Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
extraño, y no te falta razón, si consideramos lo que nos hizo a Mason y a mí. Sin duda<br />
encontrándote medio dormida y algo febril, la viste entrar y le atribuiste una forma<br />
fantástica distinta a la que tiene en realidad: el largo cabello desmelenado, la faz oscura e<br />
hinchada, la exagerada estatura. Todo ello son ficciones de pesadilla. El episodio del velo<br />
es real, y muy apropiado al modo de ser de esa mujer. Ya veo que deseas preguntarme por<br />
qué conservo en mi casa a una persona así... Pues bien, te lo diré cuando llevemos casados<br />
un año y un día, pero no ahora ¿Estas satisfecha, <strong>Jane</strong>? ¿Aceptas esta solución del misterio?<br />
Reflexioné. Tal solución, en efecto, parecía la única verdadera. No me sentía<br />
satisfecha, pero por complacerle traté de parecerlo. Le correspondí, pues, con una sonrisa<br />
de aquiescencia. Y como era bastante más de la una, me dispuse a dejarle.<br />
-¿No duerme Sophie con Adèle? -me preguntó cuando cogí mi bujía.<br />
-Sí.<br />
-En el cuarto de Adèle hay sitio suficiente para ti. Debes dormir allí esta noche,<br />
<strong>Jane</strong>. No me extraña que el incidente que me has relatado te haya puesto nerviosa, y si<br />
pasas la noche sola no podrás dormir. Prométeme acostarte en la alcoba de Adèle.<br />
-Lo haré con gusto.<br />
-Y cierra la puerta por dentro. Despierta a Sophie cuando entres, con el pretexto de<br />
que te llame mañana temprano, para vestirte y desayunarte antes de las ocho. Y ahora basta<br />
de pensamientos sombríos. Olvida tus preocupaciones, <strong>Jane</strong>. ¿Oyes en qué suave brisa se ha<br />
convertido el viento de antes? Tampoco la lluvia bate ya los cristales. Mira qué noche tan<br />
hermosa -concluyó, corriendo el visillo para que yo mirara.<br />
Era cierto. La mitad del cielo estaba azul y límpido. Las nubes, impulsadas por el<br />
viento, desaparecían, formando grandes y argentadas masas, en el horizonte. La luna<br />
brillaba, serena.<br />
-¿Cómo se siente ahora mi <strong>Jane</strong>? -preguntó mirándome a los ojos.<br />
-La noche es serena y yo también lo estoy.<br />
-Nada de soñar esta noche con terrores y pesadillas, sino con dulces sueños de amor<br />
y de felicidad.<br />
Su deseo se cumplió a medias, porque no tuve ni pesadillas ni sueños agradables, ya<br />
que no dormí nada. Con Adèle entre los brazos velé su sueño -e1 sueño tranquilo,<br />
despreocupado y puro de la infancia- y así esperé que alborease el día. En cuanto el sol<br />
salió, me levanté. Recuerdo cuando me separé de Adèle abrazada a mí, cómo separé sus<br />
bracitos de mi cuello y cómo lloré, mirándola, con emoción reprimida, para que mis<br />
sollozos no turbaran su sueño. Ella simbolizaba para mí la vida pasada, como mi<br />
prometido, al que iba ahora a reunirme, simbolizaba mi ignorado porvenir, temido, pero<br />
adorado.<br />
XXVI<br />
Sophie vino a las siete a vestirme, en lo que tardó bastante, hasta el punto de que<br />
Rochester, impaciente, sin duda, por mi tardanza, envió a preguntar el motivo de que yo no<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
183