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Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

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Los tres caballeros se presentaron. Mason, ayudado por Rochester y el médico,<br />

parecía andar con bastante facilidad. Le colocaron en la silla. Carter le siguió.<br />

-Cuídele -dijo Rochester al último- y téngale en su casa hasta que esté bien del<br />

todo. Iré dentro de uno o dos días a ver cómo se encuentran. ¿Cómo te sientes, Richard?<br />

-El aire fresco me reanima, Fairfax.<br />

-Deje abierta la ventanilla, Carter. No hace viento. Buenos días, Dick.<br />

-Fairfax... -¿Qué quieres?<br />

-Cuídala bien y trátala todo lo mejor que puedas. Procura que...<br />

Se interrumpió y rompió en lágrimas.<br />

-Lo haré todo lo mejor posible, en efecto, como siempre lo he hecho y lo<br />

continuaré haciendo.<br />

Cerró la puerta del coche y éste se puso en camino. -¡Hasta que Dios quiera poner<br />

fin a esto! -añadió Rochester, mientras cerraba las pesadas verjas. Y luego comenzó a<br />

andar con lento paso y abstraído aspecto hacia una puerta que se abría en el muro del<br />

huerto. Yo me preparaba a volver a la casa, cuando le oí decir: -¡<strong>Jane</strong>!<br />

Había abierto la puerta y estaba parado, esperándome.<br />

-Vamos a respirar un poco el aire puro -dijo-. Esa casa no es más que un calabozo.<br />

¿No le parece? -A mí me parece magnífica.<br />

-Su inexperiencia la ciega -repuso- y todo lo ve usted a través de un falso aspecto<br />

encantador. No comprende usted que el oro es barro y las sedas telarañas; el mármol,<br />

grosera pizarra, y las maderas barnizadas, despreciable leña... En cambio, aquí -y señalaba<br />

el lugar en que habíamos entrado- todo es real, bello y puro. Avanzó por un sendero<br />

circundado de boj. De un lado, lo sombreaban manzanos, perales y cerezos. Al otro había<br />

un pénsil de flores: belloritas, trinitarias, escaramujos de olor, abrótano y hierbas<br />

aromáticas, todo ello fresco y lozano en la radiante mañana de primavera. El sol apuntaba<br />

por Oriente y sus rayos besaban los árboles frutales y brillaban en los quietos muros.<br />

-¿Quiere una flor, <strong>Jane</strong>? Cortó una rosa y me la ofreció. -Gracias, señor.<br />

-¿Le gusta ver nacer el sol, <strong>Jane</strong>? ¿Este cielo donde flotan lejanas y brillantes nubes<br />

que se disiparán a medida que avance el día, esta atmósfera plácida y perfumada?<br />

-Sí, me gusta mucho.<br />

-Ha pasado usted una noche muy mala, ¿no? -Sí, señor.<br />

-Está usted muy pálida. ¿Tuvo miedo cuando la dejé sola con Mason?<br />

-Temía que saliese alguien del cuarto interior.<br />

-Ya había cerrado yo la puerta con llave. ¿Iba a dejar a mi oveja -a mi oveja<br />

favorita- al alcance del lobo? Estaba usted bien segura.<br />

-¿Cree que lo estaré mientras Grace Poole viva en la casa?<br />

-No se asuste de Grace. No piense en ella siquiera, por favor.<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

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