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La interpretación de los sueños

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SIGMUND FREUD<br />

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<strong>de</strong> costumbre, a un objeto, siquiera sea sólo imaginativo, sino que carece <strong>de</strong> él en absoluto,<br />

siendo, por tanto, puramente autoerótica, o mostrando, a lo más, un matiz homosexual<br />

(<strong>de</strong>ntista).<br />

El segundo punto, que creo interesante hacer resaltar, es el que sigue: Podría<br />

objetarse que es innecesario todo empeño en aplicar a este caso la teoría <strong>de</strong> Freud, dado que<br />

<strong>los</strong> sucesos <strong>de</strong>l día anterior bastan por sí so<strong>los</strong> para hacer comprensible el contenido <strong>de</strong>l<br />

sueño. <strong>La</strong> visita al <strong>de</strong>ntista la conversación con la señora y la lectura <strong>de</strong> <strong>La</strong> <strong>interpretación</strong><br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>sueños</strong> explican suficientemente que el sujeto, molestado aun durante el reposo por<br />

el dolor <strong>de</strong> muelas, produjese el sueño relatado, incluso, si se quiere, con el fin <strong>de</strong><br />

adormecer el dolor que perturba su reposo (por medio <strong>de</strong> la representación <strong>de</strong> la extracción<br />

<strong>de</strong> la muela dolorida acompañada <strong>de</strong> un simultáneo adormecimiento <strong>de</strong> la temida sensación<br />

<strong>de</strong> dolor por el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la libido). Pero no pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse seriamente la hipótesis <strong>de</strong><br />

que la lectura <strong>de</strong> las explicaciones <strong>de</strong> Freud haya podido establecer o siquiera reavivar en el<br />

sujeto la relación <strong>de</strong> la extracción <strong>de</strong> la muela con el acto <strong>de</strong> la masturbación, si dicha<br />

relación no se hallase constituida <strong>de</strong> antemano hace ya mucho tiempo, como el mismo<br />

sujeto lo confiesa («arrancarse una»). <strong>La</strong> incredulidad con que el sujeto manifiesta haber<br />

recibido las afirmaciones <strong>de</strong> Freud sobre la significación típica <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>sueños</strong> <strong>de</strong> estímulo<br />

<strong>de</strong>ntal al leerlas por vez primera, incredulidad que <strong>de</strong>spertó en él el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> comprobar si<br />

tal significación se extendía a todos <strong>los</strong> <strong>sueños</strong> <strong>de</strong> este género, es lo que dio vida, a más <strong>de</strong><br />

su diálogo con la señora, a tal relación. El sueño le ofrece la confirmación <strong>de</strong>seada, por lo<br />

menos en lo que respecta a su propia persona, y le muestra al mismo tiempo el motivo <strong>de</strong> su<br />

incredulidad, constituyendo <strong>de</strong> este modo la realización <strong>de</strong> un <strong>de</strong>seo: el <strong>de</strong> convencerse <strong>de</strong>l<br />

alcance y soli<strong>de</strong>z <strong>de</strong> la teoría freudiana.<br />

Al segundo grupo <strong>de</strong> <strong>sueños</strong> típicos pertenecen aquel<strong>los</strong> en <strong>los</strong> que volamos<br />

flotamos, caemos, nadamos, etc. , <strong>sueños</strong> para <strong>los</strong> que no pue<strong>de</strong> señalarse un sentido<br />

general, pues significan en cada caso algo distinto, pero cuyo material <strong>de</strong> sensaciones<br />

proce<strong>de</strong> siempre <strong>de</strong> la misma fuente. De <strong>los</strong> datos obtenidos en <strong>los</strong> psicoanálisis hemos <strong>de</strong><br />

concluir que también estos <strong>sueños</strong> repiten impresiones <strong>de</strong> la infancia, refiriéndose a <strong>los</strong><br />

juegos <strong>de</strong> movimiento tan atractivos para <strong>los</strong> niños. Todos hemos jugado a hacer volar a<br />

nuestros hijos o sobrinos o hemos fingido <strong>de</strong>jar<strong>los</strong> caer cuando <strong>los</strong> teníamos en nuestros<br />

brazos o cabalgando sobre nuestras rodillas. Los niños gustan mucho <strong>de</strong> esta clase <strong>de</strong><br />

juegos y pi<strong>de</strong>n, incansables, su repetición, sobre todo cuando va mezclado a el<strong>los</strong> una<br />

sensación <strong>de</strong> sobresalto o vértigo. En años posteriores se procura el sujeto tal repetición en<br />

el sueño, pero suprime en él <strong>los</strong> brazos que <strong>de</strong> niño le sostenían y flota o cae así libremente.<br />

Conocida es también la predilección <strong>de</strong> <strong>los</strong> niños por <strong>los</strong> juegos <strong>de</strong> columpiarse y<br />

balancearse, juego cuyo recuerdo es reavivado más tar<strong>de</strong> por <strong>los</strong> ejercicios <strong>de</strong> <strong>los</strong> artistas <strong>de</strong><br />

circo. En muchos adolescentes no consiste luego la crisis histérica sino en la reproducción<br />

<strong>de</strong> tales ejercicios, que realizan, por cierto con gran <strong>de</strong>streza, durante la misma. Estos<br />

juegos <strong>de</strong> movimiento, inocentes en sí, provocan, con frecuencia, sensaciones sexuales. Los<br />

<strong>sueños</strong> en que volamos caemos, sentimos vértigo, etc., reproducen su agitación, pero<br />

transforman en angustia las indicadas sensaciones <strong>de</strong> placer.<br />

Po<strong>de</strong>mos, pues, rechazar muy fundadamente la teoría que atribuye a nuestras<br />

sensaciones epidérmicas durante el reposo y a las emanadas <strong>de</strong>l movimiento respiratorio,<br />

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