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SIGMUND FREUD<br />
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que distribuir su herencia entre sus hermanos. De <strong>los</strong> oficiales caídos en el campo <strong>de</strong> batalla<br />
se dice que han merecido el reconocimiento <strong>de</strong> la Patria.<br />
El sueño tien<strong>de</strong>, pues, directamente a dar expresión a aquello que al principio quería<br />
negar, proceso en el cual se hace notar, a través <strong>de</strong> las <strong>de</strong>formaciones, la ten<strong>de</strong>ncia<br />
realizadora <strong>de</strong> <strong>de</strong>seos. (El cambio <strong>de</strong> lugar durante el sueño pue<strong>de</strong> ser interpretado, quizá,<br />
en el sentido <strong>de</strong>l simbolismo <strong>de</strong>l umbral, establecido por Silberer.) No sospechamos qué es<br />
lo que le presta la necesaria fuerza impulsora. En la escena onírica no se nos muestra mi<br />
hijo como alguien que «cae», sino como alguien que «sube». En su juventud ha sido un<br />
intrépido alpinista. (No se nos aparece <strong>de</strong> uniforme, sino vestido con un traje <strong>de</strong> sport.) Esto<br />
es, el acci<strong>de</strong>nte que ahora tememos le haya sucedido ha sido sustituido por otro anterior<br />
(una vez que se rompió una pierna patinando). <strong>La</strong> hechura singular <strong>de</strong> su traje, con el que<br />
parece una foca, nos recuerda a otro individuo, más joven, <strong>de</strong> nuestra familia, a nuestro<br />
gracioso nietecito. El cabello gris alu<strong>de</strong> al padre <strong>de</strong> este niño, nuestro yerno, duramente<br />
castigado por la guerra. ¿Qué quiere esto <strong>de</strong>cir? Pero basta. El lugar en que el sueño se<br />
<strong>de</strong>sarrolla -una <strong>de</strong>spensa-, el cajón <strong>de</strong>l que mi hijo quiere coger algo (o sobre el que quiere<br />
colocar algo, en el sueño), son indudables alusiones a un acci<strong>de</strong>nte que sufrí por mi propia<br />
culpa. Teniendo unos dos o tres años quise alcanzar una go<strong>los</strong>ina <strong>de</strong> un armario <strong>de</strong> la<br />
<strong>de</strong>spensa y me subí sobre una banqueta colocada encima <strong>de</strong> una mesa, pero me caí y me di<br />
un golpe que pudo haberme costado per<strong>de</strong>r <strong>los</strong> dientes. Este elemento <strong>de</strong>l sueño constituye<br />
un reproche: «Te está bien empleado», equivalente a un sentimiento hostil contra mi hijo.<br />
Profundizando en el análisis <strong>de</strong>scubrí el sentimiento oculto al que pudiera satisfacer la<br />
temida <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> mi hijo. Es la envidia <strong>de</strong> la juventud, envidia que el hombre maduro<br />
siente siempre por mucho que crea haberla dominado, y resulta indudable que precisamente<br />
la dolorosísima emoción que habría <strong>de</strong> surgir si dicha <strong>de</strong>sgracia se confirmara es la que<br />
reanima, como atenuante, tal realización reprimida <strong>de</strong> <strong>de</strong>seos. (Adición <strong>de</strong> 1919.)<br />
Po<strong>de</strong>mos ya precisar qué es lo que el <strong>de</strong>seo inconsciente significa para el sueño.<br />
Concedo que existe una clase <strong>de</strong> <strong>sueños</strong> cuyo estímulo proce<strong>de</strong> predominante o hasta <strong>de</strong> un<br />
modo exclusivo <strong>de</strong> <strong>los</strong> restos <strong>de</strong> la vida diurna, y opino que incluso mi <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> recibir<br />
algún día el título <strong>de</strong> profesor extraordinario me hubiera <strong>de</strong>jado dormir tranquilo aquella<br />
noche si no hubiera perdurado aún en mí el cuidado que la salud <strong>de</strong> mi amigo me inspiraba.<br />
Pero este cuidado no habría provocado, sin embargo, sueño ninguno, pues la fuerza<br />
impulsora <strong>de</strong> que el sueño precisaba tenía que ser reforzada por un <strong>de</strong>seo. Así, pues, para<br />
formar el sueño tuvo mi preocupación que buscar tal <strong>de</strong>seo y aliarse con él. Trataremos <strong>de</strong><br />
aclarar estas circunstancias por medio <strong>de</strong> una comparación tomada <strong>de</strong> la vida social. Es<br />
muy posible que la i<strong>de</strong>a diurna represente en la formación <strong>de</strong>l sueño el papel <strong>de</strong> socio<br />
industrial: el socio industrial posee una i<strong>de</strong>a y quiere explotarla; pero no pue<strong>de</strong> hacer nada<br />
sin capital y necesita un socio capitalista que corra con <strong>los</strong> gastos. En el sueño el capitalista<br />
que corre con el gasto psíquico necesario para la formación <strong>de</strong>l sueño es siempre,<br />
cualquiera que sea la i<strong>de</strong>a diurna, un <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> lo inconsciente.<br />
Otras veces se reúnen ambos caracteres en una misma persona, caso el más corriente<br />
en el sueño: la labor diurna ha provocado un <strong>de</strong>seo inconsciente, y éste crea entonces el<br />
sueño. También para todas las <strong>de</strong>más modificaciones posibles <strong>de</strong> la asociación económica<br />
empleada aquí como ejemplo hallamos un paralelo en <strong>los</strong> procesos oníricos. El socio<br />
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