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LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS<br />
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contacto y casi regularmente aparece junto a un proceso mental su reflejo contradictorio,<br />
unido a él por asociaciones <strong>de</strong> contraste.<br />
Los diversos componentes <strong>de</strong> esta complicada formación muestran naturalmente las<br />
más variadas relaciones lógicas entre sí, constituyendo el primer término y el último<br />
divagaciones y aclaraciones, condiciones, <strong>de</strong>mostraciones y objeciones. Cuando la masa<br />
total <strong>de</strong> estas i<strong>de</strong>as latentes es sometida luego a la presión <strong>de</strong> la elaboración onírica, bajo<br />
cuyos efectos quedan <strong>los</strong> diversos fragmentos subvertidos <strong>de</strong>smenuzados y soldados, como<br />
<strong>los</strong> témpanos <strong>de</strong> hielo a la <strong>de</strong>riva, surge la interrogación <strong>de</strong> cuál ha sido el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />
lazos lógicos que hasta entonces había mantenido la cohesión <strong>de</strong>l conjunto. ¿Qué<br />
representación alcanzan en el sueño <strong>los</strong> términos «sí, porque, tan, aunque, o... o...» y todas<br />
las <strong>de</strong>más conjunciones sin las cuales nos es imposible compren<strong>de</strong>r una oración o un<br />
discurso? <strong>La</strong> primera respuesta a esta interrogación es la <strong>de</strong> que el sueño no dispone <strong>de</strong><br />
medio alguno para representar estas relaciones lógicas <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as latentes entre sí. <strong>La</strong><br />
mayor parte <strong>de</strong> las veces <strong>de</strong>ja a un lado todas las conjunciones señaladas y toma<br />
únicamente para elaborarlo el contenido objetivo <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as latentes. A cargo <strong>de</strong> la<br />
<strong>interpretación</strong> queda <strong>de</strong>spués la labor <strong>de</strong> reconstruir la coherencia que la elaboración onírica<br />
ha <strong>de</strong>struído.<br />
<strong>La</strong> falta <strong>de</strong> esta capacidad <strong>de</strong> expresión <strong>de</strong>be <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l material psíquico con el<br />
que el sueño es elaborado. A una análoga limitación se hallan sometidas las artes plásticas,<br />
comparadas con la poesía, que pue<strong>de</strong> servirse <strong>de</strong> la palabra y también en ellas <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> tal<br />
impotencia <strong>de</strong>l material por medio <strong>de</strong> cuya elaboración tien<strong>de</strong>n a exteriorizar algo. Antes<br />
que la pintura llegase al conocimiento <strong>de</strong> sus leyes <strong>de</strong> expresión, se esforzaba en compensar<br />
esta <strong>de</strong>sventaja haciendo salir <strong>de</strong> la boca <strong>de</strong> sus personajes filacterias en las que constaban<br />
escritas las frases que el pintor <strong>de</strong>sesperaba <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r exteriorizar con la expresión <strong>de</strong> sus<br />
figuras. Quizá se nos presente aquí la objeción <strong>de</strong> que no es exacto que el sueño renuncie a<br />
la representación <strong>de</strong> las relaciones lógicas, pues existen algunos en <strong>los</strong> que se <strong>de</strong>sarrollan<br />
las más complicadas operaciones mentales, y en <strong>los</strong> que se <strong>de</strong>muestra y se contradice, se<br />
sutiliza y se compara, <strong>de</strong>l mismo modo que en el pensamiento <strong>de</strong>spierto. Pero también aquí<br />
nos engaña una falsa apariencia. Cuando empren<strong>de</strong>mos la <strong>interpretación</strong> <strong>de</strong> tales <strong>sueños</strong>,<br />
averiguamos que todo ello es material onírico y no representación <strong>de</strong> una labor intelectual<br />
en el sueño. Lo que el aparente pensar <strong>de</strong>l sueño reproduce es el contenido <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as<br />
latentes y no las relaciones <strong>de</strong> dichas i<strong>de</strong>as entre sí, en cuya fijación es en lo que consiste el<br />
pensamiento. Más a<strong>de</strong>lante expondré algunos ejemp<strong>los</strong> que ilustrarán estas afirmaciones.<br />
Lo que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego es fácilmente comparable es que todos <strong>los</strong> discursos orales que en el<br />
sueño aparecen (y son expresamente calificados <strong>de</strong> tales por el sujeto) son siempre<br />
reproducciones exactas o sólo ligeramente modificadas <strong>de</strong> discursos reales, cuyo recuerdo<br />
forma parte <strong>de</strong>l material onírico. El discurso no es con frecuencia sino una alusión a un<br />
suceso contenido en las i<strong>de</strong>as latentes, siendo muy otro el sentido <strong>de</strong>l sueño.<br />
De todos modos, no he <strong>de</strong> discutir que en la formación <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>sueños</strong> interviene<br />
también una labor intelectual crítica que no se limita a repetir materiales <strong>de</strong> <strong>los</strong> productos<br />
oníricos. Al final <strong>de</strong> estas consi<strong>de</strong>raciones habré <strong>de</strong> esclarecer la influencia <strong>de</strong> este factor y<br />
entonces veremos que tal labor intelectual no es provocada por las i<strong>de</strong>as latentes, sino por el<br />
sueño mismo, ya constituido en cierto modo. Queda, pues, fijado, por el momento, que las<br />
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