Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Charlotte Brontë Jane Eyre I - Rincon-Spanish
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
-Ya, ya sé que no estuve... Y adivino que ha sucedido algo en mi ausencia, y que<br />
me lo ocultas. Algo que te ha disgustado, aunque seguramente no tendrá importancia. ¿Te<br />
ha dicho algo Mrs. Fairfax? ¿Te ha ofendido alguno de los criados?<br />
-No -repuse. Era medianoche. Esperé a que el argentino timbre del relojito del<br />
aposento y la pesada campana del gran reloj del vestíbulo hubiesen terminado de dar la<br />
hora, y continué-: Todo el día de ayer estuve muy ocupada arreglando mis cosas y<br />
sintiéndome feliz con esa ocupación, porque no estoy, como usted se figura, asustada de<br />
vivir en un nuevo ambiente, etcétera. Lo que pienso es en lo magnífico que ha de serme<br />
vivir con usted, porque le amo. Ayer yo creía en la Providencia y esperaba que todo se<br />
desenlazaría en bien de usted y mío. Hacía un día excelente y por ello no sentía inquietud<br />
alguna respecto a su viaje. Después de tomar el té, salí a pasear un poco ante la casa, y con<br />
tal intensidad pensaba en usted, que casi me parecía tenerle presente. Me asombraba de que<br />
los moralistas llamen a este mundo un valle de lágrimas, porque a mí me parecía un jardín<br />
de rosas. Al oscurecer, el aire refrescó y el cielo se cubrió de nubes. Entré. Sophie me llamó<br />
para que examinara mi vestido de boda, que acababa de traer en aquel momento. Encontré<br />
el velo que usted me regala y que, en su principesca extravagancia, ha hecho que me traigan<br />
de Londres, sin duda con objeto de chasquearme en mi propósito de no aceptar objetos<br />
costosos, como hice cuando me negué a aceptar las joyas. Sonreí al apreciar el empeño de<br />
usted en enmascarar a su humilde prometida con el disfraz de una gran señora. Estaba<br />
meditando sobre el modo de presentarle el retazo de blonda sin bordar que había preparado<br />
para cubrir mi humilde cabeza el día de la boda, y proyectaba decirle que era bastante para<br />
una mujer que no le aporta ni fortuna, ni belleza, ni una alianza ilustre. Imaginaba<br />
mentalmente las democráticas contestaciones de usted, y su perversa insistencia en afirmar<br />
que no necesitaba ni aumento de riqueza ni unirse a nadie que le dé el brillo de sus<br />
blasones...<br />
-¡Cómo adivinas mis pensamientos, brujilla! -interrumpió Rochester-. Pero ¿qué has<br />
hallado en ese velo, aparte de sus bordados? ¿Un puñal, un veneno? Porque, a juzgar por tu<br />
modo de...<br />
-No, no, no halle más que su riqueza y su delicada manufactura. Pero entretanto<br />
oscurecía, arreciaba el viento y yo hubiera deseado que usted estuviese en casa. Vine a esta<br />
habitación y me impresionó el espectáculo de este sillón vacío y esta chimenea apagada.<br />
Me acosté en seguida. No podía dormir. Me sentía desasosegada y nerviosa. Creí oír de<br />
pronto, no sabía si dentro o fuera de la casa, un extraño sonido, algo triste y lúgubre, al<br />
parecer lejano. Cesó, al fin, con mucha satisfacción mía. Al dormirme soñé que era de<br />
noche, una noche oscura, y que yo deseaba estar con usted, pero que entre ambos surgía<br />
una barrera que, no sé cómo, nos separaba. Durante este primer sueño yo seguía un camino<br />
desconocido rodeada de una oscuridad absoluta. La lluvia me calaba y yo iba cargada con<br />
un niñito, demasiado pequeño para andar solo y cuyo llanto sonaba de un modo lastimero<br />
en mis oídos. Usted seguía aquel camino, muy lejos de mí, y yo me esforzaba en alcanzarle<br />
y en hacerle pararse a esperar tratando de pronunciar su nombre tan alto como podía. Pero<br />
mis movimientos y mi voz estaban como paralizados y experimentaba la impresión de que<br />
usted se alejaba más cada vez.<br />
-¿De modo que era eso lo que tenías cuando te he encontrado? ¿Un mero sueño?<br />
¡Qué nerviosilla eres! Déjate de visiones y piensa en la felicidad real que nos aguarda.<br />
<strong>Brontë</strong>, <strong>Charlotte</strong>: <strong>Jane</strong> <strong>Eyre</strong><br />
179