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La interpretación de los sueños

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LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS<br />

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Dos son <strong>los</strong> puntos <strong>de</strong> partida <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>los</strong> que llegamos a la hipótesis <strong>de</strong> que la carga por el<br />

segundo sistema representa, simultáneamente, una coerción <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rivación <strong>de</strong> la<br />

excitación. Estos dos puntos <strong>de</strong> partida son el cuidado <strong>de</strong> adaptarse al principio <strong>de</strong>l<br />

displacer y el principio <strong>de</strong>l menor gasto <strong>de</strong> inervación. Resulta pues -y ello constituye la<br />

clave <strong>de</strong> la teoría <strong>de</strong> la represión-, que el segundo sistema no pue<strong>de</strong> cargar una<br />

representación sino cuando se halla en estado <strong>de</strong> coartar el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> displacer que <strong>de</strong><br />

ella emana. Aquello que a esta coerción se sustrajera sería también inaccesible para el<br />

segundo sistema y quedaría abandonado en seguida en obediencia al principio <strong>de</strong>l displacer.<br />

<strong>La</strong> coerción <strong>de</strong>l displacer no necesita, sin embargo, ser completa. Tiene que<br />

producirse siempre un comienzo <strong>de</strong> tal efecto, que anuncie al segundo sistema la naturaleza<br />

<strong>de</strong>l recuerdo y quizá también su <strong>de</strong>fectuosa capacidad para el fin buscado por el<br />

pensamiento. Llamaremos proceso primario al único proceso psíquico que pue<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>sarrollarse en el primer sistema, y proceso secundario al que se <strong>de</strong>sarrolla bajo la<br />

coerción <strong>de</strong>l segundo. Puedo mostrar aún en otro lugar por qué el segundo sistema tiene que<br />

corregir el proceso primario. El proceso primario aspira a la <strong>de</strong>rivación <strong>de</strong> la excitación<br />

para crear, con la cantidad <strong>de</strong> excitación así acumulada, una i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> percepción. El<br />

proceso secundario ha abandonado ya este propósito y entraña en su lugar el <strong>de</strong> conseguir<br />

una i<strong>de</strong>ntidad mental. Todo el pensamiento no es sino un ro<strong>de</strong>o <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el recuerdo <strong>de</strong> la<br />

satisfacción, tomado como representación final, hasta la carga idéntica <strong>de</strong>l mismo recuerdo,<br />

que ha <strong>de</strong> ser alcanzada por el camino que pasa por <strong>los</strong> caminos que enlazan a las<br />

representaciones sin <strong>de</strong>jarse incluir en error por las intensida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las mismas. Pero vemos<br />

claramente que las con<strong>de</strong>nsaciones <strong>de</strong> representaciones y las formaciones intermediarias y<br />

transaccionales constituyen un estorbo para alcanzar este fin <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad; sustituyendo una<br />

representación a otra, <strong>de</strong>svían <strong>de</strong>l camino que partía <strong>de</strong> la primera.<br />

Por tanto, el pensamiento secundario evita cuidadosamente tales procesos. No es<br />

tampoco difícil ver que el principio <strong>de</strong>l displacer, que ofrece importantes puntos <strong>de</strong> apoyo<br />

al proceso intelectual, le estorba también en la persecución <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntidad intelectual. <strong>La</strong><br />

ten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l pensamiento tiene, pues, que orientarse a libertarse cada vez más <strong>de</strong> la<br />

regulación exclusiva por medio <strong>de</strong>l principio <strong>de</strong>l displacer y a limitar a un mínimo<br />

utilizable como premisa el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> afectos por la labor intelectual. Este<br />

perfeccionamiento <strong>de</strong> la función <strong>de</strong>be ser conseguido mediante una sobrecarga<br />

proporcionada por la conciencia. Pero sabemos que tal perfeccionamiento sólo raras veces<br />

se consigue, aun en la vida anímica más normal, y que nuestro pensamiento permanece<br />

siempre accesible a la falsificación por la intervención <strong>de</strong>l principio <strong>de</strong>l displacer. Mas no<br />

es ésta, sin embargo, la laguna <strong>de</strong> la función <strong>de</strong> nuestro aparato anímico, que hace posible<br />

que <strong>los</strong> pensamientos que se presentan como resultados <strong>de</strong> la labor intelectual secundaria<br />

sucumban al proceso psíquico primario, fórmula con la cual po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>scribir ahora la<br />

labor que conduce al sueño y a <strong>los</strong> síntomas histéricos. <strong>La</strong> insuficiencia es creada por la<br />

colaboración <strong>de</strong> dos factores <strong>de</strong> nuestra historia evolutiva, uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> cuales pertenece por<br />

completo al aparato anímico y ha ejercido una influencia reguladora sobre la relación <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

dos sistemas. En cambio, el otro aparece en cantida<strong>de</strong>s muy variables e introduce en la vida<br />

anímica fuerzas impulsoras <strong>de</strong> origen orgánico.<br />

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