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La interpretación de los sueños

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LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS<br />

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principio <strong>de</strong>jé <strong>de</strong>satendida: «Viendo que P. no le compren<strong>de</strong>, me pregunta Fl.», etc. Pero<br />

luego, cuando la <strong>interpretación</strong> quedó <strong>de</strong>tenida, volví sobre estas palabras y encontré en<br />

ellas el punto <strong>de</strong> partida <strong>de</strong>l camino que llevaba a una fantasía infantil dada en las i<strong>de</strong>as<br />

latentes como foco intermedio. En este camino me orientaron, a<strong>de</strong>más, <strong>los</strong> conocidos<br />

versos: «Pocas veces me habéis comprendido,-pocas veces os he comprendido yo, -sólo<br />

cuando nos encontramos en el fango- pudimos compren<strong>de</strong>rnos en seguida.»<br />

Cualquier análisis podría proporcionarnos ejemp<strong>los</strong> <strong>de</strong> cómo precisamente <strong>los</strong><br />

rasgos más insignificantes <strong>de</strong>l sueño resultan imprescindibles para la <strong>interpretación</strong> y <strong>de</strong>l<br />

retraso que sufre el análisis cuando <strong>los</strong> <strong>de</strong>saten<strong>de</strong>mos al principio. Análoga atención<br />

minuciosa hemos <strong>de</strong>dicado en la <strong>interpretación</strong> a <strong>los</strong> matices <strong>de</strong> la expresión oral en la que<br />

el sueño nos era relatado, e incluso cuando esta expresión resultaba insuficiente o<br />

<strong>de</strong>satinada, como si el sujeto no hubiese conseguido construir la versión exacta <strong>de</strong> su sueño,<br />

la hemos aceptado tal y como nos era ofrecida respetando todos sus <strong>de</strong>fectos. Hemos<br />

consi<strong>de</strong>rado, pues, como un texto sagrado e intangible algo que, en opinión <strong>de</strong> <strong>los</strong> autores,<br />

no es más que una rápida y arbitraria improvisación. Este contraste <strong>de</strong>manda un<br />

esclarecimiento.<br />

Pero este esclarecimiento resulta favorable a nuestras opiniones, aunque sin quitar la<br />

razón a <strong>los</strong> investigadores citados. Des<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> nuestro nuevos conocimientos<br />

sobre el nacimiento <strong>de</strong>l sueño no existe aquí, en efecto contradicción ninguna. Es cierto que<br />

<strong>de</strong>formamos el sueño al intentar reproducirlo, pues llevamos a cabo un proceso análogo al<br />

que <strong>de</strong>scribimos como una elaboración secundaria <strong>de</strong>l sueño por la instancia <strong>de</strong>l<br />

pensamiento normal. Pero esta <strong>de</strong>formación no es, a su vez, sino parte <strong>de</strong> la elaboración por<br />

la que pasan regularmente las i<strong>de</strong>as latentes a consecuencia <strong>de</strong> la censura. Los<br />

investigadores han sospechado u observado aquí la actuación manifiesta <strong>de</strong> la <strong>de</strong>formación<br />

onírica; pero a nosotros no pue<strong>de</strong> impresionarnos este fenómeno, pues conocemos otra más<br />

amplia <strong>de</strong>formación, menos fácilmente visible, que ha actuado ya sobre el sueño en sus<br />

i<strong>de</strong>as latentes. <strong>La</strong> equivocación <strong>de</strong> <strong>los</strong> autores resi<strong>de</strong> únicamente en que consi<strong>de</strong>ran<br />

arbitraria y, por tanto, no susceptible <strong>de</strong> solución ninguna, y muy apropiada para<br />

inspirarnos un erróneo conocimiento <strong>de</strong>l sueño, la modificación que el mismo experimenta<br />

al ser recordado y traducido en palabras. Esta opinión supone un <strong>de</strong>sconocimiento <strong>de</strong> la<br />

amplitud que la <strong>de</strong>terminación alcanza en lo psíquico. No hay en tales modificaciones<br />

arbitrariedad ninguna. En general, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>mostrarse que cuando una serie <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as ha<br />

<strong>de</strong>jado in<strong>de</strong>terminado un elemento, hay siempre otra que toma a su cargo tal <strong>de</strong>terminación.<br />

Así, cuando nos proponemos <strong>de</strong>cir al azar un número cualquiera, el que surge en nuestro<br />

pensamiento y parece constituir una ocurrencia totalmente libre y espontánea se <strong>de</strong>muestra<br />

siempre <strong>de</strong>terminado en nosotros por i<strong>de</strong>as que pue<strong>de</strong>n hallarse muy lejos <strong>de</strong> nuestro<br />

propósito momentáneo. Pues bien, las modificaciones que el sueño experimenta al ser<br />

recordado y traducido en la vigilia no son más arbitrarias que tales números; esto es, no lo<br />

son en absoluto. Se hallan asociativamente enlazadas con el contenido, al que sustituyen, y<br />

sirven para mostrarnos el camino que conduce a este contenido, el cual pue<strong>de</strong> ser, a su vez,<br />

sustitución <strong>de</strong> otro.<br />

Al analizar <strong>los</strong> <strong>sueños</strong> <strong>de</strong> mis pacientes suelo someter esta afirmación a una prueba<br />

que jamás me ha fallado. Cuando el relato <strong>de</strong> un sueño me parece difícilmente<br />

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