12.05.2013 Views

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Mrs. Dent se acercó a la viuda y le habló al oído. Supongo, juzgando por la<br />

respuesta, que se trataba de una indicación de que un miembro de aquella aborrecida<br />

raza se hallaba presente.<br />

-Tant pis! -exclamó la viuda-. Confío en que ello contribuya a hacerla mejor que<br />

las otras -y agregó, más bajo, aunque lo bastante alto para que yo la oyese-: Ya lo había<br />

notado. Soy muy buena fisonomista, y reconozco en ella todos los defectos de las de su<br />

clase.<br />

-¿Qué defectos son esos? -inquirió Rochester. -Se lo diré a solas -repuso la<br />

señora, moviendo significativamente su turbante.<br />

-Pero entonces mi despierta curiosidad quizá se haya dormido...<br />

-Pregunte a Blanche, que está más cerca de usted que yo.<br />

-Podías dejarme tranquila, mamá. Sólo una palabra tengo que decir respecto a<br />

esa tribu: que son unas fastidiosas. No es que yo las haya tolerado mucho. ¡La de burlas<br />

que hemos hecho Theodore y yo a nuestra Miss Wilson, y a nuestra Mrs. Greys, y a<br />

nuestra Madame Joubert! Mary no solía estar lo bastante animada para colaborar en<br />

nuestras tretas. Las mejores fueron las que gastamos a Madame Joubert, porque Miss<br />

Wilson era una infeliz apocada, siempre llorosa, que no merecía ni el trabajo de burlarse<br />

de ella, y Mrs. Greys era tan insensible que ningún golpe la afectaba. ¡Pero a la pobre<br />

Madame Joubert! Aún me parece verla, enfurecida cuando derramábamos el té,<br />

manoseábamos el pan, tirábamos los libros y armábamos una charanga golpeando la<br />

regla sobre el pupitre y la badila, en el cierre de la chimenea... ¿Recuerdas aquellos<br />

felices días, Theodore?<br />

-¡Ya lo creo! -repuso Lord Ingram-. La pobre vieja gritaba: «¡Niños malos!», y<br />

nos sermoneaba creyendo impresionarnos a nosotros, que éramos unos muchachos<br />

inteligentes, mientras que ella era una ignorante.<br />

-¿Y te acuerdas, Theodore, de cuando yo te ayudaba a mortificar a tu preceptor,<br />

Mr. Vining, a quien solíamos poner apodos tan grotescos? Él y Miss Wilson se<br />

permitieron enamorarse, o al menos Theodore y yo nos lo figuramos. Les sorprendimos<br />

miradas tiernas y suspiros, que interpretábamos como muestras de una belle passion, y<br />

yo te aseguré que en breve la noticia sería del dominio público. ¡Y lo utilizamos como<br />

palanca para echar aquel desagradable peso fuera de casa! Mamá, en cuanto se informó<br />

del asunto, encontró que era una inmoralidad. ¿No es cierto, madrecita?<br />

-Sí, querida. Y lo pensaba con razón. Existen muchos motivos para que no pueda<br />

tolerarse una relación amorosa entre una institutriz y un preceptor en una casa bien<br />

organizada; en primer lugar, porque...<br />

-¡Por Dios, mamá, ahórranos la exposición de los motivos! Au reste, todos los<br />

conocemos: peligro de dar malos ejemplos a los inocentes niños, distracción y<br />

negligencia en el desempeño de los cargos, alianza tácita entre ambos profesores y,<br />

como consecuencia, actitudes insolentes y subversivas... ¿Tengo razón o no, señora<br />

baronesa de Ingram?<br />

-Tienes razón como siempre, florecita mía. -Entonces no hay más que hablar.<br />

Cambiemos de conversación.<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

114

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!