Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
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Yo tenía -ya lo dije- mis motivos para temer su presencia: la promesa que hiciera a<br />
mi tía de poner a Miss Temple y a las maestras en autos de mis perversas inclinaciones.<br />
Se dirigió a Miss Temple y le habló. No me cabía duda de que estaba poniéndole en<br />
antecedentes de mi maldad y no separaba de ellos mis ojos ansiosos.<br />
Sin embargo, lo primero que oí desde el sitio en que estaba sentada disipó, de<br />
momento, mis aprensiones. -Diga usted a Miss Smith que no he hecho la nota de las agujas<br />
que he comprado, pero que debe llevar la relación y tener en cuenta que sólo conviene<br />
entregar una a cada discípula. Si se les dieran más, tendrían menos cuidado y las perderían.<br />
Hay que preocuparse también del repaso de medias. La última vez que estuve aquí vi,<br />
tendidas, muchas que estaban llenas de agujeros.<br />
-Se seguirán sus órdenes, señor -dijo Miss Temple. -La lavandera me ha informado -<br />
siguió él- de que algunas de las niñas se mudan de camisa dos veces a la semana. Las reglas<br />
limitan las mudas a una semanal.<br />
-Lo explicaré, señor. Agnes y Catherine Johnstone fueron invitadas a tomar el té con<br />
algunos amigos en Lowton el jueves pasado y, por tratarse de eso, les permití ponerse<br />
camisas limpias.<br />
-Bien; por una vez puede pasar, pero procure que el caso no se repita a menudo. Hay<br />
otra cosa que me ha sorprendido. Al hacer cuentas con el ama de llaves, he visto que se<br />
había servido una ración extraordinaria de pan y queso durante la quincena pasada. ¿Cómo<br />
es eso? He mirado las disposiciones sobre extraordinarios y no he visto que se mencione<br />
para nada una ración suplementaria de tal clase. ¿Quién ha introducido semejante<br />
innovación? ¿Y con qué derecho?<br />
-Yo soy la responsable, señor -dijo Miss Temple. El pan y el queso se sirvieron un<br />
día en que el desayuno estaba tan mal preparado que ninguna alumna lo pudo comer. No<br />
me atreví a hacerlas esperar sin alimento hasta la hora de la comida.<br />
-Escúcheme un instante, señorita: usted sabe que mi plan educativo respecto a estas<br />
niñas consiste en no acostumbrarlas a hábitos de blandura y lujo, sino al contrario, en<br />
hacerlas sufridas y pacientes. Si acontece algún pequeño incidente en la preparación de las<br />
comidas no ha de suplirse con algo más delicado, lo cual tendería a relajar los principios de<br />
esta institución, sino que el hecho debe servir para edificación espiritual de las alumnas,<br />
fortificando sus ánimos mediante esa prueba pasajera. En ocasiones así, no estará de más<br />
una adecuada exhortación de las profesoras acerca de los sufrimientos de los primitivos<br />
cristianos y alguna alusión a las palabras del Señor cuando pidió a sus discípulos que<br />
tomasen su cruz y le siguiesen. Es preciso recordar a las pupilas que el hombre no vive sólo<br />
de pan y citarles algunas de las divinas palabras: «Bienaventurado el que sufra por mi<br />
amor», u otras. Sin duda, señorita, cuando daba usted a las muchachas el queso y el pan en<br />
lugar del potaje quemado, atendía al bienestar de sus viles cuerpos, pero ¿no piensa usted<br />
que contribuía a la perdición de sus almas?<br />
Mr. Brocklehurst calló, como abrumado por la emoción que le producían sus<br />
palabras.<br />
A medida que hablaba Mr. Brocklehurst, Miss Temple parecía ir convirtiéndose<br />
gradualmente en una estatua de mármol y su boca y sus ojos, contraídos en una expresión<br />
severa, se apartaban de él.<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
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