, quiero <strong>de</strong>cir a Fl. que P. (no pue<strong>de</strong> saber nada porque) no vive. Pero dándome<br />
perfecta cuenta <strong>de</strong> que me expreso mal, digo: Non vixit. Luego miro penetrantemente a P.,<br />
que pali<strong>de</strong>ce bajo mi mirada, tomando sus ojos un enfermizo color azul, y se va luego<br />
disolviendo poco a poco hasta <strong>de</strong>svanecerse por completo. Ello me causa extraordinaria<br />
alegría, haciéndome compren<strong>de</strong>r que Ernesto Fleischl no era tampoco sino una aparición,<br />
un revenant, y pienso que tales personas (apariciones) no subsisten sino mientras uno<br />
quiere, siendo suficiente nuestro <strong>de</strong>seo para hacerlas <strong>de</strong>saparecer.» Este acabado sueño<br />
reúne muchos <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> caracteres <strong>de</strong> la elaboración onírica que nos parecen enigmáticos:<br />
la crítica ejercida durante el sueño al reconocer el error <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir: Non vixit, en lugar <strong>de</strong> Non<br />
vivit; la inalterable tranquilidad que conservo ante la aparición <strong>de</strong> personas que el sueño<br />
mismo <strong>de</strong>clara difuntas; por último, lo absurdo <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>ducción final y la alegría que me<br />
produce. Me encantaría, pues, po<strong>de</strong>r comunicar aquí su solución completa. Pero en la vida<br />
real soy incapaz <strong>de</strong> conducirme como lo hago en este sueño y sacrificar a miras personales<br />
las consi<strong>de</strong>raciones que <strong>de</strong>bo a personas muy queridas. Por mucho que quisiera encubrirlo,<br />
el sentido <strong>de</strong>l sueño, que me es bien conocido, habría <strong>de</strong> avergonzarme. Me limitaré, pues,<br />
a interpretar, primero aquí y luego más a<strong>de</strong>lante, al tratar <strong>de</strong> <strong>los</strong> afectos en el sueño, algunos<br />
<strong>de</strong> <strong>los</strong> elementos <strong>de</strong>l que ahora nos ocupa.<br />
<strong>La</strong> escena en la que aniquilo a P. con la mirada constituye el centro <strong>de</strong>l sueño. Los<br />
ojos <strong>de</strong> mi amigo van adquiriendo un extraño color azul y todo él se disuelve luego. Esta<br />
escena es la evi<strong>de</strong>nte reproducción <strong>de</strong> otra realmente vivida. Siendo auxiliar en el Instituto<br />
Fisiológico, tenía mi clase por la mañana temprano, y Brücke averiguó que había llegado<br />
varias veces un tanto retrasado. Un día se presentó en el laboratorio a la hora fijada para el<br />
comienzo <strong>de</strong> la clase, esperó mi llegada y me amonestó enérgicamente. Pero lo más terrible<br />
no fueron sus palabras, sino la fulminante mirada <strong>de</strong> sus ojos azules, bajo la que quedé<br />
realmente aniquilado, como P. en el sueño, el cual invierte a favor mío <strong>los</strong> papeles. Todos<br />
<strong>los</strong> que conocieron al ilustre hombre <strong>de</strong> ciencia recordarán sus hermosos ojos azules, cuyo<br />
fuego no lograron <strong>de</strong>bilitar <strong>los</strong> años, y aquel<strong>los</strong> que le vieron irritado compren<strong>de</strong>rán sin<br />
dificultad <strong>los</strong> afectos que me sobrecogieron en la ocasión citada. Durante mucho tiempo me<br />
fue imposible encontrar el origen <strong>de</strong>l non vixit con el que ejecuto a P. en mi sueño, hasta<br />
que recordé que tales dos palabras no aparecían claramente como dichas u oídas, sino como<br />
vistas, y entonces supe inmediatamente <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> procedían. En el basamento <strong>de</strong> la estatua<br />
<strong>de</strong>l emperador José se lee la siguiente bella <strong>de</strong>scripción: Saluti patriae vixit non diu sed<br />
totus .<br />
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