Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
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-Es justo hasta cierto punto, pero no es lo que se acostumbra a hacer. Tiene usted<br />
derecho a toda la fortuna. Mi tío la ganó con su trabajo y podía legarla a quien quisiera.<br />
Puede usted, en conciencia, quedarse con todo.<br />
-Para mí -dije- el sentimiento es tan importante como la conciencia. Y ya que puedo<br />
pocas veces seguir mis sentimientos, deseo seguirlos ahora que se me ofrece la<br />
oportunidad. Cuanto pudiera usted argumentar, aunque me hablase un año seguido, no<br />
destruirá el placer que me proporciona el pagar una deuda moral y conseguir amigos para<br />
toda mi vida.<br />
-Habla usted así -objetó John- porque no sabe lo que es la riqueza ni los goces que<br />
proporciona. No comprende bien lo que son veinte mil libras, el puesto que le darán en<br />
sociedad, las perspectivas que...<br />
-Y usted -interrumpí- no comprende bien lo que es conseguir un cariño fraternal. Yo<br />
no he tenido casa nunca, nunca hermanos ni hermanas. Quiero tenerlos ahora ¿Me rechaza?<br />
-<strong>Jane</strong>: yo seré su hermano y Diana y Mary sus hermanas sin necesidad de sacrificio<br />
pecuniario alguno. -¿Hermanos? ¿A mil leguas de distancia de mí? ¿Y hermanas esclavas<br />
en casas ajenas? ¿Yo rica, con una riqueza que no he ganado ni merecido, y ustedes pobres?<br />
¡Vaya una fraternidad y vaya una unión!<br />
-Sus deseos de tener una familia pueden realizarse cuando se case.<br />
-¡Tontería! No quiero casarme y no me casaré nunca.<br />
-Eso es mucho decir, y sólo prueba lo muy excitada que está.<br />
-No es mucho decir. Sé lo que siento y lo poco inclinada que me encuentro al<br />
matrimonio. Nadie se enamorará de mí, y si alguien se casara conmigo sería por mi dinero.<br />
Y no deseo a mi lado un ser ajeno a mi alma. Quiero convivir con aquellos que comparten<br />
mis sentimientos. Dígame otra vez que es mi hermano; dígalo, si puede, con sinceridad y<br />
me sentiré feliz.<br />
-Puedo. Sé que si he querido a mis hermanas ha sido porque estimo sus virtudes y<br />
admiro sus méritos. Usted es inteligente y virtuosa, tiene los mismos gustos que Diana y<br />
Mary, su presencia y su conversación me son agradables. Creo que puedo reservar un sitio<br />
para usted en mi corazón, como una hermana mía.<br />
-Gracias. Eso me basta por hoy. Y ahora vale más que se vaya, John, porque si se<br />
queda tal vez me haga enfadar otra vez con sus escrúpulos.<br />
¿Y la escuela, <strong>Jane</strong>? ¿Habrá que cerrarla? -Seguiré en el cargo hasta que se<br />
encuentre una sustituta.<br />
Sonrió, aprobatorio. Nos estrechamos la mano y se fue.<br />
No es preciso detallar los ulteriores esfuerzos y argumentos que empleé para<br />
convencer a mis primos. Mi tarea fue difícil, pero como estaba absolutamente resuelta a<br />
imponer mi voluntad y ellos comprendieron la sinceridad con que lo hacía, acordaron<br />
finalmente someter el asunto a arbitraje. Los árbitros fueron Mr. Oliver y un inteligente<br />
abogado, que coincidieron con mi opinión. Los documentos transmisorios fueron<br />
legalizados, y John, Diana y Mary entraron en posesión de sus partes respectivas.<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
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