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La interpretación de los sueños

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SIGMUND FREUD<br />

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pue<strong>de</strong> observarse que al aproximarnos al estado <strong>de</strong> reposo, y en la misma medida en que las<br />

activida<strong>de</strong>s voluntarias se muestran cohibidas, surgen representaciones involuntarias,<br />

constituidas en su totalidad por imágenes. <strong>La</strong> incapacidad para aquella labor <strong>de</strong><br />

representación que sentimos como intencionadamente voluntaria y la aparición <strong>de</strong><br />

imágenes, enlazada siempre a esta dispersión, son dos caracteres que el sueño presenta en<br />

todo caso y que habremos <strong>de</strong> reconocer en su análisis psicológico como caracteres<br />

esenciales <strong>de</strong> la vida onírica. De las imágenes -las alucinaciones hipnagógicas- hemos<br />

averiguado ya que son <strong>de</strong> contenido idéntico al <strong>de</strong> las imágenes oníricas .<br />

Así, pues, el sueño piensa predominantemente en imágenes visuales, aunque no <strong>de</strong>je<br />

<strong>de</strong> laborar también con imágenes auditivas, y en menor escala con las impresiones <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

<strong>de</strong>más sentidos. Gran parte <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>sueños</strong> es también simplemente pensada o i<strong>de</strong>ada<br />

(representada probablemente en consecuencia por restos <strong>de</strong> representaciones verbales),<br />

igual a como suce<strong>de</strong> en la vida <strong>de</strong>spierta. En cambio, aquel<strong>los</strong> elementos <strong>de</strong> contenido que<br />

se conducen como imágenes, o sea, aquel<strong>los</strong> más semejantes a percepciones que a<br />

representaciones mnémicas, constituyen algo característico y peculiarísimo <strong>de</strong>l fenómeno<br />

onírico. Prescindiendo <strong>de</strong> las discusiones, conocidas por todos <strong>los</strong> psiquíatras, sobre la<br />

esencia <strong>de</strong> la alucinación, po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir, con la totalidad <strong>de</strong> <strong>los</strong> autores versados en esta<br />

materia, que el sueño alucina; esto es, sustituye pensamientos por alucinaciones. En este<br />

sentido no existe diferencia alguna entre representaciones visuales o acústicas. Se ha<br />

observado que el recuerdo <strong>de</strong> una serie <strong>de</strong> sonidos, que evocamos al comenzar el reposo, se<br />

transforma al comenzar a quedarnos dormidos en la alucinación <strong>de</strong> la misma melodía, para<br />

<strong>de</strong>jar <strong>de</strong> nuevo paso a la representación mnémica, más discreta y <strong>de</strong> distinta constitución<br />

cualitativa, siempre que salimos <strong>de</strong> nuestro aletargamiento, cosa que pue<strong>de</strong> repetirse varias<br />

veces antes <strong>de</strong> conciliar <strong>de</strong>finitivamente el reposo.<br />

<strong>La</strong> transformación <strong>de</strong> las representaciones en alucinaciones no es la única forma en<br />

que el sueño se <strong>de</strong>svía <strong>de</strong>l pensamiento <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong>spierta al que quizá correspon<strong>de</strong>. Con<br />

estas imágenes forma el sueño una situación, nos muestra algo como presente, o, según<br />

expresión <strong>de</strong> Spitta (pág. 145), dramatiza una i<strong>de</strong>a. Mas para completar la característica <strong>de</strong><br />

esta faceta <strong>de</strong> la vida onírica habremos <strong>de</strong> añadir que al soñar -generalmente, pues las<br />

excepciones precisan <strong>de</strong> una distinta explicación- no creemos pensar, sino experimentar, y,<br />

por tanto, damos completo crédito a la alucinación. <strong>La</strong> crítica <strong>de</strong> que no hemos vivido o<br />

experimentado nada, sino que lo hemos pensado en una forma especial -soñando-, no surge<br />

hasta el <strong>de</strong>spertar. Este carácter separa al sueño propiamente dicho, sobrevenido durante el<br />

reposo, <strong>de</strong> la ensoñación diurna, jamás confundida con la realidad. Burdach ha concretado<br />

<strong>los</strong> caracteres hasta aquí indicados <strong>de</strong> la vida onírica en las siguientes observaciones:<br />

«Entre las más esenciales características <strong>de</strong>l sueño <strong>de</strong>bemos contar las siguientes: a) la<br />

actividad subjetiva <strong>de</strong> nuestra alma aparece como objetiva, dado que la capacidad <strong>de</strong><br />

percepción acoge <strong>los</strong> productos <strong>de</strong> la fantasía como si <strong>de</strong> productos sensoriales se tratase...;<br />

b) el reposo es una supresión <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l ser, razón por la cual hallamos entre las<br />

condiciones <strong>de</strong>l mismo una cierta pasividad. <strong>La</strong>s imágenes <strong>de</strong>l letargo son condicionadas<br />

por el relajamiento <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l ser.» Llegamos ahora a la tentativa <strong>de</strong> explicar la<br />

credulidad <strong>de</strong>l alma con respecto a las alucinaciones oníricas, las cuales sólo pue<strong>de</strong>n surgir<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la supresión <strong>de</strong> una cierta actividad <strong>de</strong>l ser. Strümpell expone que el alma<br />

continúa conduciéndose aquí normalmente y conforme a su mecanismo peculiar. Los<br />

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