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Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish

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-Eso está muy bien por el momento -dijo-, pero hablando seriamente, creo que<br />

después mirarás un poco más alto y no te limitarás a ocuparte de esas cuestiones<br />

domésticas.<br />

-¡Son lo más agradable del mundo! -repuse. -No, <strong>Jane</strong>: este mundo no es lugar de<br />

placeres, ni hay por qué intentar convertirlo en tal; como no hay tampoco que entregarse<br />

a la molicie.<br />

-Al contrario; voy a entregarme a la actividad. -Por ahora está bien, <strong>Jane</strong>.<br />

Admito que están bien dos meses para gozar el encanto de tu nueva situación y del<br />

cariño de tus nuevos parientes. Pero después supongo que Moor House y Morton, y la<br />

compañía de mis hermanas, y la calma egoísta y la comodidad no te parecerán<br />

suficientes.<br />

Le miré con sorpresa.<br />

-John -dije-: ¿cómo puedes hablar así? Me sentiré tan satisfecha como una reina.<br />

¿En qué cosa mejor puedo pensar?<br />

-En aprovechar la inteligencia que Dios te ha concedido y de que, si no la<br />

ejercitas como debes, te pedirá algún día estrecha cuenta. Te observo con mucho<br />

interés, <strong>Jane</strong>, y extraño el desmesurado interés que pones en los placeres vulgares del<br />

hogar. No te aferres tan tenazmente a las debilidades materiales. Reserva tu constancia<br />

y tu vehemencia para empresas más elevadas... ¿Entiendes, <strong>Jane</strong>?<br />

-Tanto como si me hablaras en griego. Para mí ser feliz es una empresa bastante<br />

elevada. Y lo seré. ¡Adiós! Y lo fui, en efecto, en Moor House, y trabajé de firme, con<br />

asombro de Hannah, admirada de la jovialidad con que me desenvolvía en el ajetreo de<br />

aquellos arreglos, de la energía con que pulía, limpiaba y cocinaba. Era delicioso, un<br />

par de días después, ver cómo iba resurgiendo el orden del caos que nosotras mismas<br />

habíamos producido. Hice antes un viaje a S... para comprar algunos muebles, fin al que<br />

habíamos asignado algún dinero y para lo que mis primas me habían dado carta blanca.<br />

La salita y los dormitorios fueron dejados como estaban, porque comprendí que a Diana<br />

y a Mary les placería hallarse en su ambiente acostumbrado, pero en cambio, una alcoba<br />

libre y un salón que no se usaba fueron decorados con bellos cortinajes y alfombras<br />

nuevas, con adornos de bronce cuidadosamente elegidos. En las demás alcobas instalé<br />

tocadores y espejos nuevos. Los muebles comprados eran de caoba y las alfombras y<br />

cortinas de color carmesí oscuro. Todo terminado, juzgué que Moor House era el<br />

modelo perfecto de una casa modesta bien acomodada por dentro, como era el tipo de la<br />

desolación invernal por fuera en aquella época del año.<br />

Llegó, al fin, el anhelado jueves. Esperábamos a las jóvenes al oscurecer. Las<br />

chimeneas estaban encendidas, la cocina preparada. Hannah y yo vestidas, y todo a<br />

punto.<br />

John fue el primero en llegar. Yo había procurado que no acudiese durante los<br />

preparativos, para no darle una impresión desagradable con el espectáculo de la casa<br />

revuelta.<br />

Me encontró en la cocina vigilando la operación de amasar pastas para el té. Me<br />

preguntó si estaba satisfecha de mis tareas domésticas y le contesté invitándole a<br />

inspeccionar el resultado de mis tareas. No sin dificultad, le convencí de que me<br />

<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />

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