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SIGMUND FREUD<br />
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relaciones y lo que la observación cotidiana nos <strong>de</strong>muestra que en realidad son. Aparte <strong>de</strong><br />
entrañar más <strong>de</strong> un motivo <strong>de</strong> hostilidad, constituye terreno abonado para la formación <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>seos rechazables por la censura. Examinaremos, en primer lugar, las relaciones entre<br />
padre e hijo. A mi juicio, el carácter sagrado que hemos reconocido a <strong>los</strong> preceptos <strong>de</strong>l<br />
Decálogo vela nuestra facultad <strong>de</strong> percepción <strong>de</strong> la realidad, y <strong>de</strong> este modo no nos<br />
atrevemos casi a darnos cuenta <strong>de</strong> que la mayor parte <strong>de</strong> la Humanidad infringe el cuarto<br />
mandamiento.<br />
Tanto en las capas más altas <strong>de</strong> la sociedad humana, como en las más bajas, suele<br />
posponerse el amor filial a otros intereses. Los oscuros datos que en la mitología y la<br />
leyenda po<strong>de</strong>mos hallar sobre la época primitiva <strong>de</strong> la sociedad humana nos dan una i<strong>de</strong>a<br />
poco agradable <strong>de</strong> la plenitud <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l padre <strong>de</strong> la tiranía con que el mismo hacía uso<br />
<strong>de</strong> ella. Cronos <strong>de</strong>vora a sus hijos y Júpiter castra a su padre y le arrebata el trono. Cuanto<br />
más ilimitado era el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l padre en la antigua familia, tanto más había <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar a<br />
su hijo y sucesor como un enemigo, y mayor había <strong>de</strong> ser la impaciencia <strong>de</strong>l hijo por<br />
alcanzar el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> su progenitor. Todavía en nuestra familia burguesa suele<br />
el padre contribuir al <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> <strong>los</strong> gérmenes <strong>de</strong> hostilidad que las relaciones paternofiliales<br />
entrañan, negando al hijo el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> escoger su camino en la vida o <strong>los</strong> medios<br />
necesarios para empren<strong>de</strong>rlo. El médico tiene frecuentísimas ocasiones <strong>de</strong> comprobar cómo<br />
el dolor causado por la muerte <strong>de</strong>l padre no basta para reprimir la satisfacción <strong>de</strong> la libertad<br />
por fin alcanzada. Sin embargo, <strong>los</strong> restos <strong>de</strong> la potestas patris familias, muy anticuada ya<br />
en nuestra sociedad, son ce<strong>los</strong>amente guardados todavía por todos <strong>los</strong> padres, y el poeta que<br />
coloca en primer término <strong>de</strong> su fábula la antiquísima lucha entre padre e hijo pue<strong>de</strong> estar<br />
seguro <strong>de</strong> su efecto sobre el público. <strong>La</strong>s ocasiones <strong>de</strong> conflicto entre madre e hija surgen<br />
cuando esta última, hecha ya mujer, encuentra en aquélla un obstáculo a su <strong>de</strong>seada libertad<br />
sexual y le recuerda, a su vez, que para ella ha llegado ya el tiempo <strong>de</strong> renunciar a toda<br />
satisfacción <strong>de</strong> dicho género.<br />
Todas estas circunstancias se presentan a nuestros ojos con perfecta evi<strong>de</strong>ncia. Pero<br />
como no bastan para explicarnos el hecho <strong>de</strong> que estos <strong>sueños</strong> sean también soñados por<br />
personas sobre cuyo amor filial en la actualidad no cabe discusión habremos <strong>de</strong> suponer<br />
que el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> <strong>los</strong> padres se <strong>de</strong>riva también <strong>de</strong> la más temprana infancia. Esta<br />
hipótesis queda confirmada por el análisis y sin lugar a duda alguna, con respecto a <strong>los</strong><br />
psiconeuróticos. Al someter a estos enfermos a la labor analítica <strong>de</strong>scubrimos que <strong>los</strong><br />
<strong>de</strong>seos sexuales infantiles -hasta el punto <strong>de</strong> que hallándose en estado <strong>de</strong> germen merecen<br />
este nombre- <strong>de</strong>spiertan muy tempranamente y que la primera inclinación <strong>de</strong> la niña tiene<br />
como objeto al padre, y la <strong>de</strong>l niño, a la madre. De este modo, el inmediato ascendiente <strong>de</strong>l<br />
sexo igual al <strong>de</strong>l hijo se convierte para éste en importuno rival, y ya hemos visto, al<br />
examinar las relaciones paternas, cuán poco se necesita para que este sentimiento conduzca<br />
al <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> muerte. <strong>La</strong> atracción sexual actúa también, generalmente, sobre <strong>los</strong> mismos<br />
padres, haciendo que por un rasgo natural prefiera y proteja la madre a <strong>los</strong> varones,<br />
mientras que el padre <strong>de</strong>dica mayor ternura a las hijas, conduciéndose en cambio ambos<br />
con igual severidad en la educación <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>scendientes cuando el mágico po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l sexo<br />
no perturba su juicio. Los niños se dan perfecta cuenta <strong>de</strong> tales preferencias y se rebelan<br />
contra aquel <strong>de</strong> sus inmediatos ascendientes que <strong>los</strong> trata con mayor rigor. Para el<strong>los</strong>, el<br />
amor <strong>de</strong> <strong>los</strong> adultos no es sólo la satisfacción <strong>de</strong> una especial necesidad, sino también una<br />
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