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LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS<br />
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tuvimos ante la vista <strong>los</strong> dos sistemas, como dos localida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l aparato psíquico.<br />
Cuando <strong>de</strong>cimos que una i<strong>de</strong>a inconsciente aspira a una traducción a lo preconsciente, para<br />
<strong>de</strong>spués emerger en la conciencia, no queremos <strong>de</strong>cir que <strong>de</strong>ba ser formada una segunda<br />
i<strong>de</strong>a en un nuevo lugar. Asimismo queremos también separar cuidadosamente <strong>de</strong> la<br />
emergencia en la conciencia toda i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un cambio <strong>de</strong> localidad. Cuando <strong>de</strong>cimos que una<br />
i<strong>de</strong>a preconsciente queda reprimida y acogida <strong>de</strong>spués por lo inconsciente, podían<br />
incitarnos estas imágenes a creer que realmente queda disuelta en una <strong>de</strong> las dos localida<strong>de</strong>s<br />
psíquicas una or<strong>de</strong>nación y sustituida por otra nueva en la otra localidad. En lugar <strong>de</strong> esto,<br />
diremos ahora, en forma que correspon<strong>de</strong> mejor al verda<strong>de</strong>ro estado <strong>de</strong> cosas, que una<br />
carga <strong>de</strong> energía es transferida o retirada <strong>de</strong> una or<strong>de</strong>nación <strong>de</strong>terminada, <strong>de</strong> manera que el<br />
producto psíquico queda situado bajo el dominio <strong>de</strong> una instancia o sustraído al mismo.<br />
Sustituimos aquí, nuevamente, una representación tópica por una representación dinámica;<br />
lo que nos aparece dotado <strong>de</strong> movimiento no es el producto psíquico, sino su inervación.<br />
Sin embargo, creo a<strong>de</strong>cuado y justificado continuar empleando la representación<br />
plástica <strong>de</strong> <strong>los</strong> sistemas. Evitaremos todo abuso <strong>de</strong> esta forma <strong>de</strong> exposición recordando que<br />
las representaciones, las i<strong>de</strong>as y <strong>los</strong> productos psíquicos en general no <strong>de</strong>ben ser localizados<br />
en elementos orgánicos <strong>de</strong>l sistema nervioso, sino, por <strong>de</strong>cirlo así, entre el<strong>los</strong>. Todo aquello<br />
que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>venir objeto <strong>de</strong> nuestra percepción interior, es virtual, como la imagen<br />
producida por la entrada <strong>de</strong> <strong>los</strong> rayos luminosos en el anteojo. Los sistemas, que no son en<br />
sí nada psíquicos y no resultan nunca accesibles a nuestra percepción psíquica, pue<strong>de</strong>n ser<br />
comparados a las lentes <strong>de</strong>l anteojo, las cuales proyectan la imagen. Continuando esta<br />
comparación, correspon<strong>de</strong>ría la censura situada entre dos sistemas a la refracción <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />
rayos al pasar a un medio nuevo. Hasta ahora hemos hecho psicología por nuestra propia<br />
cuenta; pero es ya tiempo <strong>de</strong> que volvamos nuestros ojos a las opiniones teóricas <strong>de</strong> la<br />
psicología actual para compararlas con nuestros resultados. El problema <strong>de</strong> lo inconsciente<br />
en la psicología es, según las rotundas palabras <strong>de</strong> Lipps, menos un problema psicológico<br />
que el problema <strong>de</strong> la psicología. Mientras que la psicología se limitaba a resolver este<br />
problema con la explicación <strong>de</strong> que lo psíquico era precisamente lo consciente, y que la<br />
expresión «procesos psíquicos inconscientes» constituía un contrasentido palpable, quedaba<br />
excluido todo aprovechamiento psicológico <strong>de</strong> las observaciones que el médico podía<br />
efectuar en <strong>los</strong> estados anímicos anormales.<br />
El médico y el filósofo sólo se encuentran cuando reconocen ambos que <strong>los</strong><br />
procesos psíquicos inconscientes constituyen la expresión a<strong>de</strong>cuada y perfectamente<br />
justificada <strong>de</strong> un hecho incontrovertible. El médico no pue<strong>de</strong> sino rechazar con un<br />
encogimiento <strong>de</strong> hombros la afirmación <strong>de</strong> que la conciencia es el carácter imprescindible<br />
<strong>de</strong> lo psíquico, o si su respeto a las manifestaciones <strong>de</strong> <strong>los</strong> filósofos es aún lo bastante<br />
fuerte, suponer que no tratan el mismo objeto ni ejercen la misma ciencia. Pero también una<br />
sola observación, comprensiva <strong>de</strong> la vida anímica <strong>de</strong> un neurótico, o un solo análisis<br />
onírico, tienen que imponerle la convicción in<strong>de</strong>structible <strong>de</strong> que <strong>los</strong> procesos intelectuales<br />
más complicados y correctos, a <strong>los</strong> que no es posible negar el nombre <strong>de</strong> procesos<br />
psíquicos, pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>sarrollarse sin intervención <strong>de</strong> la conciencia <strong>de</strong>l individuo .<br />
El médico no advierte, ciertamente, estos procesos inconscientes hasta que <strong>los</strong><br />
mismos han ejercido un efecto susceptible <strong>de</strong> comunicaciones o <strong>de</strong> observación sobre la<br />
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