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SIGMUND FREUD<br />
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un sueño, que puedo provocar siempre en mí, a voluntad y como experimentalmente.<br />
Cuando en la cena tomo algún plato muy salado, siento por la noche intensa sed, que llega a<br />
hacerme <strong>de</strong>spertar. Pero antes que esto suceda tengo siempre un sueño <strong>de</strong> idéntico<br />
contenido: el <strong>de</strong> que bebo agua a gran<strong>de</strong>s tragos y con todo el placer <strong>de</strong>l sediento. Sin<br />
embargo, <strong>de</strong>spierto <strong>de</strong>spués y me veo en la necesidad <strong>de</strong> beber realmente. El estímulo <strong>de</strong><br />
este sencillo sueño ha sido la sed, que al <strong>de</strong>spertar continúo sintiendo; sensación <strong>de</strong> la que<br />
emana el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> beber. El sueño me presenta realizado este <strong>de</strong>seo, cumpliendo, al hacerlo<br />
así, una función que se me revela en seguida. Mi reposo es, generalmente, profundo y<br />
tranquilo, y ninguna necesidad física suele interrumpirlo. Si soñando que bebo logro<br />
engañar mi sed, me habré evitado tener que <strong>de</strong>spertar para satisfacerla. Se trata, por tanto,<br />
<strong>de</strong> un «sueño <strong>de</strong> comodidad» (Bequemlichkeitstraum). El sueño se sustituye a la acción,<br />
como suce<strong>de</strong> también en la vida <strong>de</strong>spierta.<br />
Desgraciadamente, mi necesidad <strong>de</strong> agua para calmar mi sed no pue<strong>de</strong> ser satisfecha<br />
por medio <strong>de</strong> un sueño, como mi sed <strong>de</strong> venganza contra mi amigo Otto y contra el doctor<br />
M., pero en ambos casos existe una idéntica buena voluntad por arte <strong>de</strong>l fenómeno onírico.<br />
Este mismo sueño se presentó modificado en una reciente ocasión. Antes <strong>de</strong> conciliar el<br />
reposo, sentí ya sed y agoté el vaso <strong>de</strong> agua que había encima <strong>de</strong> mi mesa <strong>de</strong> noche. Horas<br />
<strong>de</strong>spués se renovó mi sed y con ella la excitación consiguiente. Para procurarme agua,<br />
hubiera tenido que levantarme y coger el vaso que quedaba lleno en la mesa <strong>de</strong> noche <strong>de</strong> mi<br />
mujer. A<strong>de</strong>cuadamente a esta circunstancia, soñé que mi mujer me dada a beber en un<br />
cacharro <strong>de</strong> forma poco corriente, que reconocí era un vaso cinerario etrusco, traído por mí<br />
<strong>de</strong> un viaje a Italia y que recientemente había regalado. Pero el agua sabía tan salada -<br />
seguramente a causa <strong>de</strong> la ceniza contenida en el vaso- que <strong>de</strong>sperté en el acto. Obsérvese<br />
con qué minucioso cuidado lo dispone todo el sueño para la mayor comodidad <strong>de</strong>l sujeto.<br />
Siendo su exclusivo propósito el <strong>de</strong> realizar un <strong>de</strong>seo, pue<strong>de</strong> mostrarse absolutamente<br />
egoísta. El amor a la comodidad propia es inconciliable con el respeto a la <strong>de</strong> otras<br />
personas. <strong>La</strong> intervención <strong>de</strong>l vaso cinerario constituye también una realización <strong>de</strong> <strong>de</strong>seos.<br />
Me disgusta no poseerlo ya, <strong>de</strong>l mismo modo que me disgusta tener que levantarme para<br />
coger el vaso <strong>de</strong> encima <strong>de</strong> la mesilla <strong>de</strong> noche. Por su especial <strong>de</strong>stinación -la <strong>de</strong> contener<br />
cenizas- se adapta, a<strong>de</strong>más, al resabor salado que ha provocado en mí la sed que habrá <strong>de</strong><br />
acabar por <strong>de</strong>spertarme.<br />
Estos <strong>sueños</strong> <strong>de</strong> comodidad eran en mí muy frecuentes durante mis años juveniles.<br />
Acostumbrado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> siempre a trabajar hasta altas horas <strong>de</strong> la noche, me era luego muy<br />
penoso tener que <strong>de</strong>spertarme temprano, y solía soñar que me había levantado ya y estaba<br />
lavándome. Al cabo <strong>de</strong> un rato, no podía menos <strong>de</strong> reconocer que aún me hallaba en el<br />
lecho; pero, entre tanto, había logrado continuar durmiendo unos minutos más. Un análogo<br />
sueño <strong>de</strong> pereza, especialmente chistoso, me ha sido comunicado por uno <strong>de</strong> mis colegas<br />
que, por lo visto, comparte mi afición al reposo matinal. <strong>La</strong> dueña <strong>de</strong> la pensión en que<br />
vivía tenía el encargo severísimo <strong>de</strong> <strong>de</strong>spertarle con tiempo para llegar al hospital a la hora<br />
marcada, encargo cuyo cumplimiento no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> entrañar graves dificulta<strong>de</strong>s. Una<br />
mañana dormía mi colega con especial <strong>de</strong>lectación, cuando la patrona le gritó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />
puerta: «¡Levántese usted, don José, que es ya la hora <strong>de</strong> ir al hospital!» A continuación<br />
soñó que ocupaba una <strong>de</strong> las salas <strong>de</strong>l hospital, un lecho sobre el cual colgaba un tarjetón<br />
con las palabras: «José H., cand., méd., veintidós años.» Viendo esto, se dijo en <strong>sueños</strong>: «Si<br />
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