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LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS<br />
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hacerla <strong>de</strong>saparecer, quedando el sujeto libre <strong>de</strong> ella. Dada la impotencia <strong>de</strong> nuestros<br />
restantes esfuerzos terapéuticos, y ante el enigma <strong>de</strong> estos estados, me pareció atractivo<br />
continuar el camino iniciado por Breuer hasta llegar a un completo esclarecimiento, no<br />
obstante, las gran<strong>de</strong>s dificulta<strong>de</strong>s que a ello se oponían. En otro lugar expondré<br />
<strong>de</strong>talladamente cómo la técnica <strong>de</strong>l procedimiento fue perfeccionándose hasta su forma<br />
actual, y cuáles han sido <strong>los</strong> resultados <strong>de</strong> mi labor. <strong>La</strong> <strong>interpretación</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>sueños</strong> surgió<br />
en el curso <strong>de</strong> estos trabajos psicoanalíticos. Mis pacientes, a <strong>los</strong> que comprometía a<br />
referirme todo lo que con respecto a un tema dado se les ocurriera, me relataban también<br />
sus <strong>sueños</strong>, y hube <strong>de</strong> comprobar que un sueño pue<strong>de</strong> hallarse incluido en la concatenación<br />
psíquica, que pue<strong>de</strong> perseguirse retrocediendo en la memoria <strong>de</strong>l sujeto a partir <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a<br />
patológica.<br />
De aquí a consi<strong>de</strong>rar <strong>los</strong> <strong>sueños</strong> como síntomas patológicos y aplicarles el método<br />
<strong>de</strong> <strong>interpretación</strong> para el<strong>los</strong> establecido no había más que un paso. <strong>La</strong> realización <strong>de</strong> esta<br />
labor exige cierta preparación psíquica <strong>de</strong>l enfermo. Dos cosas perseguimos en él: una<br />
intensificación <strong>de</strong> su atención sobre sus percepciones psíquicas y una exclusión <strong>de</strong> la<br />
crítica, con la que acostumbra seleccionar las i<strong>de</strong>as que en él emergen. Para facilitarle<br />
concentrar toda su atención en la labor <strong>de</strong> autoobservación es conveniente hacerle cerrar <strong>los</strong><br />
ojos y adoptar una postura <strong>de</strong>scansada. El renunciamiento a la crítica <strong>de</strong> <strong>los</strong> productos<br />
mentales percibidos habremos <strong>de</strong> imponérselo expresamente. Le diremos, por tanto, que el<br />
éxito <strong>de</strong>l psicoanálisis <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> que respete y comunique todo lo que atraviese su<br />
pensamiento y no se <strong>de</strong>je llevar a retener unas ocurrencias por creerlas insignificantes o<br />
faltas <strong>de</strong> conexión con el tema dado, y otras, por parecerle absurdas o <strong>de</strong>satinadas. Habrá <strong>de</strong><br />
mantenerse en una perfecta imparcialidad con respecto a sus ocurrencias, pues la crítica que<br />
sobre las mismas se halla habituado a ejercer es precisamente lo que le ha impedido hasta el<br />
momento hallar la buscada solución <strong>de</strong>l sueño, <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a obsesiva, etc.<br />
En mis trabajos psicoanalíticos he observado que la disposición <strong>de</strong> ánimo <strong>de</strong>l<br />
hombre que reflexiona es totalmente distinta <strong>de</strong> la <strong>de</strong>l que observa sus procesos psíquicos.<br />
En la reflexión entra más intensamente en juego una acción psíquica que en la más atenta<br />
autoobservación; diferencia que se revela en la tensión expresa la fisonomía <strong>de</strong>l hombre<br />
que reflexiona, contrastando con la serenidad mímica <strong>de</strong>l autoobservador. En muchos casos<br />
tiene que existir una concentración <strong>de</strong> la atención; pero el sujeto sumido en la reflexión<br />
ejercita, a<strong>de</strong>más, una crítica, a consecuencia <strong>de</strong> la cual rechaza una parte <strong>de</strong> las ocurrencias<br />
emergentes <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> percibirlas, interrumpe otras en el acto, negándose a a seguir <strong>los</strong><br />
caminos que abren a su pensamiento, y reprime otras antes que hayan llegado a la<br />
percepción, no <strong>de</strong>jándolas <strong>de</strong>venir conscientes. En cambio, el autoobservador no tiene que<br />
realizar más esfuerzo que el <strong>de</strong> reprimir la crítica, y si lo consigue acudirá a su conciencia<br />
una infinidad <strong>de</strong> ocurrencias, que <strong>de</strong> otro modo hubieran permanecido inaprehensibles. Con<br />
ayuda <strong>de</strong> estos nuevos materiales, conseguidos por su autopercepción. se nos hace posible<br />
llevar a cabo la <strong>interpretación</strong> <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as patológicas y <strong>de</strong> <strong>los</strong> productos oníricos. Como<br />
vemos, se trata <strong>de</strong> provocar un estado que tiene <strong>de</strong> común con el <strong>de</strong> adormecimiento<br />
anterior al reposo -y seguramente también con el hipnótico- una cierta analogía en la<br />
distribución <strong>de</strong> la energía psíquica (<strong>de</strong> la atención móvil). En el estado <strong>de</strong> adormecimiento<br />
surgen las «representaciones involuntarias» por el relajamiento <strong>de</strong> una cierta acción<br />
voluntaria -y seguramente también crítica- que <strong>de</strong>jamos actuar sobre el curso <strong>de</strong> nuestras<br />
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