12.05.2013 Views

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

mi semblante, tal como estaba hoy, no enfriaría su afecto. Saqué del cajón un sencillo y<br />

limpio vestido de verano y me lo puse. Me pareció que nunca me había sentado tan bien.<br />

No me sorprendió al bajar al vestíbulo que una bella mañana de verano hubiera<br />

sucedido a la tempestad. Aspiré la brisa, fresca y fragante. Una mendiga con un niño<br />

avanzada por el camino y corrí a darles cuanto llevaba: tres o cuatro chelines. Quería que<br />

todos y todo participaran de mi júbilo, de un modo u otro. Graznaban las cornejas y<br />

cantaban los pájaros, pero nada me era tan grato como la alegría de mi corazón.<br />

Mrs. Fairfax se asomó a la ventana y con grave acento me dijo:<br />

-Miss <strong>Eyre</strong>, ¿viene a desayunar?<br />

Mientras desayunábamos, se mantuvo fría y silenciosa. Pero yo no podía explicarme<br />

con ella aún. Necesitaba que Rochester me repitiese lo que me dijera la noche antes.<br />

Desayuné todo lo de prisa que pude, subí y encontré a Adèle que salía del cuarto de estudio.<br />

-¿Adónde vas? Es hora de dar la lección. -Mrs. Rochester me ha dicho que vaya a<br />

jugar. -¿Dónde está?<br />

-Allí -contestó señalando el cuarto del que salía. Entré y le hallé, en efecto.<br />

-Saludémonos -me dijo.<br />

Avancé hacia él, que me acogió no con una simple palabra o con un apretón de<br />

manos, sino con un abrazo y un beso. Me parecía natural y admirable que me quisiera y me<br />

acariciara tanto.<br />

-<strong>Jane</strong> -me dijo-: esta mañana estás agradable, sonriente, bonita... No pareces el<br />

duendecillo de otras veces. ¿Es posible que sea la misma esa muchachita de radiante rostro,<br />

rosadas mejillas, rojos labios, sedosa cabellera y brillantes ojos castaños?<br />

Yo tenía ojos verdes, lector; pero debes perdonar el error: supongo que para él<br />

mostraban un nuevo reflejo. -Soy la misma <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong>.<br />

-Pronto serás <strong>Jane</strong> Rochester. De aquí a cuatro semanas. ¡Ni un día más! ¿Lo oyes?<br />

Lo oía sí, pero apenas lo comprendía. Aquella noticia me causaba una sensación tal,<br />

que más que alegría rayaba en estupefacción, casi en miedo.<br />

-Te has puesto pálida, <strong>Jane</strong>. ¿Qué te pasa?<br />

-Me da usted un nombre que me resulta tan extraño...<br />

-Mrs. Rochester-contestó - , la joven Mrs. Rochester; la esposa de Fairfax Rochester.<br />

-Me parece imposible. Semejante felicidad se me figura un sueño, un cuento de<br />

hadas.<br />

-Que yo convertiré en realidad. Hoy he escrito a mi banquero para que envíe<br />

ciertas joyas que tiene en custodia: las joyas de la familia. Espero poder dártelas dentro<br />

de un par de días. Quiero que disfrutes de todas las atenciones, de todas las delicadezas<br />

que merecería la hija de un par si me casara con ella.<br />

-No hablemos de joyas. ¡Joyas para <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong>! Vale más no tenerlas.<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

166

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!