Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
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Era un cuadrito a la aguada que había regalado a la inspectora como muestra de<br />
mi agradecimiento por su intervención en el asunto de mi empleo.<br />
-¡Qué bonito es! Es tan lindo como los que pinta el maestro de dibujo del<br />
señorito. Las señoritas no harían nunca cosa semejante. ¿También sabe usted francés?<br />
-Sí, Bessie: lo leo y lo hablo. -¿Y bordar?<br />
-Sí.<br />
-¡Es usted una señorita completa! Ahora querría hacerle otra pregunta ¿No ha<br />
oído hablar nunca de sus parientes por parte de padre?<br />
-Nunca en mi vida.<br />
-Pues la señora decía siempre que eran pobres y despreciables, pero yo creo que<br />
no, porque hace siete años, un tal Mr. <strong>Eyre</strong> fue a Gateshead y preguntó por usted. La<br />
señora le dijo que estaba usted en un colegio a cincuenta millas de distancia y él se<br />
disgustó mucho.<br />
Tenía que embarcar para un país lejano y el buque zarpaba de Londres al cabo de<br />
uno o dos días. No podía esperar. Aparentaba ser todo un caballero. Creo que era<br />
hermano de su padre, señorita.<br />
-¿A qué país se iba, Bessie?<br />
-A una isla a miles de millas de aquí: un sitio que produce vino. Me lo dijo el<br />
mayordomo.<br />
-¿Madeira? -sugerí. -Madeira: eso es. -¿Y se fue, dices?<br />
-Sí: sólo estuvo unos minutos en la casa. La señora lo recibió con mucha altivez<br />
y cuando se marchó dijo que era «un vil mercader». Mi Robert cree que debe ser<br />
exportador de vinos.<br />
Durante más de una hora, Bessie y yo hablamos de los viejos tiempos. Luego<br />
tuvo que dejarme. A la mañana siguiente la vi durante un momento en Lowton, mientras<br />
esperaba la diligencia. Nos separamos, al fin, en la puerta de la posada de Brocklehurst.<br />
Ella tomó el camino de Lowood Fell para esperar el coche que la conduciría a<br />
Gateshead. Yo subí al carruaje que iba a llevarme hacia una nueva vida y una nueva<br />
tarea en los desconocidos alrededores de Millcote.<br />
XI Cada nuevo capítulo de una novela es como un nuevo cuadro en una obra teatral.<br />
Así, pues, lector, al subir el telón, imagínate una estancia en una posada de Millcote,<br />
con sus paredes empapeladas, como todas las posadas las tienen, con la acostumbrada<br />
alfombra, los acostumbrados muebles y los acostumbrados adornos, incluyendo, desde<br />
luego, entre ellos un retrato de Jorge III y otro del príncipe de Gales. La escena es<br />
visible al lector gracias a la luz de una lámpara de aceite colgada del techo y a la<br />
claridad de un excelente fuego junto al que estoy sentada envuelta en mi manto y tocada<br />
con mi sombrero. Mi manguito y mi paraguas están sobre la mesa y yo procuro<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
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