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SIGMUND FREUD<br />
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asimismo a esta contradicción. El sujeto tiene en ella la convicción <strong>de</strong> ser observado, pero<br />
<strong>los</strong> que así le observan son «gente <strong>de</strong>sconocida, singularmente in<strong>de</strong>terminada».<br />
<strong>La</strong> represión actúa también en estos <strong>sueños</strong> exhibicionistas. <strong>La</strong> penosa sensación<br />
que durante el<strong>los</strong> experimentamos no es sino la reacción <strong>de</strong>l segundo sistema contra el<br />
hecho <strong>de</strong> haber logrado, a pesar <strong>de</strong> todo, una representación el contenido, por él rechazado,<br />
<strong>de</strong> la escena exhibicionista. Esta no <strong>de</strong>bía haber sido reproducida, para evitar la sensación<br />
<strong>de</strong>sagradable. Más a<strong>de</strong>lante volveremos a ocuparnos <strong>de</strong> la sensación <strong>de</strong> hallarnos<br />
paralizados, la cual sirve admirablemente en el sueño para expresar el conflicto <strong>de</strong> la<br />
voluntad, el no. <strong>La</strong> intención consciente <strong>de</strong>manda que la exhibición prosiga y la censura<br />
exige que se interrumpa. <strong>La</strong>s relaciones <strong>de</strong> nuestros <strong>sueños</strong> típicos con las fábulas y otros<br />
temas <strong>de</strong> creación poética no son ciertamente escasas ni casuales. <strong>La</strong> penetrante mirada <strong>de</strong><br />
un escritor ha observado en una ocasión analíticamente el proceso <strong>de</strong> transformación <strong>de</strong> que<br />
el poeta es, en general, instrumento y ha sabido perseguir el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> dicho proceso<br />
remontando su curso, o sea referir a un sueño la obra poética. Aludo con esto a Gottfried<br />
Keller, en cuya obra Enrique el Ver<strong>de</strong> me ha señalado un amigo mío el siguiente pasaje:<br />
«No le <strong>de</strong>seo a usted, mi querido Lee, que compruebe por propia experiencia cuál fue la<br />
sensación <strong>de</strong> Ulises al surgir <strong>de</strong>snudo y cubierto <strong>de</strong> barro ante Nausicaa y sus compañeras.<br />
¿Que cómo es posible tal comprobación? Helo aquí. Cuando lejos <strong>de</strong> nuestra patria y <strong>de</strong><br />
todo lo que nos es querido vagamos por tierras extrañas, vemos y vivimos todo género <strong>de</strong><br />
cosas, sufrimos y meditamos o nos hallamos quizá miserables y abandonados, soñamos<br />
in<strong>de</strong>fectiblemente alguna noche que nos acercamos a nuestros lejanos lares. Los anhelados<br />
paisajes patrios aparecen ante nosotros con esplendorosos colores, y suaves figuras amadas<br />
salen a nuestro encuentro. Pero entonces nos damos cuenta <strong>de</strong> que llegamos <strong>de</strong>strozados,<br />
<strong>de</strong>snudos y cubiertos <strong>de</strong> polvo. Vergüenza y angustia infinitas se apo<strong>de</strong>ran <strong>de</strong> nosotros.<br />
Intentamos cubrir nuestras <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>ces u ocultarnos, y acabamos por <strong>de</strong>spertar bañados en<br />
sudor.<br />
Mientras existan seres humanos será éste el sueño <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sgraciado al que el Destino<br />
hace vagar lejos <strong>de</strong> su patria. Vemos, pues, que la situación <strong>de</strong> Ulises ante Nausicaa ha sido<br />
tomada por Homero <strong>de</strong> la más profunda y eterna esencia <strong>de</strong> la Humanidad.» Ahora bien:<br />
esta eterna y más profunda esencia <strong>de</strong>l hombre que todo poeta tien<strong>de</strong> siempre a <strong>de</strong>spertar en<br />
sus oyentes, se halla constituida por aquel<strong>los</strong> impulsos y sentimientos <strong>de</strong> la vida anímica,<br />
cuyas raíces penetran en el temprano período infantil consi<strong>de</strong>rado luego como prehistórico.<br />
Detrás <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>seos <strong>de</strong>l expatriado, capaces <strong>de</strong> conciencia y libres <strong>de</strong> toda objeción, se<br />
abren paso en el sueño <strong>los</strong> <strong>de</strong>seos infantiles, reprimidos y <strong>de</strong>venidos ilícitos, razón por la<br />
cual termina siempre en sueño <strong>de</strong> angustia este sueño que la leyenda <strong>de</strong> Nausicaa<br />
objetiviza.<br />
El sueño antes expuesto, en el que la agilidad <strong>de</strong> que doy pruebas al subir la<br />
escalera se transforma a poco en la imposibilidad <strong>de</strong> hacer movimiento alguno, es<br />
igualmente un sueño exhibicionista, pues presenta <strong>los</strong> componentes esenciales <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong><br />
este género. Por tanto, habremos <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r referirlo a sucesos infantiles, y el conocimiento<br />
<strong>de</strong> estos sucesos habrá <strong>de</strong> permitirnos <strong>de</strong>ducir hasta qué punto la conducta <strong>de</strong> la criada con<br />
respecto a mí y el reproche que me dirige <strong>de</strong> haber ensuciado la alfombra contribuyen a<br />
hacerla ocupar un lugar en mi sueño. No resulta, en efecto, nada difícil llegar por este<br />
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