Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
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-En parte, porque su naturaleza sufre y es imposible contrariar la propia<br />
naturaleza, y luego porque preocupaciones, penas...<br />
-¿Acerca de qué?<br />
-De disgustos familiares, o cosa parecida. -¿Tiene familia?<br />
-Ahora no, pero antes sí. Hace pocos años que murió su hermano mayor.<br />
-¿Su hermano mayor?<br />
-Sí. El actual Mr. Rochester no ha sido siempre dueño de esta propiedad. Sólo hace<br />
nueve años que lo es. -Yo creo que nueve años es tiempo suficiente para consolarse de la<br />
pérdida de un hermano.<br />
-Quizá no. Yo creo que entre ellos hubo disgustos. Mr. Rochester no fue justo con<br />
Mr. Edward y puede ser que hasta procurase predisponer a su padre contra éste. El padre<br />
amaba mucho el dinero y deseaba que las propiedades de la familia estuviesen reunidas en<br />
una sola mano. No deseaba dividir las tierras y, en consecuencia, Mr. Rowland y su padre<br />
realizaron, al parecer, algunas maniobras que dejaban a Mr. Edward en una situación<br />
penosa... No sé exactamente cuál, pero sí sé que era muy desagradable, que produjo no<br />
pocos disgustos y que hizo padecer mucho a Mr. Edward. Como no es hombre que perdone<br />
fácilmente, rompió con su familia y durante muchos años llevó una vida errante. Desde<br />
que, por muerte de su hermano, entró en posesión de la herencia, no ha pasado aquí nunca<br />
quince días seguidos. No me extraña, en el fondo, que huya de esta casa.<br />
-¿Por qué?<br />
-Porque tiene recuerdos sombríos para él.<br />
Me hubiese agradado pedir algunas explicaciones, pero Mrs. Fairfax no quería o no<br />
podía darme detalles más explícitos sobre la naturaleza de las preocupaciones de Mr.<br />
Rochester. Acaso fuesen un misterio para ella misma y no supiese sino lo que le permitían<br />
imaginar sus conjeturas. En cualquier caso, como era evidente que deseaba cambiar de<br />
conversación, hice por mi parte lo mismo.<br />
XIV<br />
Durante los días siguientes vi pocas veces a Mr. Rochester. Por las mañanas estaba<br />
muy ocupado en sus asuntos y por la tarde le visitaban personas de Millcote o de las<br />
cercanías, las cuales, en ocasiones, comían con él. Cuando se repuso de la dislocación, solía<br />
salir mucho a caballo, seguramente para devolver aquellas visitas, y no volvía hasta muy<br />
entrada la noche.<br />
En aquel período, aunque Adèle solía ir a verle con frecuencia, todas mis relaciones<br />
con él se redujeron a encuentros casuales, en el vestíbulo, la escalera o la galería. En esas<br />
ocasiones, él me saludaba con una fría mirada y una distraída inclinación de cabeza, o bien<br />
con una sonrisa amable. Sus cambios de carácter no me molestaban, ya que era evidente<br />
que dependían de causas que para nada se referían a mí.<br />
Un día que estaba comiendo con varios invitados pidió mi álbum, sin duda para que<br />
lo viesen. Aquellos caballeros se marcharon pronto, a fin de asistir a una reunión en<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
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