Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
«¡Quiero que venga, quiero que venga!», deseé con un ansia casi histérica. Le<br />
esperaba antes del té y era ya noche cerrada. ¿Le había sucedido algún accidente? Recordé<br />
el suceso de la noche anterior y lo interpreté como un presagio de desventura. Presentía que<br />
mis esperanzas eran demasiado hermosas para que se realizasen y hasta pensé que había<br />
sido tan dichosa últimamente que mi fortuna, después de llegar a su cenit, debía comenzar<br />
indefectiblemente a declinar.<br />
«No puedo volver a casa -reflexioné- y estar al lado del fuego, mientras él soporta<br />
fuera la inclemencia de la noche. Prefiero tener los miembros fatigados antes que el<br />
corazón oprimido. Avanzaré por el camino hasta que encuentre a Edward.»<br />
Y avancé. No había recorrido aún un cuarto de milla cuando sentí ruido de cascos.<br />
Un caballo, seguido por un perro, llegaba a todo galope. ¡Enhoramala todos los<br />
presentimientos! Allí estaba él, montado en Mesrour y acompañado por Piloto. Me vio a la<br />
luz de la luna que había salido otra vez, se quitó el sombrero y lo agitó en torno a su cabeza.<br />
Corrí a reunirme con él.<br />
-¡Está visto que no puedes vivir sin mí! -exclamó-. Pon el pie sobre mi bota, dame<br />
las manos y ¡arriba! Obedecí. La alegría me prestaba agilidad. Monté en la delantera del<br />
arzón. Un ardiente beso fue el saludo que cambiamos. Él preguntó en seguida:<br />
-¿Qué pasa, <strong>Jane</strong>, para que hayas venido a buscarme a estas horas?<br />
-Creí que no llegaba usted nunca. Me era insoportable esperarle en casa con esta<br />
lluvia y este huracán. -Estás mojada como una sirena. Cúbrete con mi abrigo. Pero creo que<br />
tienes fiebre, <strong>Jane</strong>. Te arden las manos y las mejillas. Si ha pasado algo, dímelo. -Ahora no<br />
me pasa nada. No tengo temor ni me siento infeliz.<br />
-Entonces, ¿lo has sentido antes?<br />
-Luego le explicaré. Seguramente se reirá de mí... -Mañana reiré todo lo que<br />
quieras. Antes no: no tengo aún segura mi presa... Me refiero a ti, que durante este mes<br />
último has sido para mí tan escurridiza como una anguila y más espinosa que una rosa<br />
silvestre. No podía tocarte ni con un dedo sin que me pincharas. ¡Y ahora en cambio te<br />
tengo en mis brazos como una mansa cordera! ¿Cómo es que has salido del redil para<br />
venir a buscar a tu pastor, <strong>Jane</strong>?<br />
-Deseaba verle. Pero no cante victoria... Ya estamos en Thornfield. Ayúdeme a<br />
apearme.<br />
Me puso en tierra. John se llevó el caballo y él me siguió a la casa. Me indicó que<br />
fuese a cambiarme de ropa, lo que hice a toda prisa. Cinco minutos después, volvía y le<br />
hallaba cenando.<br />
-Siéntate y come conmigo, <strong>Jane</strong>. Es la última vez que comerás en Thornfield<br />
durante mucho tiempo.<br />
Me senté junto a él, pero no comí.<br />
-¿Acaso el pensamiento del largo viaje que hemos de hacer a Londres te quita el<br />
apetito?<br />
-Hoy veo todas las cosas confusas y casi no sé ni lo que tengo en el cerebro. Todo<br />
lo que me rodea me parece fantástico.<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
177