Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
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- Difícilmente -dijo la voz de antes-. He dicho que era insuperable y he hablado<br />
sabiendo lo que decía.<br />
El desconocido se acercó a la barandilla y siguió, con energía y claridad, pero<br />
sin alzar la voz:<br />
aún.<br />
-El impedimento consiste en que Mr. Rochester está casado y su mujer vive<br />
Aquellas palabras, pronunciadas en voz baja, hicieron vibrar mis nervios cual<br />
si hubieran sonado fuertes como el trueno. Mi sangre sintió una impresión tal como el<br />
fuego o el hielo no hubieran sido capaces de producir. Miré a Rochester y él me miró:<br />
sus ojos permanecían fijos y duros, en actitud de desafiar al mundo entero. Sin hablar,<br />
sin sonreír, sin indicio alguno de que me considerase como un ser viviente, ciñó mi<br />
talle con la mano y me atrajo hacia sí.<br />
-¿Quién es usted? -preguntó al intruso. -Me llamo Briggs, procurador de<br />
Londres. -¿Y asegura usted que soy casado?<br />
niega.<br />
-Puedo asegurar la existencia de su mujer. La ley lo reconocerá, si usted lo<br />
-Hágame el favor de decirme su nombre, quiénes eran sus padres, dónde<br />
nació...<br />
-Con mucho gusto.<br />
El señor Briggs sacó un papel de su bolsillo y leyó con una voz nasal,<br />
protocolaria:<br />
-«Afirmo y puedo probar que el 20 de octubre de... (una fecha de quince años<br />
antes), Edward Fairfax Rochester, de Thornfield Hall, en el condado de... y de<br />
Ferndean Manor, en... (Inglaterra), casó con mi hermana Bertha Antoinette en Puerto<br />
España (Jamaica), en la iglesia de... Poseo una copia del certificado de su partida de<br />
casamiento. Firmado: Richard Mason.»<br />
-Aun suponiendo que se tratara de un documento auténtico eso probaría que he<br />
estado casado, pero no que mi mujer viva aún.<br />
-Vivía hace tres meses -replicó el procurador. -¿Cómo lo sabe?<br />
-Tengo un testigo del hecho.<br />
-Preséntelo o váyase al infierno, si no...<br />
-Prefiero presentarlo. Está aquí Mr. Mason: tenga la bondad.<br />
Rochester, al oír tal nombre, rechinó los dientes y experimentó un<br />
estremecimiento convulsivo El otro forastero, que hasta entonces permaneciera<br />
retirado, avanzó y la pálida faz de Mason en persona apareció sobre el hombro del<br />
procurador. Rochester se volvió y le miró. Una sombría luz brilló en sus ojos, la<br />
sangre afluyó a sus morenas mejillas y su fuerte brazo se distendió. Hubiera podido<br />
aplastar a Mason, de un golpe, sin duda. Pero Mason dio un salto hacia atrás, gritando:<br />
«¡Dios mío!», y la furia de Rochester se desvaneció. Limitóse a preguntarle:<br />
-¿Qué tienes que decir?<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
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