Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
celador en el asilo de Grimsby, vendrá a ayudarle en su tarea de vigilar a mi mujer<br />
cuando sufre esos paroxismos en cuyo curso incendia camas, muerde y...<br />
-Es usted implacable con esa desventurada señora -interrumpí-. La menciona<br />
usted con aversión y odio, como si ella tuviese la culpa de su locura.<br />
-<strong>Jane</strong>, queridita (y perdona que te llame así, porque para mí lo eres), me juzgas<br />
mal. ¿Crees que yo te odiaría si tú estuvieses loca?<br />
-Sin duda.<br />
-Te engañas. Ignoras cómo soy, la clase de amor que soy capaz de experimentar.<br />
Te quiero más que a mí mismo, y si sufrieses, te querría más aún. Tu inteligencia es mi<br />
tesoro y si se perturbase me serías todavía más amada. Aunque enloquecieses, aunque te<br />
lanzases sobre mí como esa mujer esta mañana, te recibiría con un abrazo. No me<br />
apartaría de ti con horror, como de ella, y nadie te cuidaría más que yo mismo. Y no<br />
sería menos tierno para ti aunque no me dedicases una sonrisa ni me reconocieran tus<br />
ojos. Pero no sigamos hablando de eso. Yo me refería a hacerte partir de Thornfield.<br />
Todo está preparado para tu marcha. Mañana puedes irte. Sólo te pido que pases una<br />
noche más bajo este techo y luego ¡adiós miserias y terrores! No faltará un lugar que<br />
sea como un santuario donde refugiarse y olvidar los resultados odiosos...<br />
-Quédese con Adèle -interrumpí-: será una compañera para usted.<br />
-Ya te he dicho que la enviaré a un colegio. ¿Para qué me sirve la compañía de<br />
una niña? ¡Y ni siquiera mi propia hija, sino la bastarda de una bailarina francesa! ¿Por<br />
qué me importunas aconsejándome que la conserve en mi compañía?<br />
usted.<br />
-Porque hablaba usted de retirarse, y la soledad y el retiro no serán beneficiosos para<br />
-¡Soledad! -repitió él, con irritación-. Es preciso que nos expliquemos. No sé lo que<br />
significa la expresión enigmática de tu rostro, pero lo que yo me propongo, sí lo sé. Tú<br />
compartirás mi soledad.<br />
Moví negativamente la cabeza. Hacía falta cierto valor para manifestar aquella<br />
oposición, dado lo excitado que él se encontraba. Interrumpió sus paseos, se detuvo ante mí<br />
y me miró. Separé mis ojos de los suyos y los fijé en el fuego, esforzándome en adoptar un<br />
aspecto sereno y recogido.<br />
-Ya hemos tropezado con una dificultad de tu temperamento -dijo con más calma de<br />
la que cabía esperar de su aspecto-. Hasta ahora tu carácter iba devanándose suavemente<br />
como un carrete de seda, pero yo sabía que alguna vez habríamos de encontrar un nudo...<br />
¡Y ya lo tenemos aquí!<br />
Volvió a pasear, se paró en seguida y me habló acercando su boca a mi oído.<br />
-<strong>Jane</strong>, ¿quieres oír la voz de la razón? ¡Porque, si no, emplearé la violencia!<br />
Su voz, su aspecto, eran los de un hombre que ha llegado al límite de lo que puede<br />
soportar y está dispuesto a entregarse a cualquier exceso. En otro momento, no hubiera<br />
estado en mi mano dominarle. Ahora comprendí que un movimiento cualquiera, fuese de<br />
temor, de repulsión, o de huida, hubiese producido consecuencias irreparables. Yo no le<br />
temía. Me sentía fortalecida por una fuerza misteriosa. La situación era expuesta, pero no<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
193