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Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

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concreto, práctico, desprovisto de aspectos ideales y, por tanto, la alegría que se<br />

experimenta alcanzándola debe ser del mismo género. Además, las expresiones herencia<br />

y testamento están íntimamente ligadas a las de funeral y muerte. Mi tío había muerto y<br />

yo que, desde que conocí su existencia, había acariciado la esperanza de verle algún día,<br />

debía renunciar a ello. Luego aquel dinero era sólo para mí, no para una familia venturosa<br />

y alegre. En fin: de todos modos era una gran suerte, yo podía alcanzar mi independencia,<br />

y este pensamiento me ensanchó el corazón.<br />

-Parece que se ha convertido usted en piedra -dijo Rivers-. Vamos, ¿no pregunta<br />

cuánto hereda? -Bien: ¿cuánto heredo?<br />

-¡Una bagatela! No merece la pena hablar de ello... Veinte mil libras.<br />

-¿Veinte mil libras?<br />

Quedé atónita. Había contado con cuatro o cinco mil. Se me cortó la respiración.<br />

Rivers, a quien nunca viera reír, no pudo reprimir la risa esta vez.<br />

-Si hubiese cometido usted un crimen y la dijese que había sido descubierta, no<br />

quedaría más petrificada... -¡Es mucho! ¿No será un error? ¿No serán dos mil y por<br />

equivocación en las cifras...?<br />

-Nada de cifras. Está escrito en letras. Son veinte mil.<br />

Sentí la impresión que podría experimentar un gastrónomo solo ante una mesa<br />

servida para un centenar. Rivers se levantó y se puso el gabán.<br />

-Si no hiciera tan mala noche -dijo- le enviaría a Hannah a acompañarla, porque<br />

parece usted sentirse hoy desgraciadísima... Pero la pobre Hannah no puede saltar los<br />

hoyos llenos de nieve tan bien como yo. Así que tengo que abandonarla a su pena. Buenas<br />

noches.<br />

Un súbito pensamiento acudió a mi mente.<br />

-Espere un momento -rogué. -¿Qué?<br />

-Me asombra que Briggs escribiese a usted sobre esto. ¿Cómo le conoce ni cómo<br />

podía figurarse que usted, en un lugar tan apartado, podría cooperar a encontrarme?<br />

-Soy sacerdote -dijo-, y con frecuencia se apela a los sacerdotes en los más raros<br />

asuntos.<br />

Y empuñó el picaporte.<br />

-No me convence -repuse. Había, en efecto, en su ambigua contestación algo que<br />

excitaba mi curiosidad en grado sumo. Añadí-: Es algo tan extraño, que deseo que me lo<br />

aclare.<br />

-Otro día. -No. ¡Hoy, hoy!<br />

Y me interpuse entre él y la puerta. Pareció turbarse. -No se irá hasta que me lo<br />

diga -aseguré. -Preferiría que la informaran Mary o Diana.<br />

Tales objeciones no hacían más que estimular mi curiosidad. Era preciso<br />

satisfacerla, y se lo dije:<br />

-Ya le he manifestado que soy un hombre duro, impersuadible -objetó.<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

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