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La interpretación de los sueños

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SIGMUND FREUD<br />

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erróneamente había constituido el retiro <strong>de</strong> Fischhof, el lea<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>los</strong> estudiantes al que<br />

alu<strong>de</strong>n algunos <strong>de</strong>talles <strong>de</strong>l contenido manifiesto. <strong>La</strong> asociación <strong>de</strong> pensamientos me<br />

conduce luego a Inglaterra, a casa <strong>de</strong> mi hermano, el cual solía embromar a su mujer<br />

llamándola Fifty years ago, título <strong>de</strong> una poesía <strong>de</strong> lord Tennyson, acostumbrando a sus<br />

hijos a rectificarle diciendo: Fifteen years ago.<br />

Pero esta fantasía, enlazada a <strong>los</strong> pensamientos que mi encuentro con el con<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

Thun me había sugerido, es como una <strong>de</strong> aquellas fachadas <strong>de</strong> ciertas iglesias italianas, que<br />

carecen <strong>de</strong> toda conexión orgánica con el edificio a que han sido antepuestas. En cambio, se<br />

diferencia <strong>de</strong> estas fachadas en que presenta diversas lagunas, es confusa y <strong>de</strong>ja pasar a su<br />

través varios elementos <strong>de</strong>l interior. <strong>La</strong> primera situación <strong>de</strong> mi sueño se halla formada por<br />

la acumulación <strong>de</strong> varias escenas, en las que po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>scomponerla. <strong>La</strong> provocativa<br />

actitud <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> está tomada <strong>de</strong> un suceso real, <strong>de</strong>l que fui testigo en el colegio cuando<br />

tenía quince años. Disgustados <strong>de</strong> la ignorancia y antipatía <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> nuestros profesores,<br />

tramamos contra él una conspiración, a la cabeza <strong>de</strong> la cual se colocó uno <strong>de</strong> mis<br />

condiscípu<strong>los</strong>, que por cierto parece haber tomado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces como mo<strong>de</strong>lo la figura<br />

<strong>de</strong> Enrique VIII <strong>de</strong> Inglaterra. Por mi parte, fui encargado <strong>de</strong> iniciar las hostilida<strong>de</strong>s, y una<br />

discusión sobre la importancia <strong>de</strong>l Danubio para Austria (¡Wachau!) nos proporcionó<br />

ocasión <strong>de</strong> <strong>de</strong>clararnos en franca rebeldía. Entre <strong>los</strong> conjurados se hallaba el único <strong>de</strong> mis<br />

condiscípu<strong>los</strong> que pertenecía a una familia aristocrática, muchacho al que por <strong>de</strong>smesurada<br />

estatura <strong>de</strong>nominábamos la «jirafa», y su actitud al ser invitado a dar explicaciones por el<br />

profesor <strong>de</strong> lengua alemana, nuestro tirano, fue muy semejante al <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> en mi sueño. <strong>La</strong><br />

<strong>de</strong>claración <strong>de</strong> la flor preferida y el ponerse en el ojal algo que tiene también que ser una<br />

flor (cosa que evoca en mí el recuerdo <strong>de</strong> unas orquí<strong>de</strong>as que el día <strong>de</strong>l sueño llevé a una<br />

señora amiga mía, y, a<strong>de</strong>más, el <strong>de</strong> una rosa <strong>de</strong> Jericó) alu<strong>de</strong> claramente a la escena en que<br />

Shakespeare nos muestra el punto <strong>de</strong> partida <strong>de</strong> la guerra civil <strong>de</strong> la rosa roja y la rosa<br />

blanca . <strong>La</strong> mención <strong>de</strong> Enrique VIII en el análisis inicia el camino que conduce a esta<br />

reminiscencia. De ella no hay mucha distancia a la <strong>de</strong> <strong>los</strong> claveles blancos y rojos.<br />

(Entremedias se intercalaron en el <strong>de</strong>sarrollo analítico dos versos, uno alemán y otro<br />

español. «Rosa, tulipanes y claveles,-todas las flores se marchitan-. Isabelita no llores, -que<br />

se marchitan las flores.» Este último proce<strong>de</strong> también <strong>de</strong> Fígaro.) Los claveles blancos son<br />

en Viena el distintivo <strong>de</strong> <strong>los</strong> antisemitas, y <strong>los</strong> rojos, el <strong>de</strong> <strong>los</strong> social<strong>de</strong>mócratas. Detrás <strong>de</strong><br />

esto surge el recuerdo <strong>de</strong> una provocación antisemita durante un viaje en ferrocarril por el<br />

bello país <strong>de</strong> Sajonia (ang<strong>los</strong>ajones). <strong>La</strong> tercera escena que ha proporcionado elementos<br />

para la formación <strong>de</strong> la situación inicial <strong>de</strong> mi sueño pertenece a mis primeros años <strong>de</strong><br />

estudiante. En una sociedad estudiantil alemana se mantenía un <strong>de</strong>bate sobre la relación <strong>de</strong><br />

la fi<strong>los</strong>ofía con las ciencias naturales. Muy joven aún y lleno <strong>de</strong> entusiasmo por las<br />

doctrinas materialistas, tercié en la discusión, <strong>de</strong>fendiendo calurosamente un punto <strong>de</strong> vista<br />

en exceso unilateral. Un colega más reflexivo y maduro, cuyo apellido pertenece al reino<br />

zoológico y que ha revelado más tar<strong>de</strong> una gran capacidad para organizar y dirigir<br />

multitu<strong>de</strong>s, pidió entonces la palabra y rebatió con gran energía mis argumentos. También<br />

él dijo había guardado <strong>los</strong> cerdos en su juventud, pero <strong>de</strong>spués había retornado, lleno <strong>de</strong><br />

remordimientos, al hogar paterno. Al acabar su discurso me levanté indignado (como en mi<br />

sueño), y en forma grosera (saugrob, «grosera como una cerda») le respondí que, sabiendo<br />

que había guardado cerdos, no me asombraba ya el tono <strong>de</strong> sus discursos. (En el sueño me<br />

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