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SIGMUND FREUD<br />
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i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong>seada en el mundo exterior. Esta coerción y la <strong>de</strong>rivación consiguiente <strong>de</strong> la<br />
excitación constituyen la labor <strong>de</strong> un segundo sistema, que domina la motilidad voluntaria;<br />
esto es, un sistema en cuya función se agrega ahora el empleo <strong>de</strong> la motilidad para fines<br />
antes recordados. Pero toda la complicada actividad mental que se <strong>de</strong>sarrolla <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />
huella mnémica hasta la creación <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> percepción por el mundo exterior no<br />
representa sino un ro<strong>de</strong>o que la experiencia ha <strong>de</strong>mostrado necesario para llegar a la<br />
realización <strong>de</strong> <strong>de</strong>seos. El acto <strong>de</strong> pensar no es otra cosa que la sustitución <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo<br />
alucinatorio. Resulta, pues, perfectamente lógico que el sueño sea una realización <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>seos, dado que sólo un <strong>de</strong>seo pue<strong>de</strong> incitar al trabajo a nuestro aparato anímico.<br />
Realizando sus <strong>de</strong>seos por un breve camino regresivo, nos conserva el sueño una<br />
muestra <strong>de</strong>l funcionamiento primario <strong>de</strong>l aparato psíquico, funcionamiento abandonado<br />
luego por ina<strong>de</strong>cuado fin. Aquello que dominaba en la vigilia, cuando la vida psíquica era<br />
aún muy joven y poco trabajadora, aparece ahora confinado en la vida nocturna, <strong>de</strong>l mismo<br />
modo que las armas primitivas <strong>de</strong> la Humanidad, el arco y la flecha, han pasado a ser<br />
juguetes <strong>de</strong> <strong>los</strong> niños. El soñar es una parte <strong>de</strong> la vida anímica infantil superada. En las<br />
psicosis se imponen <strong>de</strong> nuevo estos funcionamientos <strong>de</strong>l aparato psíquico, reprimidos<br />
durante la vigilia, y muestran su incapacidad para la satisfacción <strong>de</strong> nuestras necesida<strong>de</strong>s<br />
relacionadas con el mundo exterior. Los impulsos optativos inconscientes tien<strong>de</strong>n también a<br />
imponerse durante el día, y tanto la transferencia como las psicosis nos muestran que<br />
dichos impulsos quisieran llegar a la conciencia y al dominio <strong>de</strong> la motilidad siguiendo <strong>los</strong><br />
caminos que atraviesan el sistema <strong>de</strong> lo preconsciente. En la censura entre Inc. y Prec.,<br />
censura cuya existencia nos ha sido revelada por el estudio <strong>de</strong>l sueño, tenemos que<br />
reconocer, por tanto, la instancia que vela por nuestra salud mental. ¿No constituirá<br />
entonces una impru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> este vigilante el hecho <strong>de</strong> disminuir por la noche su actividad,<br />
<strong>de</strong>jando alcanzar una expresión a <strong>los</strong> impulsos reprimidos <strong>de</strong>l Inc. y haciendo posible <strong>de</strong><br />
nuevo la regresión alucinatoria? No lo creo, pues cuando este guardián crítico se entrega al<br />
reposo -y tenemos a<strong>de</strong>más la prueba <strong>de</strong> que su sueño no es nunca muy profundo- cierra la<br />
puerta que conduce a la motilidad.<br />
Cualesquiera que sean <strong>los</strong> impulsos <strong>de</strong>l Inc., coartados en otra ocasión, que surjan<br />
ahora a escena, po<strong>de</strong>mos permitirles esa libertad pues siéndoles imposible poner en<br />
movimiento el aparato motor, único que podría influir <strong>de</strong> una manera modificadora sobre el<br />
mundo exterior, resultarán completamente inofensivos. El estado <strong>de</strong> reposo garantiza la<br />
seguridad <strong>de</strong> la fortaleza, cuya vigilancia ha <strong>de</strong>scuidado la censura. El peligro es mayor<br />
cuando el <strong>de</strong>splazamiento <strong>de</strong> energías no es provocado por el relajamiento nocturno <strong>de</strong> la<br />
censura crítica, sino por una <strong>de</strong>bilitación patológica <strong>de</strong> la misma o por un robustecimiento<br />
patológico <strong>de</strong> las excitaciones inconscientes, y tiene efecto hallándose cargado lo<br />
inconsciente y abiertas las puertas <strong>de</strong> la motilidad. En este caso queda <strong>de</strong>rrotado el<br />
guardián; las excitaciones inconscientes logran subyugar a lo preconsciente y dominan<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí nuestras palabras y nuestros actos o conquistan la regresión alucinatoria y dirigen<br />
el aparato psíquico, no <strong>de</strong>stinado a ellas, por medio <strong>de</strong> la atracción que las percepciones<br />
ejercen sobre la distribución <strong>de</strong> nuestra energía psíquica. Este estado es el que conocemos<br />
con el nombre <strong>de</strong> psicosis.<br />
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