12.05.2013 Views

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

No me era necesario guía para llegar al bien conocido cuarto a que tantas veces<br />

me llamaran en los viejos tiempos para propinarme castigos o reprimendas. Precedí a<br />

Bessie y abrí la puerta con suavidad. Sobre la mesa había una bujía y a su luz vi el gran<br />

lecho con las mismas cortinas de antes, el tocador, la butaca y el taburete en que cien<br />

veces fui condenada a arrodillarme para pedir perdón de faltas que no había cometido.<br />

Incluso miré a cierto rincón esperando ver la varilla con que solían golpearme la palma<br />

de la mano. Luego me acerqué al lecho y corrí las cortinillas que colgaban entre sus<br />

columnas.<br />

Recordando muy bien el rostro de mi tía. El tiempo tiene la virtud de disipar los<br />

afanes de venganza y extinguir los impulsos de aversión. Yo me había separado de<br />

aquella mujer odiándola y ahora no experimentaba, sin embargo, más que<br />

conmiseración hacia sus grandes sufrimientos y un vivo deseo de perdonar y olvidar sus<br />

injurias y reconciliarme con ella.<br />

Distinguí su rostro duro e inflexible, su entrecejo imperioso, despótico, sus<br />

inconfundibles ojos... ¡Cuántas veces me habían contemplado con odio y amenazadores,<br />

y cuántas tristezas y terrores de la niñez me recordaban! No obstante, me incliné y besé<br />

aquel rostro. Ella me miró.<br />

-¿Eres <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong>? -dijo.<br />

-Sí, lo soy. ¿Cómo está usted, querida tía?<br />

Aunque yo jurara una vez no volver a llamarla tía jamás, no consideré pecado<br />

quebrantar ahora este juramento. Mis dedos buscaron su mano. Si ella la hubiese<br />

oprimido amistosamente, yo habría encontrado en ello verdadero placer. Pero las<br />

naturalezas insensibles no se ablandan con facilidad y las antipatías espontáneas no se<br />

desarraigan en un momento. Ella separó su mano y, volviendo la cara, comentó que la<br />

noche era calurosa. Cuando volvió a mirarme, con igual frialdad que siempre,<br />

comprendí que sus sentimientos respecto a mí no habían cambiado ni podían cambiar.<br />

Adiviné por sus duros ojos, impenetrables a la ternura, incapaces de lágrimas, que ella<br />

había resuelto considerarme mala hasta el fin, ya que creerme buena, en vez de<br />

producirla un generoso placer, le habría originado una mortificación.<br />

Sentí pena y enojo, contuve mis lágrimas, a punto ya de brotar, como en la<br />

infancia, tomé una silla y me senté a la cabecera del lecho.<br />

-Me ha enviado usted a buscar -dije- y he venido. No pienso irme antes de que<br />

me diga lo que deseaba.<br />

-Por supuesto. ¿Has visto a mis hijas? -Sí.<br />

-Pues puedes decirlas que quiero que estés aquí hasta que pueda explicarte<br />

ciertas cosas que tengo en la cabeza. Ahora es demasiado tarde y no me es fácil recordar...<br />

Pero deseaba decirte... espera.<br />

Su errante mirada y su alterado rostro demostraban que su antigua energía había<br />

desaparecido. Trató de envolverse en las ropas de la cama. Mi codo, apoyado en la<br />

colcha, se lo dificultaba y se irritó.<br />

-No me molestes sujetando las ropas -dijo-. ¿Eres <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong>?<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

149

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!