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Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

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casa durante aquella noche, y hallando que, aunque difícil, no era imposible, le informé<br />

que deseaba quedarme. En aquel preciso instante sonó la campanilla del salón.<br />

-Diga al señor -indiqué- que está aquí una persona que quiere hablarle, pero no<br />

le diga mi nombre. -No sé si la recibirá -repuso Mary-. Nunca quiere recibir a nadie.<br />

Cuando volvió le pregunté que había dicho su amo. -Que se vaya usted con Dios<br />

-repuso.<br />

Llenó un vaso de agua y lo puso en una bandeja, donde colocó también unas<br />

bujías.<br />

-¿Es eso lo que había pedido? -pregunté.<br />

-Sí. Siempre quiere tener luces encendidas, aunque no ve.<br />

-Yo se lo llevaré -dije.<br />

Tomé la bandeja. Ella me señaló la puerta del salón. La bandeja temblaba entre<br />

mis manos y el agua del vaso se vertía a cada estremecimiento. Mary me abrió la puerta<br />

y la cerró tras de mí.<br />

El aposento estaba casi en tinieblas. Un descuidado fuego ardía en la antigua<br />

chimenea y, con la cabeza apoyada en el mármol, se veía al ciego ocupante de la<br />

habitación. Piloto, el viejo perro, se hallaba tendido a su lado, fuera de mano, como si<br />

temiese ser pisado por inadvertencia. Cuando entré, el animal estiró las orejas, ladró,<br />

saltó hacia mí y, en su alegría, faltó poco para que me derribase la bandeja. La puse<br />

sobre la mesa, acaricié al perro y le dije en voz baja: «¡Quieto!» Rochester,<br />

maquinalmente, se volvió para ver lo que sucedía, pero como no pudo ver nada, suspiró<br />

y recobró la postura de antes.<br />

-Deme el agua, Mary- dijo.<br />

Me aproximé a él, con el vaso, ya sólo lleno hasta la mitad. Piloto, muy excitado,<br />

aún me seguía.<br />

-¿Qué pasa? -preguntó Rochester. -¡Quieto, Piloto! -repetí.<br />

Él se llevó el vaso a los labios, bebió y me dijo: -Es usted Mary, ¿no?<br />

-Mary está en la cocina- respondí.<br />

Adelantó la mano rápidamente, pero como no me veía, no pudo alcanzarme.<br />

-¿Qué es esto, qué es esto? -preguntó con ansiedad, esforzándose inútilmente en<br />

ver con sus muertos ojos-. ¡Conteste, vuelva a hablar! -ordenó.<br />

-¿Quiere más agua? -interrogué-. He derramado sin querer la mitad del vaso.<br />

-¿Qué es eso? ¿Quién me habla?<br />

-Piloto me conoce y John y Mary saben quién soy. Acabo de llegar -contesté.<br />

-¡Dios mío! ¿Qué ilusión es ésta? ¿Qué dulce locura me ha acometido?<br />

-No es ilusión ni es locura. Su cerebro y su ánimo son demasiado fuertes para<br />

ilusionarse ni para enloquecer.<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

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