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SIGMUND FREUD<br />
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1) El olvido <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>sueños</strong>.<br />
Dirigiremos en primer lugar nuestra atención a un tema <strong>de</strong>l que se <strong>de</strong>riva una<br />
objeción a la que hasta ahora no hemos atendido y que pudiera parecer susceptible <strong>de</strong> echar<br />
por tierra <strong>los</strong> resultados <strong>de</strong> <strong>los</strong> esfuerzos que hemos <strong>de</strong>dicado a la <strong>interpretación</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />
<strong>sueños</strong>. Des<strong>de</strong> diversos sectores se nos ha objetado que, en realidad, <strong>de</strong>sconocemos en<br />
absoluto el sueño que queremos interpretar o, mejor dicho, que no poseemos garantía<br />
ninguna <strong>de</strong> la exactitud <strong>de</strong> nuestro conocimiento <strong>de</strong>l sueño [véase el índice temático].<br />
Aquello que <strong>de</strong>l sueño recordamos, y a lo que aplicamos nuestra técnica interpretadora,<br />
aparece, en primer lugar, fragmentado por la infi<strong>de</strong>lidad <strong>de</strong> nuestra memoria,<br />
particularmente incapaz para la conservación <strong>de</strong>l sueño, y ha perdido, quizá, la parte más<br />
importante <strong>de</strong> su contenido. En efecto, cuando comenzamos a conce<strong>de</strong>r atención a nuestros<br />
<strong>sueños</strong> nos quejamos, muchas veces, <strong>de</strong> no lograr recordar <strong>de</strong> todo un extenso sueño más<br />
que un pequeñísimo fragmento, y aun éste, sin gran confianza en la exactitud <strong>de</strong> nuestro<br />
recuerdo. En segundo lugar, todo nos hace suponer que nuestro recuerdo <strong>de</strong>l sueño no es<br />
solamente fragmentario, sino también infiel. Lo mismo que dudamos <strong>de</strong> que lo soñado haya<br />
sido realmente tan incoherente y borroso como en nuestra memoria aparece, po<strong>de</strong>mos<br />
poner en duda que el sueño fuera tan coherente como lo relatamos, pues al intentar<br />
reproducirlo hemos podido llenar con nuevos materiales, arbitrariamente elegidos, las<br />
lagunas dadas o producidas por el olvido, adornando y perfeccionando el sueño hasta hacer<br />
imposible <strong>de</strong>terminar cuál fue su verda<strong>de</strong>ro contenido. Así, hemos encontrado en varios<br />
autores (Spitta, Foucauld, Tannery) la hipótesis <strong>de</strong> que todo lo que en el sueño significa<br />
or<strong>de</strong>n y coherencia ha sido introducido en él a posteriori, al intentar recordarlo y<br />
reproducirlo en un relato. Vemos, pues, que corremos el peligro <strong>de</strong> que nos sea arrebatado<br />
<strong>de</strong> la mano el objeto mismo cuyo valor nos hemos propuesto <strong>de</strong>terminar en estas<br />
investigaciones.<br />
Hasta ahora hemos venido haciendo caso omiso <strong>de</strong> esta advertencia en nuestras<br />
interpretaciones y hemos <strong>de</strong>dicado a <strong>los</strong> elementos más insignificantes e inseguros <strong>de</strong>l<br />
contenido manifiesto la misma atención que a <strong>los</strong> más precisos y más seguramente<br />
recordados. En el sueño <strong>de</strong> la inyección <strong>de</strong> Irma encontramos la frase siguiente: «Me<br />
apresuro a llamar al doctor M.» y supusimos que este pequeño <strong>de</strong>talle no hubiera llegado al<br />
sueño si no hubiera sido susceptible <strong>de</strong> una <strong>de</strong>rivación especial. En efecto, el examen <strong>de</strong><br />
este elemento nos llevó a la historia <strong>de</strong> aquella <strong>de</strong>sdichada paciente, a cuyo lado hice acudir<br />
con toda premura a uno <strong>de</strong> mis colegas, más renombrado y antiguo que yo en la profesión.<br />
En el sueño, aparentemente absurdo, que trata como quantité negligéable la diferencia entre<br />
51 y 56, aparecía mencionado varias veces el número 51. En lugar <strong>de</strong> encontrar natural e<br />
indiferente esta repetición, <strong>de</strong>dujimos <strong>de</strong> ella la existencia <strong>de</strong> una segunda serie <strong>de</strong><br />
pensamientos en el contenido latente, serie que había <strong>de</strong> llevar el número 51, y<br />
persiguiendo sus huellas, llegamos a <strong>los</strong> temores que me inspiraba la edad <strong>de</strong> cincuenta y<br />
un años, consi<strong>de</strong>rada por mí como un momento peligroso para la vida <strong>de</strong>l hombre, i<strong>de</strong>a que<br />
se hallaba en absoluta contradicción con la serie dominante que entrañaba un orgul<strong>los</strong>o<br />
<strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong>l tiempo. En el sueño non vixit hallé una interpolación insignificante, que al<br />
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