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La interpretación de los sueños

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LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS<br />

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causara vergüenza ninguna. Asimismo, pue<strong>de</strong> observarse que la propia <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z actúa<br />

sobre muchos niños, aun en períodos ya algo avanzados <strong>de</strong> la infancia, como excitante. En<br />

lugar <strong>de</strong> avergonzarse, ríen a carcajadas, corren por la habitación y se dan palmadas sobre<br />

el cuerpo hasta que su madre o la persona a cuya guarda están encomendados les afea su<br />

proce<strong>de</strong>r, tachándo<strong>los</strong> <strong>de</strong> <strong>de</strong>svergonzados. Los niños muestran con frecuencia veleidad<br />

exhibicionista. Rara es la al<strong>de</strong>a en que el viajero no encuentra a algún niño <strong>de</strong> dos o tres<br />

años que levanta a su paso -y como en honor suyo- <strong>los</strong> faldones <strong>de</strong> su camiseta. Uno <strong>de</strong> mis<br />

pacientes conservaba en su memoria consciente el recuerdo <strong>de</strong> una escena en que, teniendo<br />

ocho años, había intentado entrar en camisa, a la hora <strong>de</strong> acostarse, en la alcoba <strong>de</strong> su<br />

hermanita, capricho que le fue negado por la criada que <strong>de</strong> él cuidaba. En la historia infantil<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> neuróticos <strong>de</strong>sempeña la <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z <strong>de</strong> niños <strong>de</strong> sexo opuesto al <strong>de</strong>l sujeto un<br />

importantísimo papel. <strong>La</strong> manía <strong>de</strong> <strong>los</strong> paranoicos <strong>de</strong> creerse observados cuando se visten o<br />

se <strong>de</strong>snudan <strong>de</strong>be ser enlazada a estos sucesos infantiles. Entre <strong>los</strong> perversos existe un<br />

grupo -el <strong>de</strong> <strong>los</strong> exhibicionistas- en el que el indicado impulso infantil ha pasado a la<br />

categoría <strong>de</strong> obsesión.<br />

Cuando, en la edad adulta, volvemos la vista atrás se nos aparece esta época infantil<br />

en la que nada nos avergonzaba como un Paraíso, y en realidad el Paraíso no es otra cosa<br />

que la fantasía colectiva <strong>de</strong> la niñez individual. Por esta razón se hace vivir en él, <strong>de</strong>snudos,<br />

a sus moradores, sin avergonzarse uno ante el otro, hasta que llega un momento en que<br />

<strong>de</strong>spiertan la vergüenza y la angustia, suce<strong>de</strong> la expulsión y comienza la vida sexual y la<br />

labor <strong>de</strong> civilización. A este paraíso pue<strong>de</strong> el sueño retrotraernos todas las noches. Ya<br />

indicamos antes nuestra sospecha <strong>de</strong> que las impresiones <strong>de</strong> la primera infancia (<strong>de</strong>l<br />

período prehistórico, que alcanza hasta el final <strong>de</strong>l cuarto año) <strong>de</strong>mandan <strong>de</strong> por sí y quizá<br />

sin que en ello influya para nada su contenido, una reproducción, siendo, por tanto, su<br />

repetición una realización <strong>de</strong> <strong>de</strong>seos. Así, pues, <strong>los</strong> <strong>sueños</strong> <strong>de</strong> <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z son <strong>sueños</strong><br />

exhibicionistas . El nódulo <strong>de</strong>l sueño exhibicionista queda constituido por la propia figura<br />

<strong>de</strong>l sujeto -no en su edad infantil, sino en la actual- y por el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n o parvedad <strong>de</strong> su<br />

vestido, <strong>de</strong>talle este último que, a causa <strong>de</strong> la superposición <strong>de</strong> recuerdos posteriores o <strong>de</strong><br />

imposiciones <strong>de</strong> la censura, queda siempre in<strong>de</strong>terminada. A este nódulo se agregan las<br />

personas ante las cuales nos avergonzamos. No conozco caso ninguno <strong>de</strong> que entre estas<br />

personas retornen las que realmente presenciaron las pretéritas exhibiciones infantiles <strong>de</strong>l<br />

sujeto. El sueño no es, en efecto, casi nunca un simple recuerdo. En todas las<br />

reproducciones que el sueño, la histeria y la neurosis obsesiva nos presentan quedan<br />

siempre omitidas aquellas personas a las que hicimos objeto <strong>de</strong> nuestro interés sexual en<br />

nuestra infancia. Unicamente la paranoia hace retornar a <strong>los</strong> espectadores e impone al<br />

sujeto la más fanática convicción <strong>de</strong> su presencia, aunque <strong>los</strong> <strong>de</strong>ja permanecer invisibles.<br />

Aquello con que el sueño <strong>los</strong> sustituye -«mucha gente <strong>de</strong>sconocida» que no presta atención<br />

al espectáculo que se le ofrece- constituye la transformación, en su contrario, <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo <strong>de</strong>l<br />

sujeto, orientado hacia la persona, familiar y única, a la que siendo niño <strong>de</strong>dicó su<br />

<strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z, en sus exhibiciones infantiles. Esta «gente <strong>de</strong>sconocida» aparece también en<br />

muchos otros <strong>sueños</strong> e intercala en <strong>los</strong> más diversos contextos, significando entonces<br />

«secreto», siempre como transformación, en su contrario, <strong>de</strong> un <strong>de</strong>seo. El retorno <strong>de</strong> la<br />

situación primitiva, que, como antes indicamos, se verifica en la paranoia, queda adaptado<br />

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