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Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

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-Sí.<br />

-¿Y las otras profesoras?<br />

-La de las mejillas encarnadas es Miss Smith, y está encargada de las labores.<br />

Ella corta nuestros vestidos. Nosotras nos hacemos todo lo que llevamos. La bajita del<br />

pelo negro es Miss Scartched: enseña historia y gramática y está encargada de la<br />

segunda clase. La del chal y el bolsillo atado a la cintura con una cinta amarilla se llama<br />

Madame Pierrot. Es francesa y enseña francés. -¿Son buenas las maestras? -Sí, bastante<br />

buenas.<br />

-¿Te gusta la del pelo negro y la señora... esa francesa? ¡No puedo pronunciar su<br />

nombre!<br />

-Miss Scartched es un poco violenta. Debes procurar no molestarla. Madame<br />

Pierrot no es mala persona. -Pero Miss Temple es mejor que todas, ¿no? -Miss Temple<br />

es muy buena y muy inteligente. Por eso manda en las demás.<br />

-¿Llevas mucho tiempo aquí? -Dos años.<br />

-¿Eres huérfana? -No tengo madre. -¿Eres feliz aquí?<br />

-¡Cuántas preguntas! Yo creo que ya te he dado bastantes contestaciones por<br />

ahora. Déjame leer.<br />

Pero en aquel momento tocaron a comer y todas entramos en la casa. El aroma<br />

que ahora llegaba del refectorio no era mucho más apetitoso que el del desayuno. La<br />

comida estaba servida en dos grandes recipientes de hojalata y de ellos se exhalaba un<br />

fuerte olor a manteca rancia. Aquel rancho se componía de patatas insípidas y de trozos<br />

de carne pasada, cocido todo a la vez. A cada alumna se le sirvió una ración<br />

relativamente abundante. Yo comí lo que me fue posible, y me consternó pensar en que<br />

la comida de todos los días pudiera ser siempre igual.<br />

Inmediatamente después de comer volvimos al salón de estudios y las lecciones<br />

se reanudaron y prosiguieron hasta las cinco de la tarde.<br />

El único incidente digno de mención consistió en que la muchacha con quien yo<br />

charlaba en la galería fue castigada por Miss Scartched, mientras daba clase de historia,<br />

a salir al centro del salón y permanecer allí en pie.<br />

El castigo me pareció muy afrentoso, particularmente para una muchacha de<br />

trece años o más, como representaba tener. Creí que daría muestras de nerviosidad o<br />

vergüenza, pero con gran asombro mío, ni siquiera se ruborizó. Permaneció impertérrita<br />

y seria en medio del salón, sirviendo de blanco a todas las miradas.<br />

«¿Cómo podrá estar tan serena? -pensaba yo-. Si me hallase en su lugar, creo que<br />

desearía que la tierra se abriese y me tragase. Sin embargo, ella mira como si no pensara<br />

en que está castigada, como si no pensase siquiera en lo demás que la rodea. He oído<br />

decir que hay quien sueña despierto. ¿Será que está soñando despierta? Tiene la mirada<br />

fija en el suelo, pero estoy segura de que no lo ve. Parece que mirara dentro de sí. A lo<br />

mejor está recordando cosas de antes y no se da cuenta de lo que le pasa ahora... ¡Qué niña<br />

tan rara! No se puede saber si es mala o buena.»<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

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