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Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

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Mi primer impulso fue echar el cerrojo. El segundo preguntar otra vez:<br />

-¿Quién es?<br />

Sentí una especie de gruñido. Luego oí pasos en la escalera del tercer piso y el abrir<br />

y cerrar de una puerta que recientemente se había colocado al final de aquella escalera.<br />

«¿Será Grace Poole y estará poseída del diablo?», pensé.<br />

Imposible seguir más tiempo sola. Resolví reunirme con Mrs. Fairfax. Me puse un<br />

vestido y un chal y con temblorosa mano abrí la puerta. En la estera de la galería alguien<br />

había dejado una bujía encendida. Me sorprendió aquella circunstancia, y mi extrañeza<br />

creció cuando noté que había un humo sofocante. Mientras miraba a derecha e izquierda<br />

buscando el origen de aquella humareda, percibí también un fuerte olor a quemado.<br />

De la puerta entornada del cuarto de Mr. Rochester salían espesas nubes de humo.<br />

Ya no pensé más en el ama de llaves, ni en Grace Poole, ni en las extrañas risas. En un<br />

instante me hallé dentro de la alcoba. El lecho estaba envuelto en llamas, sus cortinas<br />

ardían y bajo ellas, profundamente dormido e inmóvil, reposaba Mr. Rochester.<br />

-¡Despierte! -grité.<br />

Apenas se volvió y sólo murmuró algo ininteligible. El humo le había hecho<br />

desvanecerse. No se podía perder ni un segundo. Corrí hacia el lavabo: el jarro y la palangana<br />

estaban llenos de agua. Los vacié sobre el lecho y sobre su ocupante, corrí a mi<br />

alcoba, cogí mi jarro y mi jofaina, los vertí sobre el lecho y, con la ayuda de Dios, logré<br />

extinguir las llamas que lo devoraban.<br />

El baño con que había obsequiado pródigamente a Mr. Rochester le hizo volver en<br />

sí. Aunque, al apagarse el fuego la habitación estaba a oscuras, comprendí que se había<br />

despertado al oírle fulminar extraordinarias maldiciones contra quien le hiciera nadar en<br />

agua.<br />

-¿Qué es esto, una inundación? -rugió.<br />

-No, señor -repuse-, había estallado un incendio. Espere: voy a traer una vela.<br />

-¡Por todos los diablos del infierno, que esa es <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong>! ¿Qué ha hecho usted<br />

conmigo, bruja? ¿Quién está con usted en la habitación? ¿Se proponían ahogarme?<br />

-Voy por una luz, señor -insistí-. No sé lo que ha pasado.<br />

-Espere un minuto, a ver si encuentro alguna ropa seca si es que queda. ¡Sí! Ya<br />

puede usted traer la vela. Cogí la luz que estaba en el suelo de la galería. Él la tomó de mis<br />

manos, examinó el lecho quemado, las sábanas empapadas, la alfombra llena de agua.<br />

-¿Qué ha ocurrido? -preguntó.<br />

Le relaté brevemente lo que sabía: la extraña risa en la galería, los pasos en la<br />

escalera del tercer piso, el olor a quemado que me condujo hasta su cuarto, el estado en que<br />

le había encontrado y cómo le anegara con cuanta agua pude hallar a mano.<br />

Me atendió con más interés que sorpresa y cuando concluí permaneció callado.<br />

-¿Llamo a Mrs. Fairfax? -pregunté.<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

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