Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
-Y yo una mujer durísima. -Y frío... -siguió diciendo.<br />
-El fuego deshace el hielo -alegué-, y yo soy ardiente. La prueba está en que la<br />
nieve que cubría su abrigo se ha fundido al calor, convirtiendo mi cocina en un lago. Y, si<br />
quiere usted que le perdone el horrible crimen de inundar mi cocina, es preciso que me<br />
diga lo que deseo.<br />
-Me rindo -dijo-, no a su ardor, sino a su perseverancia, capaz de agujerear la roca,<br />
como una gota de agua. Aparte de eso, más pronto o más tarde había de saberlo... ¿Usted<br />
se llama <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong>?<br />
-Desde luego.<br />
-En ese caso... ¿No sabe usted que mi nombre es John <strong>Eyre</strong> Rivers?<br />
-¡No lo sabía! Recuerdo ahora haber visto su nombre, con la E en abreviatura,<br />
escrito en los libros que me ha dejado algunas veces, pero nunca se me ocurrió pensar<br />
que... Pero entonces...<br />
Me interrumpí. No acertaba a expresar el pensamiento que se me ocurría y que,<br />
sin embargo, representaba una evidente probabilidad, ya que formaba el resultado<br />
lógico de una cadena de circunstancias concurrentes. Por si el lector no acierta,<br />
reproduciré las explicaciones de Rivers:<br />
-Mi madre se apellidaba <strong>Eyre</strong> y tenía dos hermanos: uno, sacerdote, casó con<br />
<strong>Jane</strong> Reed, de Gateshead; el otro, John <strong>Eyre</strong>, era comerciante en Funchal, en Madera.<br />
Briggs, abogado de <strong>Eyre</strong>, nos escribió en agosto informándonos de la muerte de nuestro<br />
tío y de que había dejado sus bienes a la huérfana de su hermano el sacerdote,<br />
prescindiendo de nosotros, como consecuencia de su ruptura con mi padre. Nos escribió<br />
semanas después anunciando que la heredera había desaparecido y preguntándome si<br />
sabía algo de ella. Un nombre escrito por casualidad al borde de un papel me ha<br />
permitido encontrarla. Lo demás es inútil que lo diga, porque ya lo sabe usted.<br />
Y trató de salir, pero yo me apoyé contra la puerta. -Antes de hablarle -dije-<br />
déjeme reflexionar un momento -y tras una pausa agregué-: Su madre era hermana de<br />
mi padre, ¿no?<br />
-Sí.<br />
-¿Y, por tanto, tía mía? Asintió.<br />
-Mi tío John era tío de usted, y usted, Diana y Mary, hijos de su hermana, como<br />
yo hija de su hermano. -Innegablemente.<br />
-¿De modo que los tres son mis primos? -Lo somos, en efecto.<br />
Le miré. Parecíame haber hallado un hermano -y un hermano del que me sentía<br />
orgullosa-, y dos hermanas cuyas cualidades, aun considerándolas extrañas a mí, habían<br />
despertado mi admiración y mi afecto. Aquellas dos jóvenes que, desesperada,<br />
contemplara una noche de lluvia a través de la enrejada ventanita de la cocina de Moor<br />
House eran mis parientes, como lo era aquel joven que se hallaba ante mí. ¡Oh, qué<br />
delicioso descubrimiento para quien sufría el dolor de su soledad! ¡Ésta sí que era<br />
riqueza, auténtica riqueza, riqueza del corazón, susceptible de producir la alegría y el<br />
entusiasmo, al contrario de la riqueza metálica!<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
243