Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Llamé a Mary y las dos arreglamos el aposento con más orden. Preparé una<br />
agradable colación. Me sentí excitada. Hablé a Rochester con placer y emoción durante la<br />
cena y largo rato después. Nada me restringía a su lado, nada me hacía reprimir mi<br />
vivacidad, porque sabía que cuanto dijese le placía y le consolaba. En su presencia todas<br />
mis facultades, cuanto había en mí de vivo y animado, parecía desarrollarse, como a él le<br />
sucedía también ante mí. Aunque ciego como estaba, la sonrisa iluminaba su rostro, la<br />
alegría brillaba en sus facciones y todo en él parecía dulcificarse. -<br />
Me hizo muchas preguntas sobre mi vida, sobre lo que había hecho en aquel año y<br />
sobre cómo había averiguado su paradero, pero sólo pude contestarle en parte, porque era<br />
muy tarde para entrar en detalles durante aquella noche. Además yo no quería despertar<br />
recuerdos m emociones demasiado profundos en su corazón. Sólo deseaba consolarle, y<br />
eso, evidentemente, lo conseguía.<br />
En una ocasión en que en nuestra charla se produjo un silencio, me dijo:<br />
-¿Estás segura de que eres un ser viviente, <strong>Jane</strong>? -Absolutamente segura.<br />
-Pero no comprendo cómo apareciste, en esta noche oscura y melancólica, a mi<br />
lado. Tendía mi mano para coger un vaso de agua y me lo entregaste tú. Hice una pregunta<br />
a Mary y me contestó tu voz. ¿Cómo pudo ser eso?<br />
-Porque fui yo quien trajo la bandeja, en lugar de Mary.<br />
-¡Oh, qué encantador es el tiempo que estoy pasando a tu lado! ¿Cómo podría<br />
explicarte la oscura, terrible y desesperada vida que ha arrastrado estos pasados meses? No<br />
hacía nada, no esperaba nada, días y noches eran iguales para mí, no sentía sino frío cuando<br />
la lumbre se apagaba, o hambre cuando me olvidaba de comer, y, unido a todo, un inmenso<br />
dolor; el de no volver a ver a <strong>Jane</strong>. Sí; ansiaba más volver a encontrarla que recobrar la<br />
vista. ¿Es posible que <strong>Jane</strong> esté conmigo y me diga que me ama? ¿Que no desaparezca<br />
como ha aparecido? Temo no hallarla mañana a mi lado.<br />
Me pareció que una contestación vulgar era lo mejor para cambiar el curso de sus<br />
turbados pensamientos. Pasando, pues, los dedos por sus cejas, comenté que estaban<br />
quemadas en parte y agregué que procuraría buscar algún remedio que volviese a hacerlas<br />
crecer tan pobladas y negras como antes.<br />
-¿Para qué ocuparse en ello, espíritu benigno, si en un momento fatal, acabarás<br />
desvaneciéndote sin que sepa cómo?<br />
-¿No tiene usted un peine de bolsillo? -¿Para qué, <strong>Jane</strong>?<br />
-Para peinarle esas crines revueltas. Cuando se las veo, me da miedo. Yo seré un<br />
hada, pero usted es un coco.<br />
-¿Tan feo te parezco, <strong>Jane</strong>?<br />
-Horroroso. Ya sabe que siempre lo ha sido.<br />
-¡Caramba! Veo que, dondequiera que hayas pasado este tiempo, no ha sido<br />
ciertamente en un sitio donde te hayan quitado tu habitual perversidad.<br />
-Sin embargo, he estado con gentes muy buenas, cien veces mejores que usted, con<br />
ideas y opiniones refinadas y elevadas como usted no las ha tenido en su vida. -¿Con quién<br />
diablos has estado, <strong>Jane</strong>?<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
275