12.05.2013 Views

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

-¿Para qué diablo va usted a llamarla? No la moleste. -¿Voy a buscar a Leah, o a<br />

John y a su mujer? -No hace falta. Siéntese en esa butaca y póngase mi abrigo si tiene frío<br />

con ese chal que lleva. Ahora coloque los pies en este taburete para no mojárselos. Me voy;<br />

vuelvo dentro de unos minutos. Me llevaré la luz. Estese aquí, quietecita como una muerta,<br />

hasta que yo vuelva. Tengo que hacer una visita al piso de arriba. No se mueva ni llame a<br />

nadie.<br />

Salió. Se deslizó por la galería sin hacer ruido, abrió con sigilo la puerta de la<br />

escalera, la cerró tras sí y la luz que llevaba se desvaneció. Quedé en absoluta oscuridad.<br />

Puse oído atento, pero no percibí rumor alguno. Pasó mucho tiempo. Yo sentía frío a pesar<br />

del abrigo, y ya estaba a punto de desobedecer las órdenes de Mr. Rochester e irme, a<br />

riesgo de incurrir en su desagrado, cuando vi reaparecer la luz proyectándose en los muros<br />

de la galería y sentí pasos sobre la estera.<br />

«Confiemos en que sea él y no algo peor», pensé. Rochester entró, pálido y<br />

sombrío. Puso la luz sobre el lavabo.<br />

-Ya sé de lo que se trata -murmuró-. Es lo que yo me había figurado.<br />

-¿Qué era, señor?<br />

No contestó. Permaneció con los brazos cruzados, mirando al suelo. Al cabo de<br />

algunos instantes me dijo:<br />

-¿Vio usted algo de particular cuando abrió la puerta de su cuarto?<br />

-No, señor. Sólo la bujía en el suelo.<br />

-¿Pero no oyó usted una risa rara? ¿No la había oído antes de ahora?<br />

-Sí, señor, y quien se ríe así es Grace Poole, una mujer muy extraña.<br />

-Exacto, Grace Poole es, como usted dice, muy extraña. Pensaré en el asunto. Me<br />

alegro mucho de que sólo usted y yo sepamos los detalles de este incidente. No diga nada<br />

de ello a nadie. Yo explicaré esto -añadió señalando el lecho quemado-. Ahora vuélvase a<br />

su cuarto. Yo puedo pasar muy bien la noche en el sofá de la biblioteca. Son casi las cuatro<br />

y de aquí a dos horas los criados se levantarán.<br />

-Entonces, buenas noches, señor-dije, saliendo. Pareció sorprenderse, cosa<br />

asombrosa, porque él mismo me había dicho que me fuera.<br />

-¿Me deja usted de este modo? -exclamó. -Usted me lo ha mandado, señor.<br />

-Pero no así; no sin una palabra de agradecimiento hacia usted, que me ha salvado<br />

de una muerte horrible... Al menos, permítame estrecharle la mano.<br />

Le tendí la mano y él la estrechó primero con una de las suyas y luego con ambas.<br />

-Me ha salvado usted la vida y me satisface tener con usted una deuda tan grande.<br />

No puedo decir más. Con cualquier otra persona, semejante deuda representaría para mí<br />

una carga intolerable, pero con usted es distinto, <strong>Jane</strong>. Sus beneficios no se hacen<br />

abrumadores.<br />

Calló y me miró. Se notaba que sus labios querían proferir alguna palabra más, pero<br />

se contuvo. -Buenas noches, señor. Y conste que no hay caso de deuda, beneficio,<br />

obligación ni peso alguno. -Experimento la sensación -continuó él- de que usted ejerce<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

97

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!