12.05.2013 Views

La interpretación de los sueños

La interpretación de los sueños

La interpretación de los sueños

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

SIGMUND FREUD<br />

____________________________________________________________________________________<br />

obligados a <strong>de</strong>spertar o intentaremos dominar el estímulo entretejiéndolo en un sueño.<br />

Correlativamente a la variedad <strong>de</strong> estas constelaciones se manifestarán <strong>los</strong> estímu<strong>los</strong> con<br />

mayor o menor frecuencia en <strong>los</strong> <strong>sueños</strong> <strong>de</strong> un individuo que en <strong>los</strong> <strong>de</strong> otro. Así, por lo que<br />

a mí respecta, gozo <strong>de</strong> tan profundo reposo y me <strong>de</strong>fiendo con tal tenacidad contra todo lo<br />

que pudiera perturbarlo, que sólo muy raras veces se mezclan en mis <strong>sueños</strong> causas<br />

externas <strong>de</strong> excitación, al paso que <strong>los</strong> motivos <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n psíquico me incitan fácilmente a<br />

soñar. De todos <strong>los</strong> <strong>sueños</strong> propios por mí anotados, sólo hay realmente uno que pueda ser<br />

referido a una fuente <strong>de</strong> estímu<strong>los</strong> objetivos (una sensación dolorosa), pero precisamente en<br />

él creemos muy instructivo comprobar el resultado onírico <strong>de</strong>l estímulo exterior.<br />

«Voy montado en un caballo gris. Al principio monto con inseguridad y torpeza o<br />

como si fuese en una difícil postura, distinta <strong>de</strong> la corriente. Encuentro a mi colega el<br />

doctor P., que viene también a caballo, pero con gran arrogancia, y viste un traje <strong>de</strong> grueso<br />

paño. Al llegar junto a mí, me hace no sé qué advertencia (probablemente la <strong>de</strong> que voy<br />

mal montado). Pero ya voy encontrándome cada vez mejor sobre el inteligentísimo corcel,<br />

<strong>de</strong>scanso cómodamente sobre la silla y me siento tranquilo y confiado como si estuviera en<br />

mi casa. En lugar <strong>de</strong> silla lleva el caballo un largo almohadón que cubre por completo su<br />

lomo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cuello hasta la grupa. Con gran serenidad paso por el estrecho espacio que<br />

<strong>de</strong>jan entre sí dos carros. Después <strong>de</strong> avanzar largo trecho por una calle, doy media vuelta y<br />

quiero <strong>de</strong>smontar ante una pequeña capilla abierta, pero luego <strong>de</strong>smonto realmente junto a<br />

otra que se alza poco más allá. El hotel está en la misma calle. Podría <strong>de</strong>jar que el caballo<br />

fuera solo hasta él, pero prefiero llevarlo <strong>de</strong> la brida. Es como si me avergonzase <strong>de</strong> llegar<br />

allí montado. A la puerta <strong>de</strong>l hotel hay un «botones» que me enseña una tarjeta que yo<br />

mismo he encontrado y se burla <strong>de</strong> mí. En la tarjeta hay escrito y doblemente subrayado:<br />

No comer, y <strong>de</strong>spués un segundo propósito (impreciso): algo como No trabajar. A ello se<br />

aña<strong>de</strong> la vaga i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que me hallo en una ciudad extranjera en la que no trabajo.» Nada<br />

indica, a primera vista, que este sueño haya surgido bajo la influencia, o mejor dicho, bajo<br />

la coerción <strong>de</strong> un estímulo doloroso.<br />

Durante el día anterior me habían hecho sufrir extraordinariamente, convirtiendo en<br />

tortura cada uno <strong>de</strong> mis movimientos, varios furúncu<strong>los</strong> <strong>de</strong> que venía pa<strong>de</strong>ciendo. Uno <strong>de</strong><br />

el<strong>los</strong>, situado en la raíz <strong>de</strong>l escroto, había llegado a alcanzar el volumen <strong>de</strong> una manzana y<br />

me causaba, al andar, insoportables dolores. <strong>La</strong> fatiga, la alteración febril y la <strong>de</strong>sgana<br />

consiguiente, unidas a la intensa labor que, a pesar <strong>de</strong> todo, hube <strong>de</strong> realizar durante el día,<br />

acabaron <strong>de</strong> ensombrecer mi ánimo. En esta situación no me hallaba ciertamente muy<br />

facultado para consagrarme a mis ocupaciones profesionales, pero teniendo en cuenta el<br />

carácter <strong>de</strong> mi pa<strong>de</strong>cimiento y la región <strong>de</strong> mi cuerpo en la que se manifestaba, existía otra<br />

actividad para la que, sin duda alguna, me encontraba aún menos capacitado. Tal actividad<br />

es la <strong>de</strong> montar a caballo, y precisamente es la que el sueño me atribuye como la más<br />

enérgica negación imaginable <strong>de</strong> mi pa<strong>de</strong>cimiento. Ignoro en absoluto el arte <strong>de</strong> la<br />

equitación, no sueño nunca nada que con ella se relacione, y sólo una vez he montado en un<br />

caballo, por cierto en pelo y sin que ello me produjera placer alguno. Pero en mi sueño<br />

monto como si no tuviera furúnculo ninguno en el periné, o, mejor dicho, precisamente<br />

porque no quiero tenerlo. <strong>La</strong> silla, tal y como el sueño la <strong>de</strong>scribe, es la cataplasma que me<br />

apliqué al acostarme, y cuyo efecto calmante me ha permitido conciliar el reposo. Así<br />

protegido, no he advertido, durante algunas horas, indicio ninguno <strong>de</strong> mi pa<strong>de</strong>cimiento.<br />

141

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!