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La interpretación de los sueños

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LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS<br />

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resultando así como una diestra calumnia, en la que «hay algo <strong>de</strong> verdad». En efecto, mi<br />

amigo R. fue propuesto con el voto en contra <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> profesores, y N. me proporcionó<br />

por sí mismo, inocentemente, en la conversación relatada, material más que suficiente para<br />

<strong>de</strong>nigrarle. Repito, no obstante, que me parece necesario más amplio esclarecimiento.<br />

Recuerdo ahora que el sueño contenía aún otro fragmento, <strong>de</strong>l que hasta ahora no<br />

me he ocupado en la <strong>interpretación</strong>. Después <strong>de</strong> ocurrírseme que R. es mi tío, experimento<br />

en <strong>sueños</strong> un tierno cariño hacia él. ¿De dón<strong>de</strong> proviene este sentimiento? Mi tío José no<br />

me inspiró nunca, naturalmente, cariño alguno; R. es, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace años, un buen amigo mío,<br />

al que quiero y estimo, pero si me oyera expresarle mi afecto en términos aproximadamente<br />

correspondientes al grado que él mismo alcanza en mi sueño, quedaría con seguridad un<br />

tanto sorprendido. Tal afecto me parece, pues, tan falso y exagerado -aunque esto último en<br />

sentido inverso- como el juicio que sobre sus faculta<strong>de</strong>s intelectuales expreso en mi sueño<br />

al fundir su personalidad con la <strong>de</strong> mi tío. Pero esta misma circunstancia me hace entrever<br />

una posible explicación. El cariño que por R. siento en mi sueño no pertenece al contenido<br />

latente, esto es, a <strong>los</strong> pensamientos que se escon<strong>de</strong>n <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l sueño. Por el contrario, se<br />

halla en oposición a dicho contenido, y es muy apropiado para encubrirse su sentido.<br />

Probablemente no es otro su <strong>de</strong>stino. Recuerdo qué enérgica resistencia se opuso en mí a la<br />

<strong>interpretación</strong> <strong>de</strong> este sueño, y cómo fui aplazándola una y otra vez hasta la noche<br />

siguiente, con el pretexto <strong>de</strong> que todo él no era sino un puro disparate.<br />

Por mi experiencia psicoanalítica sé cómo han <strong>de</strong> interpretarse estos juicios<br />

con<strong>de</strong>natorios. Su valor no es el <strong>de</strong> un conocimiento, sino tan sólo el <strong>de</strong> una manifestación<br />

afectiva. Cuando mi hija pequeña no quiere comer una manzana que le ofrecen afirma que<br />

está agria sin siquiera haberla probado. En aquel<strong>los</strong> casos en que mis pacientes siguen esta<br />

conducta infantil comprendo en seguida que se trata <strong>de</strong> una representación que quieren<br />

reprimir. Esto mismo suce<strong>de</strong> en mi sueño. Me resisto a interpretarlo, porque la<br />

<strong>interpretación</strong> contiene algo contra lo cual me rebelo, y que una vez efectuada aquélla,<br />

<strong>de</strong>muestra ser la afirmación <strong>de</strong> que R. es un imbécil. El cariño que por R. siento no puedo<br />

referirlo a las i<strong>de</strong>as latentes <strong>de</strong> mi sueño, pero sí, en cambio, a esta, mi resistencia. Si mi<br />

sueño, comparado con su contenido latente, aparece <strong>de</strong>formado hasta la inversión, con<br />

respecto a este punto habré <strong>de</strong> <strong>de</strong>ducir que el cariño en él manifiesto sirve precisamente a<br />

dicha <strong>de</strong>formación; o dicho <strong>de</strong> otro modo: que la <strong>de</strong>formación <strong>de</strong>muestra ser aquí<br />

intencionada, constituyendo un medio <strong>de</strong> disimulación. Mis i<strong>de</strong>as latentes contienen un<br />

insulto contra R., y para evitar que yo me dé cuenta <strong>de</strong> ello llega al contenido manifiesto<br />

todo lo contrario; esto es, un cariñoso sentimiento hacia él.<br />

Podía ser éste un <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> carácter general. Como hemos visto por <strong>los</strong><br />

ejemp<strong>los</strong> incluidos en el capítulo III, existen <strong>sueños</strong> que constituyen francas realizaciones<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>seos. En aquel<strong>los</strong> casos en que tal realización aparece disfrazada e irreconocible habrá<br />

<strong>de</strong> existir una ten<strong>de</strong>ncia opuesta al <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> que se trate, y a consecuencia <strong>de</strong> ella no podría<br />

el <strong>de</strong>seo manifestarse sino encubierto y disfrazado. <strong>La</strong> vida social nos ofrece un proceso<br />

paralelo a este que en la vida psíquica se <strong>de</strong>sarrolla, mostrándonos una análoga<br />

<strong>de</strong>formación <strong>de</strong> un acto psíquico. En efecto, siempre que en la relación social entre dos<br />

personas se halle una <strong>de</strong> ellas investida <strong>de</strong> cualquier po<strong>de</strong>r, que imponga a la otra<br />

<strong>de</strong>terminadas precauciones en la expresión <strong>de</strong> sus pensamientos, se vera obligada esta<br />

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